La novela es publicada por primera vez en Estados Unidos por la editorial Penguin Group. Foto: PULL

‘En la Tierra somos fugazmente grandiosos’, una obra intimista

Literatura

Como el título de esta novela, nuestra época de mayor esplendor, casi se podría decir, dura un instante. Esta obra, cuyo autor revelación se llama Ocean Voung, se presenta como un relato en el que convergen muchas realidades. Bajo la dedicatoria inicial a su madre, se configura como un escrito de autoficción, en el que su protagonista lucha contra su procedencia y su homosexualidad, ante una familia disfuncional, en un país extranjero.

Si bien una novela escrita por un poeta significa un cúmulo de emociones concentradas, esta no sería la excepción. En palabras del autor, afirma haber escrito con tanta vehemencia que no sabe ni cómo se configuró el relato final. Lo cierto es que, a medida que nos adentra en la lectura, se pueden descubrir citas inspiradoras y de sutil belleza que se debaten con la crudeza de una vida que le repercute.

Ocean Vuong, nacido en la ciudad de Ho Chi Minh (conocida comúnmente como Saigón), en 1988, emigró a los Estados Unidos con su familia en 1990, tras pasar un año en un campo de refugiados en Filipinas. En 2014 ganó con El cielo nocturno con heridas de fuego, el Whiting Award, el Foward Prize y el premio T.S Eliot en Inglaterra. Actualmente es profesor en la Universidad de Amherst College de Massachussets y esta es su primera novela.

La obra cuyo título original es On earth we’re briefly gorgeous ha sido traducida a varios idiomas, entre ellos al español, con la editorial Anagrama, gracias a la traducción de Jesús Zulaika, conocido además por traducir varias obras al español del Permio Nobel de Literatura 2017, Kazuo Ishiguro.

«En una vida de un solo uso, no hay segundas oportunidades»


Con un estilo jovial, pero a la vez con toques nostálgicos, cuenta una historia que se construye a sí misma. El protagonista, también conocido con el mote impuesto por su abuela, «Perro pequeño», le escribe una carta a su madre con la certeza de que nunca podrá leerla, ni aunque llegue a sus manos, ya que es analfabeta. Con lo que es en realidad un examen de conciencia sobre los elementos claves que han conformado su identidad como hijo de inmigrantes que viajan rumbo a los Estados Unidos.

Es en esta larga epístola donde se contextualiza a sí mismo, a la relación tóxica con una madre que no sabe demostrar afecto, a un padre ausente y violento, y a una abuela llena de recuerdos que con el paso de la vejez se van borrando de su memoria.

En otras misivas le revela cómo se enamora de su amigo, Trevor, un joven que emana una masculinidad y resentimiento ante la figura femenina que solo pretende esconder lo que siente en realidad. Narra con minuciosos detalles cada uno de sus encuentros sexuales, caracterizados con una candidez y erotismo típicos de una persona que se está encontrando a sí misma en un lugar que ni siquiera habla su propio idioma.

«¿Pero por qué la lengua de la creatividad no puede ser la lengua de la regeneración?»


La lengua, pese a ser su principal barrera para comunicarse, es a la vez el instrumento maravilloso en una antítesis que combina dos mundos y formas de expresar sentimientos que no entienden de abecedarios. «Déjame volver a empezar» son las palabras con las que comienza el autor su libro y con las que termino yo esta reseña.

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