Diego Navarro es miembro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, más conocida por los premios Goya, y de la Academia de Hollywood (los Oscar); Hijo Ilustre de la isla de Tenerife; fundador y director del festival de música de cine más antiguo del mundo; pero, por encima de todo, compositor de títulos premiados como Atrapa la Bandera (Enrique Gato, 2015) y Mariposas Negras (David Baute, 2024). Ahora, estrena con emoción la 19º edición de Fimucité, que culminará con un concierto en vivo de la obra magistral de Ridley Scott.
¿Por qué escogieron Gladiator (Ridley Scott, 2000) en lugar de otras obras como La vida es bella (Roberto Benigni, 1997) o Vacaciones en Roma (William Wyler, 1954)? «El gran homenaje a lo mejor del cine italiano y su música se celebrará el 3 de julio en el Teatro Leal con una función titulada Cinema e Paradiso donde estarán incluidas esas películas que nombras. He diseñado y creado un viaje musical y cinematográfico maravilloso por las más grandes y legendarias partituras del cine italiano. Antes de celebrarlo, ya se de antemano que va a ser una de las grandes producciones de la historia del festival. Trabajamos en colaboración directa con el Festival de Música de Cine de Roma y contaremos con la participación de solistas de cuerda de la Orquesta Italiana Del Cinema, que tantas veces dirigió Ennio Morricone».
¿Qué piensa que hace que la banda sonora de Gladiator sea tan poderosa? «Es una obra maestra de Ridley Scott, que es uno de mis directores favoritos sin lugar a dudas. Se trata de un largometraje con un guion extraordinario y una partitura maravillosa, de la que fue responsable no solo Hans Zimmer y sus colaboradores, sino Lisa Gerrard, que es la co-compositora. Mucha gente cuando piensa en ella y en la película recuerda que es la voz de la banda sonora, pero no solamente fue la solista, sino que jugó un papel fundamental en la composición. Es una partitura bellísima que lo tiene todo, desde momentos épicos con un poder extraordinario, hasta otros líricos y místicos perfectamente dibujados, como la famosa escena de la mano y el trigo. Gerrard puso su impronta en todos ellos. Es una pieza que cumple perfectamente con las expectativas y que narra en lenguaje musical aquello que estamos viendo en las imágenes, que es mi máxima como autor del género».
El festival de música de cine más longevo del mundo
¿Se presentó algún problema complicado de resolver durante la organización? «Cada edición es un Gladiator. Levantar este monstruo y gestionarlo es una misión épica, más en esta tierra. Es muy complicada la gestión de un festival que, además, a día de hoy, es referente mundial en su género, pues somos el más antiguo del mundo. Esa mochila pesa. Siempre tienes que intentar irte superando año tras año. Este año, por ejemplo, una de las dificultades del concierto de Gladiator está siendo el címbalo. Es un instrumento muy particular que utilizó Hans Zimmer para la banda sonora. Sin embargo, en Canarias no existe. Hay que traerlo de fuera, y hay que traer al solista también. Esta realidad isleña a veces representa un inconveniente, pero el equipo de producción es fantástico y estamos todos remando en la misma dirección para sortear las dificultades como hemos hecho durante todos estos años».
¿Hay alguna edición a la que guarde especial cariño? «Hay varias. La primera, porque fue el nacimiento del festival y pudimos cumplir ese sueño común con mi amigo Don Davis (compositor de la saga Matrix). Cenando en su casa de Malibú pusimos sobre la mesa la posibilidad de algún día compartir el escenario e interpretar y dirigir nuestras piezas. Y ese fue el primer concierto de clausura de la historia de Fimucité en el año 2007, imagínate.
Después me vendría a la cabeza la 4º edición (2010). Un recital maravilloso que titulé The Spielberg-Williams Connection, donde dirigí las grandes partituras de este dúo sublime. Williams es uno de mis compositores favoritos de la historia de la música del cine y una inspiración para mi como músico. Por otro lado, Spielberg es uno de mis directores preferidos, así que poder dirigir todas esas partituras que pasaban por mi cabeza de niño y que me forjaron como amante del género y como artista fue un sueño hecho realidad. Poder hacerlo, además, con el beneplácito oficial de John Williams y haberle podido entregar ese año el premio Fimucité fue algo maravilloso que no olvidaré en mi vida.
El tercero y último que nombraría sería la histórica celebración en la 6º edición (2012) del concierto oficial del centenario de Universal Pictures Studios. Es decir, el estudio de cine más grande del mundo. No se celebró en el Hollywood Bowl (Los Angeles), sino que ellos quisieron y permitieron que se celebrara aquí, en Tenerife y que yo lo pudiera co-programar junto con Robert Townson, el famoso productor de música para cine de Hollywood».
Cuentan con el apoyo de Turismo Tenerife para el desarrollo del festival. ¿Piensa que esta puede ser otra forma de atraer otro tipo de turismo? «Por supuesto, no es que pueda ser, es que es un catalizador de turismo cultural. Evidentemente el grueso de nuestro público es canario y nacional, pero también recibimos personas que cada año cogen tres y cuatro aviones para venir. Viajan a la isla, se alojan en nuestros hoteles, comen en nuestros restaurantes… Tradicionalmente, los máximos exponentes de promoción de la isla han sido el sol y la playa, pero existen más. El turismo cultural es una realidad palpable a día de hoy y Fimucité, como una de las principales marcas culturales de Canarias, es uno de sus principales exponentes».
«Tener una seña de identidad es el santo grial de todo artista»
¿Hay algún proyecto en el que estuviese interesado y que acudiese al equipo para participar en él en lugar de esperar a que contactasen con usted? «Te puedo hablar de uno que, además, es uno de los grandes éxitos de mi carrera. Tuvo que ir Mahoma a la montaña en lugar de al revés. Y fue ni más ni menos que el Fotógrafo de Mauthausen (Mar Targarona, 2018). Yo fui a por esa película porque vi una fotografía espectacular de Mario Casas durante el rodaje. Estaba caracterizado, muy flaco, con la vestimenta del campo de concentración y una cámara de fotos. Aquello me impactó muchísimo. Me di cuenta de que no había compositor acreditado y conseguí el contacto de la directora. La llamé, me presenté, empezamos a hablar y surgió el enamoramiento profesional Mar Targarona-Diego Navarro. A día de hoy ya llevamos 4 películas juntos, si no recuerdo mal».
¿Como artista tiene alguna seña de identidad en sus composiciones? «Dicen que si. Al final es el santo grial de todo artista y que a veces en toda una vida no se llega a conseguir. Hay una anécdota muy bonita de un gran seguidor que tiene contacto personal conmigo. Un día, él estaba yendo a su trabajo en coche mientras oía la radio y me llamó. Me dijo: «Oye, que estoy escuchando una partitura que me está encantando. Están hablando de una película española que está teniendo mucho éxito ahora, y ostras, me suena a ti un montón». Y me dice: «Es el Fotógrafo de Mauthausen. ¿Tú lo has compuesto?». El que te suceda eso es maravilloso».