«Tienes que formar parte de lo que escribes»
Espíritus errantes, Hijos de invierno y El leopardo de Bombay son las novelas que Felipe Díaz Barrios ha creado desde 2018. Nacido y criado en Güímar, lleva más de veinte años en La Palma, donde se ha desarrollado y dado a conocer como escritor. Influenciado por el realismo mágico de Gabriel García Márquez, Isabel Allende y Mario Vargas Llosa debutó con una novela épica, seguida de una historia de misterio y otra de suspense con tintes de novela negra. Su universo literario viaja entre continentes, épocas y heridas personales aún abiertas.
«Soy canario y hablo con la historia canaria»
El autor asegura que sus tres obras son muy diferentes, al igual que sus preferencias lectoras, «siempre he sido un lector muy variado, desde Cumbres Borrascosas hasta la dureza de Stephen King», afirma. Además, esta distinción se debe también al deseo del escritor de huir de las sagas, ya que le cuesta seguirlas y se le hacen «redundantes», comenta. A Díaz Barrios le gusta escribir lo que lee, por eso varía de géneros y temáticas.
Para la creación de El Leopardo de Bombay, el autor admite haberse inspirado en la película Mejor imposible y haber profundizado en temáticas como la pérdida de seres queridos y la superación de traumas en vida. En este mismo libro, Severo, el personaje principal, concluye con un mensaje de resiliencia: «Después de todo, la vida continúa», con lo que Díaz Barrios se identifica, comparte que ha tenido pérdidas importantes en su vida, pero que «te das cuenta de que no estás solo en este mundo y, pasado el bache, después de todo, la vida continúa».
Más allá de sus vivencias personales, el autor ha sentido las emociones de sus historias: «Hay que sentir cada personaje, meterte en sus pieles», destaca. Admite haber llorado y reído en su proceso de escritura, lo que, para él, solo reafirma haber conseguido expresar de forma adecuada, haber conseguido emocionar y aflorar los sentimientos del lector. Considera que «tienes que formar parte de lo que escribes, ser uno más, un personaje más de la historia».
Por ello, el tinerfeño lleva sus historia hacia lo que conoce, hacia su zona de confort. Comenta que el sentimiento canario le inspira a la hora de escribir: «El haber nacido aquí, haber tenido muchas vivencias y el querer mostrar al exterior lo que aquí se crea». Admite que la isla de La Palma le ha influido mucho en su desarrollo artístico, y que, aunque ya escribía antes de llegar, allí se ha «calmado» y ha podido desarrollar todo lo que hace ahora.
Sin embargo, no escribe pensando en Canarias en específico, sus ideas surgen de manera natural: «Es parte de mí, no pienso en la identidad canaria, es algo que llevo dentro». Por otro lado, señala que el mundo artístico en Canarias necesita más voz y que sería conveniente que los organismos públicos se dieran cuenta del potencial que tiene mostrar lo que se crea, lo que «incluso serviría como reclamo turístico», opina.
«Dos pasiones que no pueden estar una sin la otra»
Díaz Barrios compagina sus dos mayores pasiones: las matemáticas y la escritura. Estas dos aficiones, aunque por lo general se planteen como contrarias, son lo que hace que este autor viva sus historias y las desarrolle como lo hace: buscando el equilibrio entre los números y las palabras. Ser profesor de esta ciencia y escritor literario parecen tareas con poco más que ver que un público atento a lo que Díaz Barrios transmita. Sin embargo, tal como él lo ve, ser matemático por formación y narrador por vocación «son dos pasiones que no pueden estar una sin la otra».
La convivencia con el alumnado le supone una manera para «estar más actualizado de las maneras de actuar y los pensamientos actuales». Además, comenta que es esa energía juvenil la que le ayuda en su proceso creativo y que cuando deje la enseñanza le costará más escribir.
A estas dos realidades que enfrenta, se suma la familia, a la que en ocasiones le ha «robado» tiempo para poder llevarlo todo al día. Como prioridad, antes de las novelas siempre están las clases, «luego busco hueco para la escritura, a veces no me da tiempo y me pongo de mal humor», expone. A pesar del ajetreo que todo ello conlleva en su vida, el tinerfeño confirma que con organización, disciplina y orden, «sí se puede». Como consecuencia, el autor se ve obligado a publicar una novela cada dos o tres años, aunque le gustaría que fuera una al año.
Para Díaz Barrios, la inspiración no es un problema que le limite a la hora de redactar y plasmar las ideas que rondan su cabeza. Escribe quinientas palabras diarias como objetivo compatible a su vida laboral. En periodos vacacionales puede llegar a escribir hasta siete folios al día porque dice que «aunque la inspiración no esté, yo escribo y me dejo llevar».
De este modo, se define a sí mismo como escritor brújula: se deja llevar por la historia para sentir la incertidumbre de no saber cómo continuará, tal como lo sentirá el lector también. Felipe Díaz Barrios escribe como si de un viaje sin mapa se tratara, guiado por sus emociones, recuerdos y una brújula interior que le indica el camino a seguir.
«Una historia distinta a todo lo que he escrito»
Por último, Díaz Barrios comparte un pequeño adelanto sobre la obra que está escribiendo: «Es una historia muy diferente a esta última, es sobre un viaje, y se titula El viaje», expresa. Estima que la novela estará lista en un año, si su trabajo se lo permite, y adelanta que es «una historia bastante bonita», que aunque no sabe cómo transcurrirán los hechos, ya tiene más o menos claro cómo quiere que acabe. El autor vive este proceso de escritura como “embarcarse en un viaje”, uno en el que desconoce el trayecto pero sabe cuál será el destino final.