El 28 de febrero de 2022, días después del comienzo de la invasión de Ucrania por las fuerzas rusas, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, solicitó oficialmente y de manera urgente la adhesión de Ucrania a la Unión Europea. El dirigente ucraniano afirmaba que su objetivo era lograr la igualdad entre este país y los que forman parte de la UE. Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo, pidió que se aceptara esta solicitud como una forma de mostrar apoyo al país, pero esto no sucedió, ya que la adhesión de un país conlleva un proceso. No obstante, tras la ejecución de esta solicitud, el 23 de junio de 2022, tuvo lugar el Consejo Europeo, donde se concedió a Ucrania la condición de país candidato a la adhesión a la UE.
Dada la situación actual existente debida a la guerra, la incorporación de Ucrania a la Unión está en un impás. Ucrania debe cumplir unos requisitos antes de ser admitida. Mientras, continuará recibiendo apoyo como acogida de refugiados, ayuda humanitaria, apoyo a su Ejército o, incluso, la investigación de crímenes de guerra.
«Habría que plantearse si es acertado que la UE ponga en riesgo su estabilidad y la seguridad por amparar a este país»
Es evidente que Ucrania no está viviendo sus mejores momentos, pero habría que plantearse si es acertado que la Unión Europea ponga en riesgo su estabilidad y la seguridad por amparar a este país, sin barajar las posibles consecuencias a largo plazo, y sin valorar si verdaderamente es apto para formar parte de la comunidad.
El asunto ya no se basa en prestar o no ayuda a un país en situación de crisis. Esta ayuda será dada de igual manera, forme o no parte de la UE. El asunto va más allá. Habría que centrar la atención en si Ucrania sería un potencial candidato en circunstancias normales o solo se plantea la adhesión por su actual estado de fragilidad.