La evolución es un fenómeno beneficioso hasta que se ve opacada por deseos que vulneran derechos inalienables. Cualquiera diría que la idea de poner en órbita cientos de satélites para ofrecer internet de alta velocidad en todos los rincones del Mundo sería una hazaña histórica, pero habría que ver cómo cambia esa perspectiva al darse cuenta de que la verdadera gente necesitada no disfrutará del servicio. Inclusive cuando tendrán que soportar el robo de la única ventana que tienen hacia el Cosmos: un cielo nocturno limpio.
Las alianzas y equipos internacionales han permitido que hoy en día se pueda observar, a través de los ojos de decenas de observatorios, objetos astronómicos localizados a una escala de distancia inasumible para nuestra comprensión. Desde la Tierra se ha vuelto todo un desafío mirar a las estrellas por la elevada contaminación lumínica, quedando relegados a acudir a lugares alejados de las ciudades para su visión. Sin embargo, puede que esta realidad cambie en unos años provocando que ningún lugar, observatorio o telescopio terrestre escape de una molesta y numerosa interferencia visual.
De esta manera, podemos afirmar que el ojo humano no será el único perjudicado en este asunto. Aún con los pocos lanzamientos efectuados hasta ahora por la empresa espacial, ya hay casos de apariciones de líneas gruesas de los rastros de los Starlink en observatorios profesionales destinados a la investigación científica. Los problemas asociados a su puesta en órbita afectan a aficiones como la astrofotografía hasta la pérdida de datos en trabajos de gran calibre.
«El coste del equipamiento requerido alcanza los 639 euros, sin incluir la tarifa mensual de 99 euros al mes»
Es muy atractivo vender un sencillo kit que promete una conexión decente al instalar una pequeña antena que acaba comunicándose con miles de satélites. Estar online es algo solicitado en la sociedad, aunque a lo mejor algunos preferirán quedarse sin ese lujo. Y es que el coste del equipamiento requerido alcanza los 639 euros, sin incluir la tarifa mensual de 99 euros al mes. Precios fuera del alcance de muchas personas de esas zonas rurales a los que en primera instancia parecía tener en foco el proyecto de Elon Musk.
En agosto de 2022 anunciaron el primer acuerdo con una operadora de teléfono móvil con la que pretenden evitar dichas tarifas y artilugios. Pero conservando lo más criticado, sigue estando recluido a un número muy limitado de personas y seguirá afectando a todas, la usen o no.
Una vez la empresa norteamericana llegue al objetivo fijado de doce mil aparatos funcionando en la órbita baja terrestre de los 42 000 esperados para la fase final, será difícil dar marcha atrás. Es de suponer que estos números acaben abriendo la oportunidad a nuevas inversoras a realizar misiones de similares características como ya planea Amazon con Kuiper o China con su propia megaconstelación.
Parece que el dilema acaba por elegir entre poder deleitarse observando el Cosmos y todo el conocimiento que emana de él o acabar observando cada noche la nueva constelación de Starlink. De aquí debería de emanar una tercera vía que implique evolucionar, pero con garantías de no perder lo que nos pertenece. Gracias a Akademischer Ghostwriter por editar el texto de este artículo.