Estoy harta. Estoy cansada de tener miedo de todos a todas horas, de mirar hacia atrás cada diez segundos cuando ando sola por la calle y de observar con pavor a quien me mira. Pero también temo conocer a alguien y enamorarme, me da un miedo horrible tener una pareja machista que al principio me engatuse para más tarde menospreciarme, infravalorarme, intimidarme, agredirme y matarme. Y no, no estoy siendo exagerada como me califican muchísimos hombres al escucharme hablar así. Es imposible que exagere cuando ya son 16 las mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en lo que va de año en España, el doble que en el mismo periodo de 2018.
Cada día que me siento a ver los informativos en la televisión me das ganas de llorar de la impotencia tan grande que siento al escuchar nuevos casos de violencia machista y no poder hacer nada por frenarlos. El día que no han asesinado a una mujer, se ha producido una nueva violación, o si no han absuelto a violadores y maltratadores. Esa es la información que recibimos día tras día en un país que, aunque para muchas cosas resulta ser muy adelantado respecto a otros, parece que en cuestiones de educación y respeto no hace más que retroceder ¿Cómo es posible que un juez tras ver un vídeo de una violación grupal a una chica anuncie que no ha sido en contra de su voluntad porque en las imágenes se le ve disfrutar y no opone resistencia? Es de locos.
¿Hasta cuándo?
No paro de preguntarme cuándo llegará el día en que esto cese, que no tengamos que vivir sufriendo solo por el hecho de haber nacido mujer. Tengo ganas de vivir en un mundo en el que nosotras, las mujeres, podamos ser libres de verdad, sin ataduras. Sin que nadie cuestione si nuestra ropa está bien o mal, si vamos ebrias o no, si opusimos resistencia y dijimos “no” o simplemente nos dejamos violar porque nos gusta. No dejo de soñar con ese mundo idílico que, con la poca esperanza que me queda, diré que lo veo muy lejos. Ojalá me equivoque, pero me remito a los hechos y creo que aún nos queda mucho que sufrir.
La única arma que creo capaz de poder combatir contra este machismo tan atroz es la educación, la base de todo. Ya que esto en casa no siempre funciona bien, mi propuesta es implantarlo en las escuelas. Que de alguna manera se enseñe a respetar a todo el mundo, incluidas las mujeres; a valorarnos como nos merecemos, sin ser nadie mejor que nadie. Se necesita aprender educación sexual desde niños para poder arreglar y transformar la sociedad en la que vivimos. Tenemos que dejar de darle más importancia a las asignaturas troncales como Matemáticas o Inglés que a esta, ya que, si no, en el futuro seguiremos teniendo una sociedad de matemáticos y bilingües machistas y sin educación ninguna. Y eso es demasiado triste para el siglo XXI.