Davinia Pérez en su combate contra Sheila Garcia. Foto: PULL

Luchando por un camino más fácil

Opinión

La práctica del boxeo femenino siempre ha estado sometida a prejuicios. Parece que hemos dado pasos gigantescos a la hora de hablar de igualdad en este deporte, pero la triste realidad es que nos hemos quedado en 1880, donde por primera vez dos mujeres se subieron a un cuadrilátero. La lucha femenina era un espectáculo para entretener y divertir al público masculino. Además, se ha mantenido la concepción de que es un deporte inapropiado para las mujeres debido a su excesiva brutalidad. Ahora bien, han pasado varias décadas y la pregunta sigue siendo la misma: ¿por qué seguimos estancados en el mismo punto?

A pesar de que la imagen de las mujeres dentro de este deporte está siendo cada más visible y reconocida, las restricciones y desigualdades siguen presentes en cada combate. Estos prejuicios no solo lo debe cambiar la propia Asociación internacional de boxeo (IBA), sino también la sociedad, que sigue pensando que es un deporte para hombres y que las mujeres debemos de realizar tareas del hogar. Muchas boxeadoras profesionales se han visto sometidas a situaciones de este tipo a lo largo de sus carreras, como el caso de Tania Álvarez, a quien en su propio gimnasio la discriminaban por ser mujer.

«Son iguales de valientes, se dejan la piel en el ring»

Aguantan entrenamientos, cambios de pesos, se someten a un trabajo físico y mental realmente espartano. Son iguales de valientes. Se dejan la piel en el ring. Y si ellas pueden entrenar al igual que los chicos, por qué no pueden pelear de la misma manera. Las reglas deben de ser igual para ambos sexos. A diferencia de ellos en el boxeo amateur las chicas boxean a tres minutos, con casco y protecciones, cosa que el masculino no. Sin embargo, en profesional se les quita esa seguridad, pero solo pueden pelear a dos minutos.

Solo piden tres minutos. Tres minutos que les pueden cambiar la vida. Un minuto más que les ayuda a preparar el golpe y convertirse en campeonas. Minutos de más que compensarían si se reconociese el sacrificio diario que hay detrás. Pero, como era de esperar, nosotras no estamos a la misma altura que un hombre. Por tanto, la bolsa salarial que reciben en las veladas es inferior. Las mujeres han evolucionado mucho físicamente. Podrían hacer igual de cantidad de asaltos y minutos por pelea, así como cobrar las mismas bolsas en el caso del boxeo profesional.

El boxeo femenino poco a poco va subiendo escalones y acaparando el interés de la población, y así hacerse más visible. Sin embargo, las desigualdades siguen estando presentes, una batalla continua sin resultados algunos. Ellas inciden en que el boxeo, por el que tanto luchan, es un frente constante para «ir abriendo puertas» a todas aquellas mujeres que vienen pisando fuerte y no tengan que encontrarse con esta situación. Todavía queda mucho por hacer dentro de este deporte.

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