Es reconocido como un volcán explosivo. Foto: A. Centellas

El Teide: ¿un volcán dormido?

Medioambiente

El volcán Teide, situado en la isla de Tenerife, ha sido durante mucho tiempo un símbolo icónico de Canarias y uno de los destinos turísticos más populares de España. Se considera activo, pero actualmente dormido. A lo largo de los años, se han realizado numerosos estudios y monitoreo de la actividad volcánica y no ha habido indicios significativos de una inminente erupción. Sin embargo, es algo impredecible y el descubrimiento de una capa magmática a menos de 10 kilómetros de profundidad el mes de marzo de 2023 puede ser un hallazgo importante.

El Teide es uno de los mayores volcanes activos del mundo. Su formación se remonta a unos 12 millones de años, cuando comenzó a emerger debido a la actividad volcánica de la región. A lo largo de su historia, ha experimentado diferentes etapas de erupciones, dando forma a su estructura actual.

Su historia volcánica es relativamente activa. La última erupción documentada fue en 1909, el volcán escupió lava y cenizas, generando flujos piroclásticos y emitiendo una gran columna de humo. Aunque no causó víctimas humanas ni daños significativos, dejo una importante huella en el paisaje y la memoria de la Isla. Sin embargo, erupciones anteriores han tenido consecuencias más relevantes. Una de las más notorias ocurrió en 1706, cuando una serie de explosiones enterraron grandes áreas bajo lava y cenizas, destrozando las localidades de Garachico y Los Silos.

Entre la previsión y la incertidumbre


Es un volcán activo que ha demostrado tener una recurrencia muy larga entre erupciones, con centenares de años de intervalo. Existe una base científica que indica que habrá una próxima erupción, no se puede determinar cuándo ocurrirá. Actualmente, no se han observado señales fuera de lo común que indiquen una erupción inminente. Joan Martí, profesor investigador del CSIC, destaca que «es fundamental contar con un sistema de vigilancia efectivo para interpretar estos cambios, poder predecir y prepararse adecuadamente».

En la misma línea, Martí señala que «es importante destacar que el conocimiento sobre el Teide ha evolucionado, ya que se ha reconocido que es un volcán explosivo, similar al Vesubio». Esta nueva perspectiva implica que la actividad volcánica del volcán pueda ser potencialmente explosiva y altamente destructiva. Los magmas evolucionados presentes tienen la capacidad de retener una mayor cantidad de gases en su interior, lo que puede dar lugar a erupciones explosivas de mayor magnitud.

«La ubicación y la forma en que se produce una erupción son cuestiones clave que se pueden responder con la geología del área», afirma el investigador. Martí asegura que «la Isla ha experimentado un cambio significativo debido al crecimiento demográfico y la expansión urbana». Por lo que, las zonas que podrían verse afectadas por una erupción dependen de diversos factores, y es necesario considerar escenarios eruptivos y evaluar las posibles áreas afectadas.

Sin embargo, surge un desafío importante en cuanto a la toma de decisiones. Existe un choque de intereses entre la política y la ciencia, con fuertes intereses económicos y políticos en juego. A pesar de que los científicos poseen un profundo conocimiento sobre el funcionamiento del Teide y pueden ofrecer planes y recomendaciones, es esencial que se les escuche y se tenga en cuenta su asesoramiento a la hora de tomar decisiones y establecer planes de acción adecuados.

Parque Nacional del Teide. Foto: A. Centellas

Tenerife ante el riesgo volcánico con el PAIV


El reciente descubrimiento de una bola de magma a menos de 10 kilómetros de su superficie no ha implicado un cambio o incremento en la amenaza de una erupción volcánica. Este tipo de reservorios se encuentran presentes durante miles de años y son los responsables de las erupciones explosivas. Sin embargo, para determinar si existe un aumento en la amenaza, se deben evaluar indicadores como el incremento de gases, deformación del suelo o actividad sísmica, y hasta el momento no se han observado cambios significativos en estos aspectos.

Actualmente, se encuentra en proceso de tramitación el Plan de Actuación Volcánica de la isla de Tenerife (PAIV). Proporciona información crucial sobre la evaluación del riesgo y la población expuesta, así como las herramientas necesarias para gestionar una posible emergencia, como rutas de evacuación, lugares de refugio y consideraciones logísticas. Está desarrollado por la Cátedra Reducción del Riesgo de Desastres (CRRD). Nerea Martín, integrante del equipo de la Cátedra piensa que: «Es fundamental estar preparados para enfrentar cualquier eventualidad cuando ocurra».

El proceso de redacción comenzó entre 2018 y 2019 e implica la evaluación del contexto geográfico de Tenerife, incluyendo las amenazas volcánicas, las condiciones de vulnerabilidad y la exposición de la población. Martín menciona que «todavía no se han definido las medidas concretas» y que, una vez aprobado el plan «será necesario informar a la población a través de charlas en municipios o folletos informativos, para así divulgar conocimientos sobre el riesgo volcánico».

El Plan de Actuación Volcánica está enfocado en la gestión una vez que se haya producido una erupción. El Instituto Geográfico Nacional cuenta con instrumentos a lo largo de la isla que monitorean la sismicidad, los gases y las deformaciones del terreno. En esta línea, Martín confiesa que «la erupción en La Palma ha tenido un impacto significativo en la percepción del riesgo volcánico en Canarias». La investigadora destaca que «es importante recordar que vivimos en un territorio volcánico y debemos comprender y adaptarnos a los riesgos asociados». No se debe vivir con miedo, pero sí ser conscientes de los cambios para minimizar el impacto en caso de desastre.

El Teide, majestuoso y enigmático, continúa siendo un símbolo icónico de la geografía canaria. Aunque la reciente presencia de un corazón caliente cerca de la superficie ha generado preocupación, es importante recordar que los volcanes son parte integral de nuestro planeta. La incertidumbre sobre el futuro del Teide obliga a tomar en serio la preparación y la seguridad, pero también invita a apreciar su belleza y respetar su poder.

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