La española estudió Biotecnología en la Universidad de León. Foto: Emeterio Suárez

Sara García, astronauta de la ESA: «Atreveos a perseguir lo que os haga felices»

Ciencias

Sara García Alonso dirige un equipo de investigación en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), uno de los más prestigiosos del mundo en su campo. Ese hecho ya bastaría para certificar la excelencia de su trayectoria pero, además, desde 2022 es una de las astronautas designadas en calidad de reserva por la Agencia Espacial Europea (ESA), hecho que ha abierto una nueva e inesperada vía en su trayectoria vital. Ayer viernes 28 de abril, impartió una charla en la Universidad de La Laguna dirigida especialmente a estudiantes de Secundaria, para explicar su caso y motivar al alumnado: «Atreveos a perseguir lo que os haga felices».

El objetivo de esta cita fue animar a estudiar carreras del denominado ámbito STEM (correspondiente a Ciencia, Tecnología, Matemáticas e Ingeniería en sus siglas inglesas) y, más concretamente, a las alumnas, ya que en este tipo de titulaciones hay un gran déficit de mujeres. Por ello, un mensaje que remarcó García en varias ocasiones es que «no hay titulaciones de chicos y titulaciones de chicas».

«No hay titulaciones de chicos y titulaciones de chicas»


En su caso, reveló que desde muy temprano tuvo claro que quería dedicarse a descubrir cosas que se pudieran aplicar y, con ello, mejorar la vida de las personas, lo cual le llevaría a cursar la licenciatura en Biotecnología en la Universidad de León, para doctorarse posteriormente con premio extraordinario y comenzar una trayectoria investigadora centrada en la oncología.

La conferencia se dirigió especialmente a estudiantes de Secundaria. Foto: E. Suárez

García se refirió especialmente al momento vital en el que se encontraba su audiencia de ese día, esa encrucijada que obliga a especializarse en la Secundaria y, de algún modo, determinar el futuro. Reveló que ella también estaba muy confusa en esos momentos, debatiéndose sobre qué carrera debería elegir, si tendría que centrar en las que aparecían con mayores salidas. Finalmente, decidió dejarse llevar por su instinto y elegir algo que le motivara y le gustara. Era consciente de que encontrar trabajo sería complicado fuera cual fuere la elección, por lo que primó «adquirir una base sólida de conocimientos» que luego le permitiera evaluar sus opciones.

Para afianzar ese punto recurrió a la metáfora de la mochila que todas las personas llevan en ese momento de su vida, y reflexionó que es bueno vaciarla de cosas negativas y llenarla de otras positivas. Entre las primeras, señaló que hay que eliminar los estereotipos de género, reincidiendo en la idea de que no hay carreras más específicas para un sexo determinado. «¿Por qué no puede ser una mujer astronauta y un hombre matrona?», reflexionó. También hay que erradicar la baja autoestima, el síndrome del impostor y la falta de referentes. Por otra, esa mochila vital debe llenarse de valentía, amabilidad, aprendizaje continuo, esfuerzo y pasión.

«Buscaban personas posgraduadas en carreras científico-técnicas con, al menos, tres años de experiencia laboral en ese campo, conocimientos de idiomas, capacidad para mantener la calma bajo presión y acceder a prestarse a experimentos biomédicos»


Cuando vio en 2021 una notica en el periódico anunciado que la ESA volvía a abrir una convocatoria para buscar astronautas, investigó si cumplía los requisitos: para su sorpresa, vio que buscaban personas posgraduadas en carreras científico-técnicas con, al menos, tres años de experiencia laboral en ese campo, conocimientos de idiomas, capacidad para mantener la calma bajo presión y acceder a prestarse a experimentos biomédicos.

Al comprobar que ella entraba en el perfil, se lanzó de cabeza a esa oportunidad y pasó por un complejo proceso de selección de dieciocho meses, con seis fases eliminatorias para pasar de las casi 23 000 candidaturas válidas iniciales hasta la entrevista final con el director de la ESA a la que llegaron solo 25 personas. En ese proceso también fue seleccionado otro español, Pablo Álvarez, que, curiosamente, es leonés, como ella.

García explicó que para ser astronauta no hay que tener un físico portentoso, pero sí pasar por pruebas médicas que aseguren que se va a tener buena salud durante los seis meses que puede durar una misión en la Estación Espacial Internacional. Además, explicó que debe ejercitarse para reforzar su musculatura y esqueleto porque en gravedad cero se pierde masa de ambos tipos.