El empresario venezolano lleva más de veinte años afincado en Tenerife. Foto: D. Salazar

Mario Goldberg: «Apenas quedamos cuatro familias judías en Tenerife»

Sociedad

Mario Goldberg es uno de los pocos judíos que viven en Tenerife. Nació en Venezuela, pero hace más de veinte años que reside en la capital de la Isla. A pesar de la falta de sinagoga y de comunidad, se niega a olvidar sus costumbres y tradiciones judías. Sus raíces europeas le confieren un aspecto físico singular que rompe con el prototipo de judío establecido socialmente. Por la misma razón de procedencia familiar, el origen de su creencia y su estilo de vida es asquenazí.

Las personas asquenazíes descienden de la población judía que se asentó en Europa Central y Oriental, por lo que poseen otras costumbres y leyes particulares respecto de otras etnias. Tanto Goldberg como sus familiares son ciudadanos del mundo. Su padre nació en Alemania, su madre, en Francia, y sus abuelos maternos, en Polonia. Sus padres emigraron a Venezuela, y fue allí donde tuvo la oportunidad de estudiar en un colegio judío.

Según cuenta, aprendió un «hebreo de instituto» que le permite leer, pero del que ha perdido la práctica. Decidió marcharse de Caracas para buscar un lugar que cumpliera con sus expectativas de futuro. En la actualidad, es el dueño de una fábrica de plásticos.

Goldberg y su esposa, convertida al judaísmo, se asentaron en Tenerife encantados con el clima y la gente. En 1989 el fallecimiento de José Assor Benchimol provocó el cierre de la única sinagoga de esta provincia, por lo que comenta que nunca pudo realizar el culto a la religión dentro de ella ni hacer vida comunitaria en Canarias. Detalla que tampoco puede acudir a un rabino en busca de consejos.

Recalca la importancia de su papel en el judaísmo y la posibilidad que tienen de formar una familia, al contrario de los guías espirituales de otras religiones. Esta cuestión es fundamental para él puesto que considera que aquella persona que quiera aconsejar sobre la educación infantil y juvenil debe tener experiencia.

Manifiesta que «apenas quedamos cuatro familias judías en Tenerife» y que no se reúnen en comunidad para rezar ni con motivo de alguna celebración. Pese a estas carencias, no ha sufrido ninguna crisis de fe y sigue realizando sus costumbres judías. Sus hábitos y tradiciones se han adaptado al mundo moderno y a las limitaciones presentes en la Isla.

El Sabbat o día de descanso


Los viernes por la noche, establecidos como el día de descanso o Sabbat, no puede acudir a ninguna sinagoga por lo que, en ocasiones, se reúne con su mujer y sus dos hijas para cenar en familia. Goldberg considera que no es un pecado hacerlo de esta manera, ya que sostiene que dentro del judaísmo puede haber diferentes interpretaciones con la misma validez.

La celebración que más disfruta su familia es la Fiesta de Las Luces o Janucá porque expresa que el resto de las festividades no suelen ser tan alegres. Esta se celebra durante ocho días y conmemora la reinauguración del templo de Jerusalén, que fue devuelto al pueblo judío.

Con respecto a su tradición familiar, las hijas encienden una vela cada día hasta completar las ocho que forman el Janukiá o candelabro y, luego, rezan juntos las oraciones de Janucá. De este modo, explica que «es la fiesta que más les gusta a mis hijas porque en el último día se entregan regalos».

«Nuestra doctrina dicta que los pecados hacia otra persona no te los quita Dios, sino tú mismo pidiendo perdón»


Por el contrario, Goldberg revela que la jornada más dura del calendario hebreo es el día del perdón o Yom Kipur. Ayunan durante 24 horas en señal de arrepentimiento de sus pecados a Dios, aunque tengan la obligación de ir a trabajar. Cuenta que, a diferencia de otras creencias, «nuestra doctrina dicta que los pecados que cometes hacia otra persona no te los quita Dios, sino tú mismo pidiéndole perdón a ella».

El uso de la kipá o solideo, un pequeño gorro que cubre la coronilla de los hombres, es otra de sus costumbres particulares. Él explica que lo utiliza en algunas ocasiones para rezar y cuando encienden las velas con motivo de alguna celebración o momento solemne. Esta prenda distintiva representa el respeto hacia lo que existe por encima de las personas.

A pesar de las numerosas prohibiciones en la alimentación judía, en su familia no existe ninguna restricción con relación a la comida. Cree que los fundamentos que prohíben comer carne de cerdo o mezclar productos lácteos y cárnicos se han quedado obsoletos en la actualidad. Debido a sus interpretaciones más liberales, Goldberg tampoco realiza todos los rezos diarios.

Declara que a lo largo de su vida se ha topado con comentarios retrógrados que discriminan al pueblo judío. No obstante, sostiene que no los ha tomado en cuenta porque cree que la mayoría «no manifiestan odio, sino desconocimiento». También explica que «muchas veces esas expresiones se repiten por tradición». Tampoco ha visto una mezuzá en la puerta exterior de ninguna casa o trabajo de la Isla porque cree que quizá estas personas no quieran ser identificadas como judías. Pese a ello, aclara que en Tenerife no ha sufrido ningún tipo de antisemitismo ni discriminación en el ámbito laboral.

Afirma que en España sí siguen existiendo los prejuicios hacia la comunidad hebrea y que aún perviven en diferentes ámbitos dentro de la sociedad. Con respecto al lenguaje, sostiene que se sigue empleando el vocablo «judío» como insulto, y que utilizar la palabra «judías» para referirse a alubias es despectivo. Además, confiesa que algunas sinagogas, como la de Madrid, están escondidas o su ubicación no es evidente.

«El antisemitismo ha aumentado en los últimos años en Europa»


En Europa las profanaciones de cementerios judíos están a la orden del día. Aunque no lo haya vivido, cuenta que lee muchas noticias de este tipo en la prensa de Israel. Por lo que Goldberg insiste en que «el antisemitismo ha aumentado en los últimos años en la UE». Él prefiere calificar a estos infractores como inconscientes e inadaptados que desconocen el sufrimiento real que causan a los familiares y a aquellos que sobrevivieron al horror nazi.

En su familia, sus abuelos maternos se vieron obligados a emigrar. Huyeron de Polonia y se asentaron, primero, en Tánger y, luego, en Venezuela. Ellos tuvieron la suerte de no ser asesinados en el Holocausto como sí ocurrió con lo más de 340 000 judíos que se fugaron a otros países europeos. Asimismo, detalla que nunca los escuchó hablar en polaco porque ese idioma reabría su herida de la migración forzosa y del genocidio. Incluso, revela que en Caracas regañaban a sus amistades si lo pronunciaban.

Igualmente, su abuelo paterno huyó de Alemania en 1932, antes de que Hitler subiera al poder, porque ya existía la discriminación antisemita en los años anteriores. Se escapó abandonando sus propiedades, que luego fueron destruidas en los bombardeos de Berlín, porque no pudo hacer nada para evitarlo. Como consecuencia de ello, relata que «mi madre se niega a visitar Alemania mientras viva».

Los suegros de su hermana vivieron la guerra y fueron apresados en Auschwitz. Narra que los separaron y que ninguno supo si el otro había sido asesinado. Por fortuna, ambos sobrevivieron al Holocausto y, pasado el tiempo, se reencontraron y emigraron a Venezuela. Por estos motivos, asevera que cualquier tipo de vandalismo que afecte a los familiares de las víctimas, como los suyos, le molesta y le produce una profunda indignación.

El día del recuerdo de dichas víctimas se celebra el 27 de enero a nivel internacional, y para los judíos se conmemora el día veintisiete del primer mes del calendario hebreo. La costumbre particular de esta familia es que las hijas enciendan una vela para rendir homenaje a las vidas arrebatadas en los campos de concentración y de exterminio. En La Laguna algunos miembros políticos enuncian un discurso para recordar a las víctimas, pero según cuenta Goldberg, la presencia de ellos no es muy significativa en el acto. Este año, en especial, su familia acudió a la charla impartida por la hija de Violeta Friedman, una superviviente del Holocausto que luchó por mantener vivo el recuerdo de lo ocurrido. En el lugar también se encontraban diversos estudiantes tinerfeños interesados por conocer ese testimonio.

Del mismo modo, defiende que el interés y el éxito de series y documentales del horror nazi o de la cultura judía se fundamentan en el carácter distintivo que presentan esas vidas y testimonios. Por esta misma razón, opina que la ultra ortodoxia, reflejada en algunas series como Unorthodox, arrasa en la televisión o en las plataformas digitales porque «llaman mucho la atención». Sin embargo, no le preocupa que estos productos audiovisuales causen confusiones en el resto porque cree que en el cine se muestran otras interpretaciones y realidades de las personas judías.

«Cuando he manifestado mi creencia en Tenerife la gente suele interesarse por mi estilo de vida», afirma. No obstante, cree que la curiosidad por saber más sobre su religión debería impulsar la búsqueda de información real. Del mismo modo, explica que uno de los motivos por los que existe una limitación del conocimiento de esta cultura es la ausencia de proselitismo. Confiesa que su religión no se vende con el objetivo de buscar fieles, y que puede que esta también sea una de las causas por las que en la Isla apenas queden familias que practiquen y cultiven el judaísmo.

«Me gustaría que mis hijas no perdieran las costumbres asquenazíes»


A Mario Goldberg le preocupa que sus hijas pierdan sus tradiciones con el paso del tiempo. Tenerife carece de comunidad y colegio hebreo, por lo que ha tenido que enseñarles la cultura asquenazí por su cuenta. Otro de los inconvenientes es la asimilación, es decir, la unión entre una persona que forma parte del pueblo judío y una que no pertenece a él. Esto puede ocurrir con mayor facilidad en Canarias. Pese a ello, Goldberg no condiciona sus decisiones, aunque expresa su deseo de que mantengan vivas sus costumbres en el futuro.

Ha intentado motivar su curiosidad por el judaísmo con la ayuda de viajes familiares y visitas a sinagogas de la península. Asimismo, estudian en un colegio laico porque quiso evitar la imposición del catolicismo o de otra religión. Desde el centro, en algunas ocasiones, le han llamado para que hable sobre su cultura.

La educación judía que reciben no es la misma a la que pudo acceder él. Por esta razón, les enseña a cuestionarse sus pensamientos y a reconocer la importancia de la familia. Del mismo modo, se esfuerza en ofrecerles un mayor conocimiento judío con el objetivo de que no olviden sus raíces asquenazíes.