Adonay Bermúdez contó su experiencia en la ULL. Fuente: Ah! Magazine.

Adonay Bermúdez: “La relación entre comisario y artista ha de ser de iguales»

Artes y Humanidades

Para ser comisario hacen falta tres cualidades: ser curioso, tener las ideas claras y no temer a los nuevos retos, entre muchas otras. Como ocurre con Adonay Bermúdez, comisario y gestor cultural, quien ha recorrido el mundo dirigiendo multitud de proyectos artísticos desde el CAAM de Las Palmas de Gran Canaria hasta la E.N.P.E.G. La Esmeralda de México.  Ayer, martes 11, aterrizó en la ULL y contó su experiencia en la charla El comisario de exposiciones: gestión y buenas prácticas en la Facultad de Humanidades. Esta actividad se enmarca dentro del Seminario Experiencias de Gestión 2018 del Máster Universitario en Teoría e Historia del Arte y Gestión Cultural, que continuará el viernes 14.

El diálogo fluido con el alumnado junto a las anécdotas fue el tono que empleó el comisario durante la ponencia. Cargado de muchísimo material para instruir a los oyentes, una de las primeras pautas que dio fue cómo “hay que saber cuál es el valor de tu trabajo, ser inteligente, pero tampoco regalarlo. Ante todo, primero el contrato”. También orientó a los futuros gestores culturales sobre sus futuras cooperaciones: “La relación entre comisario y artista ha de ser de iguales, es un trabajo de colaboración en el que se está a la misma altura”.

Asimismo, animó a los presentes a empaparse de la diversidad de culturas que hay en el planeta. Diferenció del comisario en Canarias al que es de Canarias: “El primero solo trabaja aquí, normalmente con las instituciones, y el que es desde Canarias ha estado en todo el mundo”. Un bagaje que cree necesario para aportar nuevos conceptos a cada exposición, tal y como decía, “da igual si no te gusta esa expo, vete, siempre habrá nuevas ideas que sacar”.

Crear ritmos


Cómo elaborar una exposición es una tarea ardua de varios meses de preparación: hay que contactar con el museo o la sala de exposición, presentar el proyecto con unos objetivos bien fundamentados, conocer el lugar, realizar un trabajo de adaptación y colocación de las obras… Y, cuando ya crees que todo estaría, visualizar sobre el terreno qué hay y, si hay contratiempos, solucionarlos lo antes posible. Todo ello para experimentar con “volúmenes, silencios, luces y distancias entre obras para generar ritmos, juegos en la exposición para que el espectador no se aburra. Además, es necesario atraer al público, llevarlo por donde queremos que vaya, jugar con las formas para que no sea monótono”. De esa forma, la experiencia estética impresiona al visitante.

Las trabas burocráticas es una de las más persistentes cargas con las que se encontrará el comisario, advertía. Sin embargo, y a pesar de las mil y una vueltas que haya que dar, el resultado final de la exposición se ha de asumir: “Tú eres el responsable de cómo se presentan las obras”.

“El comisario se busca la vida, sabe las trampas y los trucos de su profesión”, añadió el lanzaroteño. Piensen en las veces que han visitado un museo y se han maravillado con árboles que cuelgan del techo, fotografías que se plasman en las paredes, lugares donde interacciones con la obra, eso es gracias al comisario. De eso se trata, con esfuerzo y la experiencia de los años Bermúdez ha logrado atraer a todo tipo de públicos a la cultura.

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