Los principales síntomas en jóvenes son diarrea, vómitos y dolor abdominal. Foto: PULL

El Adenovirus F41 podría explicar que los casos de hepatitis sean en edad pediátrica

Ciencias de la Salud

Desde que el 15 de abril se notificaran en Reino Unido los primeros casos de hepatitis infantil aguda la cifra no ha parado de ascender a nivel mundial. La OMS contabiliza ya 228 contagios, la mayoría en Europa.  El director del Laboratorio de Inmunología Celular y Viral y de Seguridad Biológica Nivel P2 de la ULL, Agustín Valenzuela, considera que, al estar más informados y en alerta, las infecciones leves ahora podrán ser detectadas con mayor rapidez.

Los principales síntomas de la hepatitis son cuadros gastrointestinales que incluyen dolor abdominal, diarrea y vómitos. La mayoría de los casos no muestran fiebre. La inflamación en el hígado produce la pérdida de sus funciones hepáticas y aparece entonces el tono amarillo en zonas blancas de piel y ojos.

El origen de esta afección aún se desconoce, pero se habla de dos virus muy comunes en el contexto pediátrico: el adenovirus humano F40 y el F41. Sin embargo, Valenzuela discierne en que estos sean la única causa. Primero porque no son patógenos estacionales y segundo porque tampoco se asocian a fallos hepáticos agudos. «En un 70 % de los cuadros diagnosticados se ha detectado infección por el virus causante de la Covid-19, el SARS-CoV-2», subraya el virólogo. Por tanto, junto al F41, este podría ser uno de los causantes de la enfermedad.

Las medidas de precaución contra el coronavirus han sido más leves para menores de seis años. Valenzuela apunta que «eso podría explicar que la incidencia de estas hepatitis agudas esté, principalmente, entre el mes y los cinco años de vida». Por otro lado, un estudio reciente en la India asocia la Covid-19 persistente con este tipo de cuadros hepáticos. Además, el hígado es uno de los órganos más dañados para quienes sufren esta enfermedad.

Si el verdadero origen estuviera entonces en una coinfección sincrónica por ambos virus (adenovirus F41 y SARS- CoV-2 o Covid-19 persistente) el aumento de casos sería preocupante. Quienes necesiten un trasplante hepático no solo quedarán inmunodeprimidos de por vida, también se enfrentarán a la alta tasa de mortalidad que se asocia con el segundo patógeno.

«La higiene y la cuarentena son la clave para controlar la propagación comunitaria»


En el caso de que el SARS-CoV-2 y el adenovirus 41 fueran los verdaderos causantes de la hepatitis infantil, las medidas de protección a tomar serán similares a las mantenidas durante la pandemia. Por ejemplo, ventilar de forma correcta, controlar aforos, uso de la mascarilla… Y en cuanto al adenovirus, la higiene y la cuarentena son fundamentales, pues este se trasmite por las secreciones, heces y aguas contaminadas o por vía aérea.

Por otro lado, el virólogo afirma que: «Nada tienen que ver las vacunas contra el coronavirus, ya que si este fuera el caso, deberíamos ver fallos hepáticos graves en la población adulta». La única solución posible para erradicar este problema de salud pública en jóvenes es el estudio de estos cuadros, a través de la virología molecular.

Disponer de antivirales que eliminen el coronavirus del organismo o de vacunas que eviten la infección crearía un contexto de inmunidad grupal fundamental para frenar esta enfermedad.

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