Hay que saber diferenciar entre lo que es verdad y lo que es mentira dentro de las redes sociales. Foto: Pull
Hay que saber diferenciar entre lo que es verdad y lo que es mentira dentro de las redes sociales. Foto: PULL

Dosis de realidad

Opinión

Paula se despierta todas las mañana a las ocho para hacer ejercicio. En vez de beber agua mineral, bebe agua de coco porque le hidrata mejor la piel. Desayuna un bol de yogur con avena y fruta, pues tiene que ser sano para no engordar ni retener líquido y se va a pasar el día al barco de su nueva amiga. Capta una puesta de sol de ensueño mientras lleva un bikini de más de cien euros y se dirige a su casa de dos pisos con jardín para realizar su rutina de cuidado facial de noche que evita las arrugas.

Nadie conoce a Paula, pero gracias a una red social llamada Instagram se conoce su vida. Como ella hay miles de influencers que cuentan su día a día envidiable a los ojos de cualquier espectador, abrumado de tanta vida idílica y cuerpo perfecto. Sin embargo, lo que muestran, poco se asemeja a la realidad.

Seguro que Paula tiene mucho dinero, pero ni bebe agua de coco, ni se despierta a las ocho ni se alimenta a base de lechugas. Y, seguramente, acaba el día de una forma muy distinta a como aparenta en redes. El verdadero problema de este mundo es que miles de personas sueñan con estas vidas perfectas y odian su vida monótona por no viajar a Fiji los fines de semana.

«Si no tienes un cuerpo normativo te puedes sentir bastante excluido, incluso raro»

Para las empresas es más factible anunciar sus productos a través de personas que tienen millones de seguidores que a través de un anuncio en la televisión. Esto es debido a que usan la influencia que tienen a cambio del dinero que les ofrecen las marcas. Parece sencillo, lo es y mueve muchísimo dinero.

La juventud aspira a tener lo que consideran el mejor trabajo del Mundo: pasas tu vida viajando, en el gimnasio, comiendo en los mejores sitios y comprando ropa, todo patrocinado por las marcas más famosas y un ejército de followers. Por eso muchas personas exageran en sus perfiles o mienten descaradamente para atraer fans y potenciar su estatus.

Mentiras e influencers son dos palabras que podrían ir de la mano. Según el informe anual Influencer Marketing, de los 35 millones de euros invertidos el pasado año en campañas con influencers, doce no generaron ningún retorno para las marcas. Uno de cada cuatro seguidores resultó ser un perfil falso, y uno de cada cinco likes era comprado. Sin embargo, el verdadero problema no es que engañan a las empresas inflando sus datos para conseguir dinero.

Si no tienes un cuerpo normativo, es decir, flaco pero no demasiado, alto pero no mucho y con curvas pero sin pasarse. Si no puedes permitirte viajar dos veces al año a algún sitio paradisiaco, Si no comes sano o si no vas al gimnasio todos los días, te puedes sentir bastante excluido, incluso raro.

Todo cambiaría si fuera más real, más cercano y más veraz. A mucha gente puede no causarle ningún efecto, pero en Instagram un alto porcentaje son menores, por lo que habría que andar con mucho más cuidado. Concienciar a los menos incrédulos que esta es una realidad completamente sesgada parece conveniente.

 

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