La protagonista en la portada del cortometraje. Foto: PULL

El cortometraje ‘Confecciones Saavedra’ conquista festivales en Tokio y Suecia

Artes y Humanidades

El Teatro Municipal de San Bartolomé en Lanzarote fue el lugar elegido para el estreno del cortometraje Confecciones Saavedra el día 19 de noviembre a las 20.00 horas. Una producción que recorre y documenta la historia de Juana Saavedra, empresaria y fundadora de la primera murga femenina de Canarias. El corto llega al Archipiélago tras ser seleccionado en diferentes festivales internacionales y haber ganado dos premios: Silver Winner al Mejor Corto Documental en el Tokyo Film Awards y Mejor Corto Documental en Lulea International Film Festival de Suecia.

El reportaje se hace con la intención de narrar la vida de una chica que nace en el pueblo de Mácher y tras casarse se mudó a San Bartolomé donde monta una tienda de ropa. La protagonista de la obra abrió Confecciones Saavedra, hace 40 años, en 1982. Siempre fue una joven emprendedora, incluso cuando no estaba bien visto que las mujeres lo fuesen.

Este pequeño comercio se convirtió en el epicentro del pueblo y vivió su esplendor en los años 80 y 90. Poco a poco fue ampliando y remodelando su negocio. En la actualidad no funciona, pero ella no se atreve a bajar la persiana de su local, aunque en el escaparate lleve dos años colgado el cartel de Remate Total porque su experiencia vital se encuentra ligada a este sitio.

«El día que nos contó que se jubilaba y cerraba la tienda decidimos filmarla»


Pedro Ayose y José Martret son los directores y productores del corto. Consideran a Juana como una auténtica fuerza de la naturaleza y decidieron hacer el documental porque «el día que nos contó que se jubilaba y cerraba la tienda, algo sucedió en nosotros y decidimos filmarla».

Saavedra era dueña de una tienda, empresaria, actriz, fundadora de la murga Las Revoltosas, etc. Además, siempre ha estado presente en la vida de Pedro Ayose, ya que «los primeros pantalones vaqueros de campana me los compró mi madre en Confecciones Saavedra, también llamada Casa Juana».

José Martret la conoció a través de Ayose y quedó fascinado por «su personalidad, energía y desparpajo». Asimismo, «es un lugar único con historia fascinante que está indefectiblemente unido a la historia de la mujer que lo creó» declaró Martret. Considera al establecimiento como «una especie de Titánic, que disfrutó de grandes años de esplendor y regocijo, pero que ahora yace sumergido en el fondo de los mares del olvido». Concluye con que para él el gran tesoro es Juana Saavedra, que ahí permanece, jubilada, pero sin acabar de cerrar las puertas, incapaz de despedirse de esa parte de su vida.

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