Teresa vive sola en un piso en La Laguna, Tenerife. Foto: NBDV

Envejecer en soledad, una lacra que afecta a unas 60 000 personas en Canarias

Solidaridad

Teresa, de 77 años, es viuda y no tiene descendencia. Se encontró sola tras la muerte de su marido, hace años, a causa de una artritis reumatoide que lo hizo pasar por quirófano más de veinte veces. Después de una depresión que la bloqueó durante un tiempo, Teresa se sumergió en el trabajo como vía de escape. Estando ocupada, con mucho que hacer en los distintos empleos que encadenó, se sentía contenta. Pero años más tarde, cuando la fibromialgia se empezó a apoderar poco a poco de su vida, tuvo que desprenderse de esa ocupación que la ayudaba a seguir adelante.

Hoy, su sobrina la acompaña con el tiempo que le deja su profesión de astrónoma. Ella le procura los cuidados médicos y domésticos que necesita, pero sigue experimentando problemas de salud mental asociados a vivir sola, y que se acentúan por la fibromialgia. Tanto es así que, a pesar de que a Teresa siempre le ha encantado leer, todavía le cuesta encontrar las ganas.

La soledad es un sentimiento que, con los acelerados ritmos de la vida actual, nos acompaña cada vez más. En esta problemática social, las personas mayores, y sobre todo las mujeres, debido a una mayor esperanza de vida, son un grupo especialmente vulnerable. Un grupo que no para de crecer ante el envejecimiento de la población.

Índice de envejecimiento en España desde 1975 hasta 2021. Fuente: INE
Índice de envejecimiento en Canarias desde 1975 hasta 2021. Fuente: INE

En Canarias, el sector de la tercera edad engloba a unas 350 000 personas, de las cuales, según el Gobierno Autonómico, unas 60 000 se encuentran en soledad no deseada. Jacqueline Rodríguez, técnico sociosanitaria enfocada en el cuidado de mayores, lo achaca principalmente a cuatro motivos: familiares ausentes que no hacen visitas, inexistencia de familia cercana, distanciamiento familiar y migración a otros países o internamiento del cónyuge en un centro o residencia.

Olegaria Cuesta, doctora en Sociología y profesora de Sociología de las Edades en la Universidad de La Laguna, añade una quinta razón: «Fundamentalmente, se debe a que están fuera del ámbito laboral, que es lo que mantiene la unión a nivel social. Cuando entran en el periodo de jubilación, suelen aislarse». También la lentitud y la disminución de las capacidades físicas conducen a un alejamiento de la sociedad, puesto que esta «marca un ritmo rápido como algo natural, cuando, en realidad, no debería serlo».

Teresa identifica estas dinámicas en su experiencia, y no solo porque lo vive en su propio cuerpo. Durante dos años y medio, trabajó como directora de una residencia para la tercera edad. Reconoce que había ciertas conductas que, aunque entendía y respetaba, la ponían nerviosa: «las personas mayores iban más despacio, tenían la cama llena de pañuelos, escondían cosas en el armario…». Hoy, se sorprende a sí misma reproduciendo esos comportamientos que la hacen darse cuenta de que, al final, todo el mundo envejece.

Es por ello que Jacqueline Rodríguez establece como pautas fundamentales para su oficio la empatía, el cariño y la búsqueda de la autonomía y autodeterminación. «Debemos incentivar que tengan relaciones sociales y que conversen. Hacer que sean parte de las actividades de la vida diaria y que decidan lo que quieren hacer», razona.

Depresión, ansiedad y pobreza: factores ligados a la soledad


Rodríguez declara que hacen falta más posibilidades de ocio adaptado a las necesidades diversas que presentan sus usuarios. Sobre todo porque no todos tienen la posibilidad de desplazarse a hacer actividades fuera de casa, como las que se realizan en los centros de día. En este sentido, considera fundamental que puedan conocerse entre sí y trabar amistad. Afirma que así, al mismo tiempo, pueden aliviar la soledad, depresión y ansiedad que «muchas veces no les permite dormir la noche completa».

El deterioro psicológico es uno de los múltiples efectos negativos que tiene la soledad no deseada. También caen en detrimento las capacidades físicas y cognitivas. Además, es habitual que quienes se encuentran en esta situación presenten una peor nutrición que, a menudo, conduce a problemas de obesidad. Generalmente, el nivel de incidencia de estos factores guarda relación con los recursos económicos de los que se dispone.

Canarias es una de las comunidades más empobrecidas de España, con una renta neta media por hogar de 25 855 euros, la segunda más baja de todo el territorio, solo por encima de Extremadura. El paro, a su vez, se situaba en el 23,89 % en el tercer trimestre de 2021, solo por debajo de Ceuta, con un 27,7 %.

Tasa de paro por CCAA. Fuente: INE

A pesar de que las Islas tienen una población menos envejecida que la media nacional, la socióloga Olegaria Cuesta identifica que la soledad de mayores está más acentuada en Canarias. Según explica, esta problemática «no es ajena a las clases sociales. Cuanto más vulnerable, más presente está ese sentimiento porque puedes salir menos y te aíslas más».

El patrón se reproduce a nivel internacional cuando se compara España con el resto de Europa. «En muchos casos, los abuelos y abuelas se han convertido en la única fuente de salario, es decir, mediante sus pensiones vive toda la familia. Acaban viviendo en casa de sus hijos e hijas, pero eso no necesariamente mitiga la soledad porque la independencia es menor y no se relacionan con otras personas de su misma edad», concluye.

A pesar de que existen alternativas para evitar una vejez sin compañía, Cuesta considera que «van muy asociadas a la clase social», de modo que solo se las pueden permitir las clases media-alta o alta. Algunas de ellas «se encuentran en auge» en diversos países europeos y están en vías de desarrollo en el Archipiélago. Es el caso de la cohabitación o los apartamentos adaptados con comedores, gimnasios y otros espacios comunes.

Políticas específicas en Canarias


Antes de la pandemia, el Gobierno Autonómico ya proponía fomentar la jubilación activa e impulsar ayudas para este sector poblacional, aunque todavía no ponía medidas específicas sobre la mesa. A partir de este año ha comenzado a funcionar el Plan Canarias Te Cuida, para el cuidado de personas en distintos tramos de su vida, dotado de 205 millones de euros provenientes de los fondos europeos.

Noemí Santana, consejera de Derechos Sociales, explica que la idea central es «modernizar la política de cuidados de las Islas» y fomentar «la autonomía de las personas». Para ello, el plan tendrá una duración de seis años, partiendo de 2021, hasta 2027.

Entre las medidas destinadas específicamente a paliar la soledad de mayores, se encuentra la implementación del programa La Casa Cuidadora, de vivienda compartida, que seguirá el modelo de edificios intergeneracionales. Con una dotación de seis millones de euros, Santana recalca que «este programa cuenta con teleasistencia, que permite más autonomía y evita la necesidad de abandonar el entorno a las personas que necesitan cuidados».

Apunta que también «se impulsarán viviendas colaborativas», a través del modelo de cohabitación, con «espacios públicos adaptados a las personas mayores o en situación de dependencia». Destaca que se destinarán 72 millones de euros a la creación de nuevas plazas sociosanitarias, puesto que se trata de «una de las grandes carencias que tenemos que afrontar».

El 2 de septiembre se firmó un convenio entre Canarias y el Estado para la ejecución de los fondos europeos. Foto: PULL

En La Laguna, Tenerife, también en 2021, comenzó a funcionar La Laguna Cuida. Se trata de un «programa hermano» de Canarias Te Cuida, que cuenta con «una filosofía muy similar», según comenta Rubens Ascanio, Concejal de Bienestar Social del Ayuntamiento de La Laguna. Con un presupuesto de 650 000 euros provenientes del Cabildo, se ha realizado un «diagnóstico municipal detallado y amplio para intervenir más y mejor».

Ascanio afirma que se ha podido conocer «qué demandan las personas que más sufren la soledad no deseada y los problemas vinculados a la dependencia». Además, comenta que es «cuestión de días» que puedan fijar los protocolos. Por el momento, adelanta que «debemos reforzar el apoyo a las personas cuidadoras, que sufren un desgaste físico y emocional enorme», así como «ampliar las ayudas y mejorar las acciones comunitarias contra la soledad». Las medidas específicas se concretarán en 2022.

Un asunto estructural: Reino Unido y Japón crean un Ministerio de la Soledad


Por el momento, los proyectos se limitan a lugares y tiempos específicos sin una proyección a largo plazo porque no existen infraestructuras para atender de forma completa la salud mental colectiva. La soledad, en las últimas décadas, se ha convertido en un problema social con gran incidencia en los países desarrollados. Un problema que se ha visto agravado directamente a causa de la pandemia.

El Centro Común de Investigación publicó un informe en 2020 que revelaba que uno de cada cuatro habitantes de Europa experimenta a menudo este sentimiento. En comparación con un estudio similar desarrollado en 2016, la cifra se había duplicado. Esta problemática, que lleva décadas creciendo paulatinamente debido a los acelerados ritmos de vida, ha experimentado un repunte a causa del confinamiento y distanciamiento social por la Covid-19.

Soledad en Europa. Fuente: Centro Común de Investigación

Reino Unido fue pionero en el tratamiento de esta materia. En 2018 creó un Ministerio de la Soledad a raíz de un informe que diagnosticó que nueve millones de habitantes, entre sus 67 millones, sentían soledad. Japón siguió sus pasos con la creación de un ministerio homólogo en febrero de 2021.

En el caso nipón, un informe de 2017 del Instituto Nacional de Investigación sobre Población y Seguridad Social concluyó que la sociedad japonesa, en general, apenas se relaciona ni tiene personas de confianza. No obstante, lo que llevó al gobierno a tomar la decisión fue un aumento en los suicidios en el país, que en 2020 superaron los 20 000. Si bien Japón es una nación con una alta incidencia de suicidios en general, el año pasado experimentó su primer repunte en 11 años.

Ello es un claro reflejo de la necesidad de invertir en salud mental, también en España. 2020 se saldó con un total de 3941 suicidios en el territorio nacional, 270 más que el año anterior. De ellos, 1281 fueron de personas mayores de 65 años. Canarias tuvo un total de 208, colocándose como la sexta comunidad autónoma con más casos en cifras absolutas. 52 fueron de personas de más de 65 años.

Voluntariado intergeneracional


Teresa explica que, en cierto momento de su vida, se había «dado permiso para morir». Aunque hoy sigue combatiendo la depresión, y hace tiempo que no encuentra las ganas de leer, dice convencida que quiere engancharse de nuevo. Asegura que, al estar centrada en sí misma y su salud, va recuperando la motivación, por lo que quiere sumergirse en nuevas lecturas para hacer «gimnasia mental» y mantenerse activa. En parte, esa ilusión se debe a que hace poco comenzó a ser usuaria del proyecto Nunca Solo.

Se trata de una iniciativa que nació en julio de 2020, de la mano del alumnado de Enfermería de la Universidad de La Laguna (ULL), como parte del programa Ingenia. Desde entonces, ha crecido de forma «totalmente inesperada» para sus integrantes. En su labor, no solo acompañan al conjunto de usuarios con quienes entran en contacto; también organizan actividades y talleres colectivos, asesoran en hábitos de vida saludable e impulsan su autonomía y vida fuera de casa.

Con una financiación inicial de 1000 euros y un grupo de 19 estudiantes, se propusieron brindar acompañamiento a las personas mayores de Tenerife que se encontraban en soledad no deseada. Empezó como un proyecto pequeño en el que pretendían atender las necesidades de un grupo social especialmente vulnerable, según declara su equipo promotor.

Sin embargo, en un año y medio de andadura, han recibido el galardón de Voluntariado Universitario en la XVII edición de los Premios ABC Solidario, en mayo de este año, y el Premio Especial de Enfermería en Desarrollo 2021, en noviembre.

La ministra de Sanidad estuvo presente en la entrega de premios. Foto: PULL

Celia Paz Hernández es una de las voluntarias que forma parte de Nunca Solo y comparte tiempo con Teresa. Incluso antes de unirse, dice que ya se sentía orgullosa de la iniciativa, y quiso formar parte para «aportar su granito de arena». Desde entonces, asegura que le está transmitiendo «muchísima positividad» por las «ganas de salir adelante» de todas las personas e historias que está conociendo.

Teresa, en concreto, le está descubriendo todo un mundo de música. Después del paseo por el parque y de tomarse un café en el bar de siempre, van a su casa para disfrutar de un concierto de Stjepan Hauser, uno de los músicos favoritos de Teresa. Para ambas, se trata de un intercambio enriquecedor. Celia está aprendiendo «lo que es la lucha contra la fibromialgia y a sacar fuerzas», pero también gustos musicales y literarios.

Celia y John forman parte de Nunca Solo y acompañan a Teresa. Foto: PULL

Por su parte, Teresa está «encantada» formando parte de este proyecto. Asegura que es justo lo que necesitaba cuando, en una feria de voluntariado que visitó con su sobrina, lo descubrió. Además de aprender y pasar buenos ratos, «también me va bien tratar con gente joven. Todas las personas mayores hablan de que algo les duele y dónde», explica riendo. Y aunque tiene un par de amigas de su misma edad con las que también disfruta, está convencida de que esas tardes de intercambio le dan buena parte de los ánimos que necesita.

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