Kendra Afonso durante la entrega de premios. Foto: Luis P. López

La comunicación entre anfibios gana el XII Congreso de Biología

Ciencias

El XII Congreso de Estudiantes de Biología, celebrado el pasado 19 y 20 de marzo en el Aula 1 del edificio de la Sección de Biología de la Universidad de La Laguna, reunió nuevamente al alumnado y personal investigador en torno a las distintas ponencias realizadas. En esta edición, las ganadoras de las exposiciones fueron Kendra Borges y Maritxu Merino, con el primer y segundo premio respectivamente. El premio en la categoría de transición ecológica se lo llevó Jesús Gil Sosa.

Borges empezó su intervención, titulada ¡Ranas! La delgada línea verde acompañada por el característico sonido de estos animales. A pesar de lo que podría parecer a simple vista, la comunicación entre los distintos anfibios es un proceso complejo que se puede observar entre la misma especie o entre individuos de distinto grupo. Como explicó la ponente, las interacciones intraespecie son fundamentales para el desarrollo de procesos como la reproducción o la defensa de su territorio. Dentro de este ámbito, la ponente destacó la comunicación química, auditiva y mecánica, aunque dejó claro que estos no son los únicos métodos que existen entre los anfibios.

La rana de ojos rojos utiliza colores vibrantes sin tener veneno. Foto: PULL

La comunicación requiere la secreción de sustancias mediante una serie de glándulas que se encuentran debajo de la piel. Un ejemplo de esto es lo que hace la rana leopardo. Las hembras de esta especie liberan unas feromonas en el agua con el objetivo de atraer al macho. En el caso de la comunicación mecánica, la menos estudiada según explicó Kendra Borges, se ve reflejada en el comportamiento de especies como la Caecilia gracilis, que utiliza estímulos tácticos y mecánicos en el proceso reproductivo.

El intercambio de señales auditiva es la más conocida de todas las formas mencionadas. Como explicó la ponente: «Cuando pensamos en ranas o sapos, se nos viene a la mente una criatura verdosa croando». No se trata de un mero efecto sonoro, es un proceso fundamental para la reproducción, pero también para indicar sensaciones como incomodidad o placer. Este no es el único sonido que estos seres pueden producir. Un ejemplo llamativo es el de la Dendrobates azureus, especie que utiliza los dedos para emitir un sonido que imita las gotas de lluvia con el objetivo de atraer a las presas.

La comunicación entre miembros de distintas especies no se queda atrás en extravagancias. Visualmente, los anfibios tienen distintas formas de dejarle claro a posibles depredadores de que no son un alimento seguro. Esto se conoce como aposematismo, el uso de colores brillantes que sirven de advertencia del carácter venenoso del individuo. Pero, en ocasiones, hay criaturas que usan estas mismas señales sin ser tóxicas realmente. Tal es el caso de la especie Agalychnis callidryas.

«Me siento afortunada de ganar el premio a la mejor ponencia de esta edición»


Una de las formas más llamativas de comunicación química entre distintas especies se puede dar entre organismos tan dispares como arañas y anfibios. Tal es la interacción entre la tarántula Xenestis Immanis y la rana Chiasmocleis ventrimaculata. Esta extraña alianza resulta beneficiosa para ambos, ya que la araña es capaz de reconocer a la pequeña rana, la cual limpia el nido de cualquier posible organismo dañino. A cambio, el arácnido se encarga de proteger, con su mayor tamaño, a la rana.

Sobre su participación en esta edición, Kendra Borges explicó que «tuve rivales impresionantes que presentaron trabajos increíbles. Me siento afortunada de ganar el premio a la mejor ponencia de esta edición del Congreso de Biología». La ganadora de este año también invitó a la participación al resto del alumnado de Biología, asegurando que se trata de una oportunidad que abre bastantes puertas para así acceder a un departamento.

Maritxu Merino obtuvo el segundo premio con su ponencia Influencia a largo plazo de variables climáticas sobre la abundancia de los ectoparásitos en nidos de herrerillo común euroasiático (Cyanistes caureleus). Durante su intervención, Merino empezó explicando que especialistas han pronosticado que el cambio climático podría afectar a la expansión de determinados parásitos hacia zonas más templadas del planeta. Sin embargo, no existe consenso acerca del tema.

Maritxu Merino recibiendo el segundo premio de las ponencias. Foto: Luis P. López

La ponente explicó que parásitos como la moscarda Protocalliphora azurea y el ácaro Dermanyssus gallinoides, que afectan al herrerillo en concreto, pueden verse afectados por variables climáticas como los cambios en la precipitación y los aumentos o disminuciones en la temperatura. A lo largo de un análisis que se llevó a cabo en un período de 21 años en la zona de estudio de Valsaín, en Segovia, se examinó la abundancia de los parásitos en los nidos de estas aves.

Mediante los distintos estudios se determinó que la moscarda se desarrolla mejor en condiciones de mayor precipitación, pero con temperaturas más bajas. Por otro lado, los ácaros demostraron ser capaces de prosperar de manera más favorable en los nidos del herrerillo común en condiciones intermedias de temperatura y precipitación.

Por último, Jesús Gil Sosa, con su ponencia Introducción a la identificación de peces óseos de Canarias, fue el ganador del premio de transición ecológica. La intervención demostró que la ciencia no siempre requiere de maquinaria compleja. Sosa explicó de manera práctica las diferentes formas para diferenciar entre distintas especies de peces, atendiendo a sus diferentes características morfológicas como la coloración o las aletas.

«El aumento de la temperatura del mar ha provocado la llegada de la aguja de quilla»


Sosa explicó que estas estructuras pueden aportar bastante información acerca de la especie. Un ejemplo son las aletas que se encuentran en la cola, llamadas caudales. Estas permiten diferenciar a las tres especies representativas de peces aguja de Canarias. «El aumento de la temperatura del mar ha provocado la llegada de la aguja de quilla», explicó Sosa. Esta especie se diferencia de otras similares por las características de su aleta caudal, que permite diferenciarlo, por ejemplo, del aguijón del atlántico.

Jesús Gil Sosa explicó que la tropicalización es un fenómeno que afecta también a las aguas de Canarias. Foto: L. P. López

La merística, el conteo del número de rayas de las aletas dorsales, permite la identificación de las distintas especies de peces mosquito, introducidas a lo largo del siglo pasado para controlar las plagas de estos insectos en las Islas. Estos peces se encuentran incluidos entre las cien especies exóticas invasoras más dañinas del mundo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

Por último, Sosa también mencionó que cómo la coloración o el patrón permite la distinción, incluso, entre machos y hembras. Así es el caso de la caballa del Atlántico y el estornino. Mientras que el primero tiene un lomo más azulado y unas rayas verticales, el estornino posee un cierto puntuado y una coloración más verdosa del lomo. Las viejas son un caso similar, ya que se puede diferenciar el sexo dependiendo del color:  la vistosa coloración de color rojo de las hembras las distinguen fácilmente de los machos, de color más grisáceo.