“La ayuda humanitaria se ha convertido en un arma de guerra”

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El Centro de Estudios Africanos (CEA) de la ULL se fundó hace 25 años de la mano del catedrático en Antropología Antonio Tejera Gaspar. A pesar de que empezó con mucha fuerza, tuvo un periodo de inactividad, y se retomaron sus funciones en el 2006. Se reactivó por una iniciativa de personas interesadas en temas africanos, liderada por el anterior rector de la ULL José Gómez Soliño.

José Adrián García Rojas es el actual director del CEA, además de profesor de Ciencias Políticas y especialista en los procesos electorales.

¿Por qué se declina por África? «Yo me he dedicado a temas de Canarias desde hace tiempo. En el día a día, y más con la situación que estamos viviendo ahora, los medios de comunicación me piden análisis de los pactos políticos posibles, pero estoy un poco saturado. Quiero reconvertirme. Y pensé: Tenemos a África ahí al lado, ¿por qué no prestarle más atención? Así que me empezó a interesar lo subsahariano. Fui a uno de los grandes centros de investigación africana de referencia mundial, en la Universidad de Michigan State. También fui a Florida. Y así comenzó todo».

¿Quiénes integran el equipo del CEA? «Aparte de mí, que me encargo de la Ciencia Política, en el equipo directivo estamos Carmen Ascanio y Fernando Carnero. La actual vicedirectora, Carmen, es socióloga. Ella trabaja los temas de género en África. Fernando, profesor de Historia Económica y secretario del centro, es uno de los que más estudios ha publicado. También está con nosotros el profesor José Gómez Soliño, investigador de las lenguas africanas, como el wolf. Y varios miembros más».

¿Qué destacaría del CEA? «Una de las funciones más importantes del centro de estudios africanos es hacer una red de contactos. Intentamos ser conocidos y que alumnos nuestros puedan estudiar fuera.  A nivel individual tenemos muy buena conexión con, por ejemplo, el centro Los mundos africanos de Burdeos. Es muy prestigioso porque pertenece al equivalente del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en España y está dentro del instituto de investigación política de la ciudad. La inversión económica que se destinaba a los centros de estudio ha disminuido en los últimos años, lo cual retrasa y entorpece el trabajo en muchos aspectos. Por ejemplo, los gastos de movilización de los investigadores los tienen que costear ellos por su cuenta. Las becas de intercambio entre las Universidades de Dakar, Cabo Verde o Agadir también se han reducido. Se trata de subvenciones que da el Gobierno de Canarias, las cuales ayudan a nutrir los másteres de esta Universidad, y a todo su entorno. Aunque el máster en el que nosotros colaboramos no ha pasado de los tres alumnos, por lo que no se ha podido ofertar este año ni el anterior. Pronto se reactivará, si conseguimos reunir estudiantes que lo demandan».

¿A qué otra parte afectan los recortes? «Los estudiantes africanos que vienen a España, por regla general, no tienen dinero para mantenerse. Retirarle el dinero de las becas a estos chicos estando aquí repercute en su rendimiento académico. Tiene que haber una política de Estado para el fomento para los centros de estudio, con el fin de permitir un flujo de estudiantes satisfechos que aprovechen su estancia, tanto los que acuden a Canarias como los que lo hacen a África».

¿Tienen relación con entidades parecidas al CEA? «Hacemos colaboraciones con el Instituto de Enfermedades Tropicales y de Salud Pública de Canarias, aunque no trabajamos para el mismo fin. Este año volveremos a participar juntos en una actividad que se llama Campus África. Dinero no podemos dar para su desarrollo, pero estamos encantados de ofrecer conferencias o mesas redondas. El Cabildo de Tenerife y nosotros tenemos un proyecto en común: fomentar los másteres en estudios relacionados con África premiando los mejores resultados. Podríamos tenerlo activo para el curso que viene, pero aún hay que madurarlo. El objetivo de esto es que se estudie más el continente vecino a través de los alumnos. Aunque también tienen presupuestos ajustados».

Muchas personas se cuestionan la labor de las ONGs en África… «En algunas zonas, no en todas, la ayuda humanitaria se utiliza como un arma de guerra. El hambre se ha convertido en un instrumento de mediación. Hay algunos países que no se representan en los medios de comunicación, nadie conoce lo que sucede en ellos. Este es, por ejemplo, el caso de Myanmar, donde hay unas 18 pequeñas guerrillas activas que luchan por su supervivencia. Es posible que el gobierno esté presente en un 90% del territorio de la nación, por lo que hay un interlocutor para muchas cosas, se puede presionar a los grupos armados y controlarlos un poco. Por tanto, la ayuda humanitaria que pueda llegar allí se reparte más o menos de una manera equitativa. Somalia es otro espacio olvidado por los medios. El territorio somalí está dividido sin fronteras reconocidas oficialmente, se trata de límites móviles determinados por los señores de la guerra, cuya legitimidad es la fuerza. No existe control. Somalia está en conflicto interno desde 1991. Allí se lucha en la actualidad por lo poco que hay, y las ONG, a pesar de sus buenas intenciones, no tienen resultados eficaces».

¿Qué podemos hacer para que el CEA lo conozcan más los alumnos de la ULL? «Está claro que no nos sabemos vender, pero la culpa no es solo nuestra. La Universidad, los alumnos y nosotros nos tenemos que poner de acuerdo para que la información se haga visible. En el exterior se conoce al CEA, al igual que en el Cabildo y en otras entidades públicas de Canarias. Pero cuando nombro al centro delante del alumnado nadie sabe de qué se trata, ni que está en la misma Facultad en la que reciben clase».

Nací en Marte, me crié en Macondo y vivo en "El país de las maravillas", en donde intento que no se muera la última planta que queda en el mundo. En mis ratos libres salgo mal en las fotos al propósito y estudio periodismo.

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