Se culpa de la violencia de los niños a los videojuegos. Foto: PULL

Videoconsolas, ¿culpables o inocentes?

Opinión/Videojuegos

Los videojuegos han sido objeto de muchas críticas negativas y acusaciones a lo largo de su existencia. Los pequeños son sus víctimas y sufren sus consecuencias; los padres a veces consiguen paliar las influencias pero, de vez en cuando, son los propios causantes del problema. Parte de la culpa reside en la educación que dan los padres a sus hijos. Los niños, aunque ya no lo sean tanto a los 14 o 15 años, están expuestos constantemente a este formato de entretenimiento, a veces, demasiado.

Todavía se forman como personas y siguen creando su forma de ser, sus valores, sus ideas… Y al mismo tiempo son muy influenciables. Si lo único que conocen son los títulos con asesinatos, armas, drogas y demás como protagonistas, al final lo verán como una realidad y acabarán imitándolos.

Los padres han de controlar las conductas de sus hijos y han de llevarlos por el buen camino, al igual que establecer un control en el horario de juego. Muchos, a causa del cansancio o la influencia de la tecnología, delegan su deber de crianza de los hijos en los móviles y videojuegos para entretenerlos y hacer menos trabajo. ¿Cuántas veces hemos visto en la calle a bebés en los carritos sujetando un móvil casi tan bien como nosotros? ¿Cuántos niños han dejado de corretear por las calles para sentarse y usar su iPad? ¿Cuántos pequeños nos ven con el móvil en la mano y nos preguntan qué juegos tenemos y si pueden jugar con él? Las nuevas tecnologías son los “nuevos padres”.

Sin embargo, a los niños les da igual Facebook, Instagram o Twitter. A ellos solo les interesan los títulos como Far Cry, Call of Duty, Overwatch… Y cuando por fin salen a la calle a jugar, realizan los bailes del Fortnite e imitan disparos de otras entregas (“Pium”, “pam”, ¡headshot!, “¡Arg!, ¡me han dado!”). Además, en la plataforma de YouTube encuentran cientos de Youtubers que hacen los llamados gameplays -muestran la dinámica del videojuego jugándolo- dedican casi su vida a ello, y son personas que los pequeños de hoy tienen como referentes.

¿Y las situaciones familiares? Un caso aparte, con padres problemáticos que a penas hacen casos a sus hijos y estos se desahogan en la pantalla y la PlayStation, poco a poco convirtiendo estos en una especie de droga que los transforman. Se convierten en algo parecidos a esas criaturas violentas e irracionales que tenemos que matar con el mando de la consola. Al fin y al cabo, eso hacen los videojuegos, hasta cierto punto atontan a las personas, siempre y cuando estas no tengan el control necesario.

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