Julián Tomás Mingo fue premiado este martes 2 de mayo por el Colegio Oficial de Médicos de Santa Cruz de Tenerife con el mejor trabajo sobre sanidad militar, en el marco del Premio Darias Montesino. El ponente presentó una investigación sobre la historia del Hospital Militar de Tenerife con el lema «Nunca la pluma embotó espada».
El doctor explicó la historia de uno de los centros sanitarios más reconocidos en la Isla durante la década de los años setenta. Construido por Juan Gunter, comenzó siendo un «pequeño edificio para heridos». Además, tuvo que enfrentarse a varias guerras así como a diversas epidemias de tuberculosis, gripes, fiebres amarillas, tifus y cóleras, motivo por el que se remodeló en varias ocasiones. No obstante, el propósito inicial era el de mejorar las «pésimas condiciones» en las que se encontraba. Según Mingo Regúlez, el hospital estaba «mal diseñado, construido y peor acondicionado desde el punto de vista higiénico». Era tan urgente la necesidad de modificar las instalaciones que se presentaron varios informes a la Jefatura de Sanidad de Canarias con el fin de mejorar la higiene del centro.
Las principales razones que afectaban a los pacientes eran las goteras, las cuales traían consigo la llegada de ratas y perjudicaba a las farmacias anexas. Esto se debe a que los roedores se comían los medicamentos como el mentol Pipertia, que según el experto, era «uno de los más caros en el comercio farmacéutico». Asimismo, los malos olores y la falta de evacuación de aguas fecales trajeron consigo una gran epidemia. A esto, se le sumaba la mala ventilación existente, debido a la escasez de ventanas adecuadas.
Por este motivo, se instauró un nuevo hospital con la participación del Rey con un presupuesto de 263 802 pesetas. En 1992 se confirmó el cierre del centro a pesar del avance que se generó tanto en las instalaciones como en los recursos dirigidos a los pacientes.