La vacunación de Janssen se ha parado por seis casos de trombos entre 6,8 millones de personas. Foto: PULL

Yo no me pongo eso, a saber qué tiene

Opinión

Dicen que es mejor prevenir que curar, pero lo cierto es que la sociedad se encuentra en una época en la que la cura preocupa más que la propia enfermedad. La Covid-19 llegó para trastocar rutinas y formas de vida. Hace un año no se podía ver la luz al final del túnel, ahora, como si de una linterna se tratara, las vacunas iluminan el camino de salida, pero hay quienes se empeñan en caminar hacia la oscuridad. El miedo que ha desarrollado la gente hacia las vacunas es un enemigo mayor que el propio virus.

El otro día escuché como un fumador, con cigarro en mano, dijo que él no se iba a poner «la vacuna esa nueva» porque «a saber qué tiene eso, los efectos que produce a la larga y los trombos que crea».

Las cifras son el mejor aliado para analizar la gravedad de los hechos. Según datos del Ministerio de Sanidad hay una probabilidad del 0,17 % de que el cigarro produzca trombos en las personas que lo consumen. Por otra parte, la vacuna AstraZeneca tiene un 0,0001 % de riesgo de generar el mismo efecto. El dato es muchísimo más irrisorio en relación a la juzgada vacuna de Janssen: solo seis de 6’8 millones de personas vacunadas han sido asistidas por trombosis.

Puede que descrito de esa forma, este 0,0001 suene elevado. Si se lee bien el dato, se puede llegar a la conclusión de que el número es bastante bajo. El ABC ha publicado hace poco una tabla comparativa que muestra que es mayor la posibilidad de ganar el Gordo de Navidad o de que te caiga un rayo antes que tener efectos dañinos a causa de las vacunas contra el SARS-CoV-2.

«La píldora anticonceptiva causa 120 trombos al año por cada cien mil mujeres y se sigue comercializando»

Ahora mismo se presenta un escenario de caos completo. Las fuerzas políticas prefieren pausar la vacunación y la comunidad científica presiona a los diligentes para que la reactiven. En medio de la disputa, una ciudadanía temerosa que no sabe qué hacer y los medios de comunicación apagando fuegos.

¿Por qué pausar una vacunación que tiene una probabilidad bajísima de ser dañina o que afecta a casos muy extremos? Es como si las cúpulas políticas se estuvieran riendo de todo el personal sanitario que ha estado doblando turnos y trabajando sin descanso durante todo el pasado año.

La aspirina causa tres mil muertes al año en el Reino Unido y no ha sido cancelada. El ibuprofeno aumenta el riesgo de ataque al corazón y de ictus y sigue vendiéndose en todas las farmacias. La píldora anticonceptiva provoca entre 5 y 120 casos de trombosis por cada cien mil mujeres al año y se receta a adolescentes de catorce años. La vacuna de Janssen ha provocado seis trombos y se pausó durante un periodo de tiempo que provocó un gran retraso el plan de vacunación a escala global. Es, en pocas palabras, un chiste.

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