Réplica de la momia guanche en el MUNA. Foto: Victoria H.

Un viaje de ida, ¿con billete de vuelta?

Opinión

En el año 1763 se descubrió en el barranco de Herques, en la isla de Tenerife, de forma completamente fortuita, una cueva con cuatro momias aborígenes en su interior. Hasta ese momento, quienes deseaban conocer el pasado prehispánico del Archipiélago debían conformarse con las fuentes escritas que se conservaban sobre el pueblo aborígen. El descubrimiento de la cueva del barranco de Herques inició una serie de expolios que duraría décadas, pero hoy solo me voy a centrar en uno de ellos: la momia del Museo Arqueológico Nacional.

El destino de las momias descubiertas en el barranco fue dispar, como recogió el regidor José de Anchieta en sus apuntes: una de ellas fue regalada a un capitán de navíos francés, cuya identidad desconocemos. Otras dos fueron incluidas en colecciones personales, llegando a las manos de la élite de la Isla del siglo XVIII. Pero la que nos ocupa hoy, la mejor conservada, fue enviada como regalo a Madrid e incluida dentro de la colección real de Carlos III en el año 1776. La momia corresponde a un hombre adulto, de aproximadamente un metro sesenta de estatura, con una edad de entre 35 y 40 años, datada entre los siglo XI y XIII de nuestra era.

«El retorno de la momia a Tenerife supondría el fin de varias décadas de conflictos entre las diferentes administraciones»

Casi cien años después del ingreso en la colección real, en 1875, se crea en Madrid el Museo Nacional de Antropología, al que la momia guanche fue trasladada para su exposición al público general. Más de un siglo después, en 1982, con la creación y apertura al público del Museo de la Naturaleza y el Hombre en Santa Cruz de Tenerife (actual MUNA), se pidió formalmente desde el Cabildo de Tenerife el traslado inmediato de la momia guanche. La justificación de elevar esta petición al Ministerio de Cultura fue el estado de conservación en el que se encontraba el ejemplar momificado, ya que no cumplía los estándares de calidad referidos a la conservación que necesitaba tal resto antropológico.

Tras décadas de disputa entre Cabildo y Ministerio, en el año 2018 y con la finalidad de acallar el pleito, la momia aborigen fue trasladada al Museo Arqueológico Nacional, donde sí sería tratada como se merece una momia con tal magnitud de conservación, coronando la reciente sala canaria que estrenaba el museo madrileño tras su remodelación.

La polémica volvió a la orden del día cuando la momia fue extraída de la vitrina en la que se encontraba y llevada a un almacén del Museo Arqueológico Nacional. La razón de este acto fue la firma por parte del Ministerio de Cultura de un código deontológico internacional, en el que cientos de museos del Mundo se comprometen a no exponer en sus vitrinas restos humanos. Esto ha encendido de nuevo la llama en la capital chicharrera. El Cabildo de Tenerife, que tras casi tres décadas reclamando la vuelta de la momia a su Isla de origen y viendo cómo cada uno de sus intentos se truncaban, ve ahora una puerta abierta para el traslado.

La llegada a Tenerife supondría que tanto la población canaria, como cualquier persona que visite el Museo de Naturaleza y Arqueología de Santa Cruz de Tenerife pueda disfrutar de este ejemplar. La razón por la que la momia sí se podría exponer en Tenerife es que el MUNA es un museo independiente del Ministerio de Cultura, perteneciente al Cabildo de Tenerife, el cuál no se ha posicionado sobre el código deontológico mencionado anteriormente. Esperemos, se resuelva pronto este conflicto entre instituciones, que la momia por fin vuelva a su isla de origen y todos podamos contemplar la destreza de los pobladores prehispánicos de Tenerife para llevar a sus difuntos hacia la vida eterna.

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