Las plazas en centros geriátricos están lejos de cubrir la demanda. Foto: PULL

Personas dependientes, condenadas a la espera eterna

Opinión

El paso del tiempo hace que todo se deteriore. Nos salen arrugas, canas, nos empiezan a doler las articulaciones… Es ahí donde comenzamos a requerir cuidados de otras personas y poco a poco nos volvemos dependientes. Sería algo así como volver a la infancia, como precisar de nuevo de mamá y papá. Pero, ¿qué pasa cuando el apoyo familiar es escaso? ¿A quién podemos recurrir cuando necesitamos ayuda?

Las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson producen un deterioro paulatino en el habla, la memoria o el movimiento. De ahí que quienes lo sufren se consideren dependientes y cuenten con ayudas de distinto tipo en función del grado de desarrollo de la afección. Gran parte de las personas mayores con dependencia terminan en centros de atención sociosanitaria porque no tienen otra opción.

«El problema llega si no cuentas con el dinero suficiente para pagar un centro privado»

El problema llega si no cuentas con el dinero suficiente para pagar un centro privado. La espera para una plaza puede ser hasta de cuatro años y, en muchos casos, ni siquiera llega a tiempo. La alternativa para estas personas es esperar en la cama de un hospital, viendo con impotencia cómo día a día la enfermedad avanza cada vez más. Ni siquiera se pueden asegurar unos cuidados básicos para quienes tienen una pensión mínima.

La Ley de Dependencia es la encargada de regular el procedimiento pertinente. Las personas valoradas con el tercer grado carecen de autonomía y necesitan apoyo continuo, sin embargo esto no es posible siempre. La falta de instalaciones, de personal cualificado y de organización por parte de las instituciones ha derivado en colapso. No se ofrecen soluciones rápidas porque no las hay. Nadie tiene respuestas y, recordemos, hablamos de la salud y bienestar de miles de mayores.

No hablamos de un problema aislado. En España más de 800 000 personas sufren Alzheimer. Esta y otras enfermedades neurodegenerativas no tienen cura, pero podrían frenarse con tratamiento y terapia. Mientras la situación no cambie, estamos condenados a la mera espera. Pues, al fin y al cabo, todos somos dependientes de alguna manera. Dependemos de la suerte y, sobre todo, de nuestra situación económica.

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