José Antonio Batista: “El agua es de la tierra, no mía”

Ciencias Sociales y Jurídicas

En numerosas ocasiones puede decirse que los factores externos influyen las personas, ya sea al elegir los estudios o al formar parte de un estilo de vida específico. Así fue como José Antonio, investigador y profesor de Antropología y Sociología de la Universidad de La Laguna, se adentró en el estudio de la ecología y del agua en Canarias. “Nací y me crié en un municipio de La Palma donde el agua es fundamental y hay manantiales caudalosos. Su importancia fue lo que me atrajo”, dice el antropólogo.

En el Archipiélago, se considera al agua un recurso natural de sumo valor, pero escaso al mismo tiempo. Esto se debe a la carencia de lluvia y a los altos costes de producción industrial. Asimismo, en algunas de las islas, la energía destinada para desalarla supera el 10 % de la energía puesta en la red eléctrica.

El docente manifiesta con cierta decepción el avance de la mercantilización y su extensión debido a la globalización económica. “Cada vez hay más consumidores y menos ciudadanos en el mundo contemporáneo”, afirma. Es así como critica una vez más “la concepción moderna” del agua urbana (tal y como la menciona en La concepción y la gestión moderna del agua. Un ejemplo de asimilación cultural), es decir, como un mero recurso económico. Del mismo modo, hace alusión a la transcendencia de los servicios públicos a los privados, sobre lo que ya había escrito en varias ocasiones. “Al haber un criterio de pago aumenta la exclusión de gente que no se lo puede permitir”, añade.

Por otro  lado, la capacidad de la tierra para producir una variedad de alimentos está ligada al uso del agua. Al final del siglo XX, el 70 % de la totalidad mundial de la misma era destinada a la agricultura, según los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, (FAO,2002). Ante esto, el profesor Batista señala que “a pesar de que su inversión en el sector agrícola haya disminuido, sigue siendo el principal. Esto se debe al avance de la tecnología y a la reducción de áreas dedicadas al cultivo”.

El ahorro de agua es un plan que se intenta llevar a cabo con el mayor éxito posible. Pero esto se ve amenazado por las sociedades urbanas, tal y como sostiene el polifacético profesor, ya que “no ven el ciclo del agua y pueden acceder con gran facilidad al recurso. Lo perjudicial es que les sirve de contrapeso a los ahorradores, aquellos a quienes les cuesta más su adquisición”, concluye.

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