La diversión para las mujeres, casi siempre, tiene una hora de caducidad. Foto: PULL

El camino a casa

Opinión

La emoción de salir una noche con amigas. Las ganas de bailar, reír, compartir momentos y disfrutar sin preocupaciones. Pero en nuestra mente, una pregunta que no cesa: ¿cómo volvemos a casa? La diversión para las mujeres, casi siempre, tiene una hora de caducidad. La fiesta termina y hay que ser rápidas para llegar lo antes posible a nuestro hogar. Las experiencias vividas y el largo historial de víctimas han hecho que las mujeres tengamos pequeños mecanismos de protección como: hacer videollamadas mientras caminamos solas, ir por el camino iluminado a pesar de ser más largo, llevar la llave de casa entre los dedos por si acaso… acciones que no deberían ser parte de una simple vuelta a casa, pero lo son, porque el miedo nos ha sido inculcado desde siempre.

No es paranoia, es supervivencia. No importa si hemos seguido las recomendaciones que nos han repetido desde pequeñas, el riesgo sigue latente. La frase de «avísame cuando llegues» no es una simple muestra de cortesía, sino un recordatorio de que algo puede salir mal.

«La sociedad debe dejar de justificar la violencia y empezar a educar con perspectiva de género»

Y si ocurre, la cruda realidad es que el juicio siempre recaería sobre el género femenino. Las mismas preguntas irrelevantes sobre la medida de nuestro vestido, el número de copas que ingerimos aquella noche o el estado de embriaguez en el que nos encontrábamos, siempre desviará la atención del verdadero problema: la cultura de la violación en la que vivimos.

Nos han enseñado a tener miedo, a estar preparadas para lo peor, a normalizar estrategias de defensa en lugar de cuestionar por qué debemos usarlas. Repetirnos una y otra vez que la noche siempre será un territorio hostil. Todas estas burdas nos ratifican una vez más que el peligro existe y está empezando a opacar toda nuestra vida.

La solución no se encuentra en cambiar nuestra ropa, los horarios de salida o la forma en la que nos divertimos. La solución es que ninguna mujer tenga que preguntarse cómo volver a casa sin tener miedo. Y para eso, la sociedad debe dejar de justificar la violencia y empezar a educar con perspectiva de género.

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