Francisco Amador y Yennifer Ravelo coordinan y dinamizan ApS-ULL. Foto: NBDV

ApS-ULL, el programa para visibilizar y dinamizar el Aprendizaje-Servicio

ULL

El Aprendizaje-Servicio (ApS) es una metodología que, paulatinamente, está ganando fuerza y reconocimiento en todos los niveles educativos. Entre ellos se incluye el universitario y, en concreto, la Universidad de La Laguna, que cuenta con el programa ApS-ULL para impulsar esta herramienta desde septiembre de 2021. Su director y coordinador, Francisco Javier Amador Morera, señala que va mucho más allá de «aprender prestando un servicio a la comunidad», puesto que, «siendo útil a la sociedad, se crea una conexión que permite reforzar conocimientos y aprender de otra manera».

Tanto él como Yennifer Ravelo González, dinamizadora del programa, consideran que uno de los ingredientes esenciales de la metodología es su capacidad transformadora. Cada proyecto, en su diseño y ejecución, tiene un determinado grado de potencial para conseguir que sus participantes se conviertan en ciudadanía concienciada, comprometida, participativa e implicada con su entorno.

Así, el objetivo final no es solo aprender, como es el caso de las prácticas externas, sino llegar a ser personas con autonomía e intención de aportar mejoras para solucionar problemas y necesidades sociales. Como explica Amador, esta forma de aprender propicia que el alumnado «asuma los proyectos como propios», porque «su implicación va más allá del mínimo exigido» cuando son capaces de detectar problemas sociales a los que pueden dar solución.

Mucho más que voluntariado


La diferencia del ApS con el voluntariado radica, sobre todo, en su contribución a la formación académica. Aunque ambos guardan relación con el compromiso social, el ApS es curricular y forma parte del aprendizaje necesario dentro de las competencias que se ponen en práctica cursando una asignatura. El alumnado, además, adquiere la capacidad de decidir sobre el proyecto y aportar desde su perspectiva al entrar en contacto directo con una problemática social.

Normalmente, para desarrollar un proyecto de ApS, se colabora con una entidad conectada y conocedora de la realidad sobre la que se quiere actuar. En la medida en que un proyecto tenga una mayor conexión e interacción con un determinado problema, mayor será la sensibilización y capacidad transformadora a nivel personal. Por ello, cuando la metodología funciona plenamente, se traduce en una toma de consciencia y una reflexión que se prolonga más allá de la duración del proyecto, llevando a la acción autónoma por iniciativa propia.

I Jornada de Aprendizaje-Servicio, el 1 de junio


Hasta septiembre del año pasado, la Universidad no contaba con un programa que apoyase y tratase de incentivar la metodología. Por ello, ApS-ULL pretende impulsar y animar al profesorado de la institución a que desarrolle nuevos proyectos mediante la visibilización de iniciativas que ya están en marcha. En la I Jornada de Aprendizaje-Servicio, que se celebrará el 1 de junio de este año, se darán a conocer alrededor de una decena de proyectos a través de píldoras audiovisuales, conferencias, coloquios y otros encuentros.

Este evento, aún pendiente de ser anunciado públicamente, cuenta con el apoyo de Tenerife joven y educa del Cabildo de Tenerife y del Fondo de Desarrollo de Canarias del Gobierno Autonómico.

Yennifer Ravelo es becaria en Investigación sobre el Aprendizaje-Servicio y Francisco Amador es profesor de Economía especializado en microeconomía. Foto: NBDV

El programa también ofrece diversos catálogos de oportunidades y formación específica para el alumnado, profesorado o entidades colaboradoras, así como una recopilación de recursos dentro de su página web. Además, pretende actuar como facilitador o mediador entre el profesorado y las organizaciones, o la propia Universidad, para conseguir los medios materiales y financiación necesaria. A pequeña escala, ya se está estableciendo contacto entre docentes y organismos interesados en participar.

Para ello, el programa cuenta con el apoyo del Vicerrectorado de Innovación Docente de la ULL. Además, está financiado por el Cabildo de Tenerife, con una dotación total de 45 000 €. Este amparo cristaliza en la composición de su consejo asesor, en el que se encuentran Ángela González Bello, técnica del servicio de Juventud y Educación del Cabildo, y Néstor Torres Darias, vicerrector de Innovación Docente de la Universidad.

Acompañamiento a las iniciativas previas


Otra de las labores que ya ha desarrollado ApS-ULL es la contabilización de proyectos activos dentro de la Universidad que ya ponen en práctica esta herramienta educativa. Francisco Amador y Yennifer Ravelo los cifran en una veintena. La detección de estos, a pesar de tener ya su propia trayectoria independiente, permite al programa acompañarlos, darles soporte y gestionar la obtención de recursos que puedan necesitar en el futuro.

Una de ellas es la iniciativa desarrollada por Rosa Cubillo López, docente en el Grado en Bellas Artes. Su Taller de Arteterapia se enfoca en la rehabilitación psicosocial de personas con historial de trastorno mental severo. Ha estado en funcionamiento desde abril de 2006, formando parte, primero, de la asignatura optativa de Teorías y metodologías de la educación artística en la Licenciatura en Bellas Artes y, después, de Teorías y contextos de la educación artística, en el Grado en Bellas Artes. Aunque ha sido ininterrumpido en más de una década, se encuentra actualmente parado a causa de la pandemia.

A pesar de ese parón, tanto ella como su compañera de asignatura, la profesora Noemí Peña Sánchez, han emprendido otros proyectos de ApS que aplican a la enseñanza, en colaboración con el proyecto de Intervención Comunitaria Intercultural (ICI) de Taco.

Entre ellos, Cubillo menciona «la mediación artística dirigida a jóvenes para la prevención de trastornos alimenticios, pacientes de Párkinson, mujeres mayores o personas migrantes», entre otros. Además, las docentes ya se han beneficiado de la formación que ofrece ApS-ULL para el profesorado, pudiendo sistematizar e introducir mejoras en sus propuestas.

Francisco Jiménez Jiménez y Jorge Miguel Fernández Cabrera son otro ejemplo de profesores que ya tienen cierto recorrido con el Aprendizaje-Servicio. En su caso, colaboran con el Centro de Internamiento Educativo de Menores Valle Tabares desde el curso académico de 2017-2018. Su iniciativa consiste en que el alumnado de la asignatura de Aprendizaje y enseñanza en la educación física, del Máster de Profesorado, organice unos encuentros sociodeportivos dirigidos a las personas de dicho centro, privadas de libertad con medidas judiciales.

Según comentan, decidieron plantear este proyecto debido a una «insatisfacción con la manera tradicional de desarrollar nuestra docencia de la asignatura, sin conexión con la realidad». De esta forma, el alumnado tiene, desde hace años, «la posibilidad de aplicar sus aprendizajes en un contexto real, a la vez que se aporta un servicio a un colectivo vulnerado, y se genera una conciencia de responsabilidad y compromiso social».

Enseñanza y servicio público, también en la comunicación


La profesora María Auxiliadora Gabino Campos, de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación, tiene dos proyectos de ApS en el Máster en Innovación Comunicativa en las Organizaciones, y dos, aún pendientes de implementar, en el Grado en Periodismo. Considera que esta metodología es óptima para conseguir el objetivo de que «todas mis asignaturas tengan un reflejo social».

Uno de los proyectos del Máster consiste en desarrollar un plan estratégico de comunicación para un barrio de Guía de Isora con el fin de incentivar la participación ciudadana. El otro, en elaborar un protocolo y ponerlo en práctica en la Jornada de Aprendizaje-Servicio del próximo mes.

Su proyecto para la asignatura de Documentación informativa, del Grado en Periodismo, ya ha sido aprobado para el próximo curso académico. Consistirá en crear una base de datos de recursos de Aprendizaje-Servicio de diversas universidades para que pueda ser consultada en el portal de ApS-ULL. Por otro lado, su intención es que el alumnado de Teoría y estructura de la comunicación investigue cuáles son los colectivos sociales silenciados por los medios de comunicación y se implique en su visibilización, interactuando con ellos.

Gabino destaca la importancia del silencio dentro de la comunicación, así como la necesidad de saber de qué manera transmitir los mensajes. Según explica, los silencios son capaces de hablar por sí mismos y, dependiendo de qué cuestiones se visibilicen y cuáles no, se creará una u otra realidad social que afectará a colectividades como las personas mayoresmigrantes, entre otras.

Referentes en otras universidades


Algunas universidades españolas ya cuentan con una Oficina de Aprendizaje-Servicio, puesto que se trata de una metodología en auge. En ellas, «se ofrecen recursos de la institución para dar información, divulgación y validar proyectos», según explica Amador. La Universitat Rovira i Virgili, en Tarragona, es un referente en esta materia.

Su oficina ya cuenta con más de diez años de funcionamiento, la cual organiza anualmente un encuentro conocido como Mercado de Proyectos Sociales. En él, diversas entidades ofrecen oportunidades de colaboración al profesorado. También, el estudiantado puede acudir para identificar oportunidades en el desarrollo y propuesta de su TFG o TFM, en relación al Aprendizaje-Servicio.

Por otro lado, el compromiso con esta herramienta educativa va un paso más lejos en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Pontificia de Comillas, en Madrid. En su caso, el plan de estudios incluye la realización de un proyecto de ApS como asignatura obligatoria de cierre de carrera, de modo que «no solo lo impulsan, sino que lo introducen para que todo el alumnado tenga que pasar por ahí», recalca Amador, para añadir que «es un sueño para quienes creemos en esta metodología».

Un compromiso con la Agenda 2030


El interés de Amador por incentivar esta forma de aprender en la Universidad de La Laguna comenzó cuando entró en contacto con la responsabilidad social universitaria, «un concepto desconocido o mal entendido. La gente cree que es el voluntariado, pero tiene bastante que ver con cómo se hace la docencia y la investigación». A partir de entonces, dice, conoció esta propuesta educativa que responde a las necesidades y carencias que tiene la formación universitaria, según las Naciones Unidas.

Además, señala que, a partir del surgimiento de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, una serie de informes indican que la docencia debe dirigirse hacia el aprendizaje experiencial y en contacto con los agentes sociales. Es decir, dentro de la comunidad y en colaboración con ella, para hacer del estudiantado una ciudadanía implicada y comprometida. «La manera de enseñar y aprender que tiene el Aprendizaje-Servicio, sin duda, reúne todos esos criterios», concluye Amador.

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