No es la primera vez que Canarias se ve azotada de inmigrantes, un ejemplo de ello fue la Crisis de los Cayucos de 2006. Foto: PULL

La inmigración: una crisis atemporal

Opinión

La situación de imigración de Canarias en los últimos meses ha sido crítica pero las alarmas no habían saltado hasta el pasado martes, cuando más de 220 inmigrantes del campamento de emergencia del muelle de Arguineguín fueron liberados en la capital grancanaria. Desde entonces, nadie ha asumido la responsabilidad de lo ocurrido. Las autoridades han preferido discutir sobre los culpables en vez de darle al tema la importancia que merece.

El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, se apresuró a asegurar que su Ministerio no había dado la orden y abrió una investigación para averiguar qué fue lo que ocurrió. Sin embargo, desde el Gobierno de Canarias le tacharon de culpable al exigirle explicaciones y partidos de todas las ideologías pidieron su destitución. Dentro de este caos de reproches, la alcaldesa de Mogán y el delegado del Gobierno de Canarias tampoco se quedaron atrás y se lavaron las manos al asegurar que no fueron ellos quienes dieron la orden.

Lo que deberíamos preguntarnos es ¿por qué pierden el tiempo así? Entre reproches y culpas están dejando pasar días, horas e incluso minutos que muchas personas necesitan. Muchísimas personas. Porque en lo que llevamos de año la cantidad de migrantes llegados a Canarias ha subido en un 1000 %, lo que supone un aumento de más de quince mil personas en relación con el 2019, según indica el Informe sobre la Inmigración Irregular del Ministerio de Interior. Personas que necesitan ayuda, personas que arriesgan su vida por llegar a Canarias, personas que huyen de la pobreza o del virus, personas que solo buscan una vida mejor.

«Ya es hora que se dejen los conflictos políticos a un lado y que se le preste atención a lo que de verdad importa»

Lo peor es que esta situación lleva años repitiéndose, si no recordemos la crisis de los cayucos de 2006. En este año se registraron unas cifras muy altas, que llegaron a más de 39 000 migrantes. Y sí, se superó, pero no nos enseñó nada, porque aquí estamos trece años después, en una situación similar y seguimos sin contar con un plan de atención a migrantes, tal y como exigía la diputada autonómica de CC, Cristina Valido.

Por lo tanto, ya es hora que se dejen los conflictos políticos a un lado y que se le preste atención a lo que de verdad importa: el futuro de esas personas. Unas personas que están siendo tratadas como mercancías a la espera de que se les asigne un destino. Unas personas que no están aquí por gusto. Unas personas que se juegan la vida por llegar a Canarias. Unas personas, que en la mayoría de los casos, son buenas y solo buscan ayuda.

Y mientras las autoridades discuten, muchos españoles miran las noticias aterrados pensando en todos los inmigrantes que les van a quitar su trabajo, en el gasto que les está suponiendo atenderlos, en todos los vandalistas que habrá en cada cayuco, y en cientos de atrocidades como estas. Lo que no saben es que al igual que hay ladrones magrebíes, también los hay españoles, que hacer la mirada a un lado conlleva apoyar la injusticia y que España continúa recibiendo fondos de la Unión Europea destinados a la recepción de inmigrantes. Así que ya es hora de que dejemos a un lado los prejuicios y tengamos un poco de empatía, porque ellos ni eligen nacer en países pobres, ni deciden huir de su casa, se ven obligados. Al igual que tantas personas de Canarias se vieron obligados a hacer durante el Franquismo.

Dejemos de perder el tiempo juzgando y echando culpas y centrémonos en la vida de esas miles de personas que esperan en el puerto de Arguineguín a ser salvadas.

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