Asistimos a la muerte del género en Reino Unido. Su marco legal sólo acoge ahora a hombres y mujeres basándose en su sexo biológico, dejando desamparadas a miles de personas transgénero que viven en el país. La sentencia apunta a perfilar los efectos de la Ley de Igualdad de 2010 y discriminará a una población minoritaria y reprimida, con consecuencias que tendrán un impacto significativo en la sociedad. Una decisión que agita el avispero y recuerda que ningún derecho se puede dar por ganado.
En la escena internacional muchas Terf (feministas radicales transexcluyentes) celebraron los hechos, acompañadas por quienes las apuntan con el dedo por el hecho mismo de ser mujeres. De esta decisión cambiarán muchas cosas: las personas trans no podrán acogerse a la ley para evitar ser desplazadas de las competiciones deportivas y se las excluirá de espacios no mixtos, como clubes de lesbianas o refugios para mujeres maltratadas, tal y como dicta la sentencia. Y entre líneas podemos leer algo preocupante: lo que define a una mujer es tener vagina. Ahora las mujeres son eso en el Reino Unido: vaginas con piernas.
Uno de los rostros del movimiento Terf es la célebre escritora J. K. Rowling. Una escupe letras que dio el bombazo con la saga de Harry Potter y que ahora dedica sus días a abonar el terreno para la discriminación y el odio dentro de la Pérfida Albión. Parte de sus ganancias financian una campaña masiva que sólo está cimentada en el asco hacia las mujeres.
La negligencia social inglesa es un paso más
Las personas trans existen. Es un hecho avalado, entre otros, por la American Psychological Association. Discutir sobre esto es materia del siglo pasado y no merece más mención. Lo preocupante y que sí necesita una reparación inmediata es lo normativo que se ha vuelto el odio enmascarado de crítica legítima, como si su existencia fuera un crimen.
Uno de los primeros desvaríos del presidente estadounidense Donald Trump fue firmar en contra de la participación de mujeres trans en competiciones deportivas. En su lucha política se incluye un enfrentamiento abierto contra la agenda woke, un término insustancial que goza de contenido según quien lo pronuncie y que cada día engloba más cosas. Este chocheo de Trump, junto a la decisión de los magistrados ingleses, recuerda algo importante: aunque parezca irrisoria, esta situación es muy peligrosa, algo que olvidamos cuando la actualidad se asemeja más a la que reflejan las páginas de El Mundo Today. Nos gobierna una élite mezquina a la que no le importamos nada.
Y son estas motas de polvo las que se juntan y forman montañas mediáticas, como la que cayó sobre la boxeadora olímpica argelina, Imane Kheliff e, igual que a ella, Caster Semanya, Dutee Chand, Christine Mboma… entre muchas otras deportistas cisgénero acusadas en una caza de brujas que tiene como principal objetivo negar una evidencia científica: sexo y género no son lo mismo. Esta lucha Terf del deporte las retrata, porque lejos de casos anecdóticos, su fútil lucha se contradice con sus presuntos valores feministas.
«Ya no está claro qué significa la transfobia»
La jurista e investigadora en la Universidad de Kent Flora Renz ha compartido su punto de vista sobre la mencionada sentencia. Además de una detallada explicación de sus consecuencias legales, Renz se posiciona: «Ya no está claro qué significa la transfobia». Una frase que causa miedo al diablo porque, si no sabemos definir lo que nos hace daño, ¿qué podemos esperar por parte de los órganos que pretenden protegernos? Si hay algo que está claro ahora es que las personas trans están solas en la lucha jurídica, al menos en el Reino Unido.
Vivimos en la era de la aparente empatía. Nos creemos tan superiores a las generaciones pasadas que a veces se nos olvida que el Mundo no cambia de la noche a la mañana. Cuando decimos que ganamos derechos debemos tener claro que solo conseguimos un salvoconducto temporal, un pase de prensa que nos permitirá disfrutar de nuestras libertades e identidad por tiempo limitado. Porque la tormenta regresa y esta vez ha surgido en occidente, amenazando con arrasar todo a su paso.