Carlos Almeida Alemán. Foto: PULL
Carlos Almeida Alemán en uno de sus proyectos como modelo. Foto: PULL

«No hay ni puede haber lugar en este mundo para la discriminación y el odio»

Sociedad

Carlos Almeida Alemán es un influencer canario que pertenece al colectivo LGTBIQ+. A sus 22 años quiere mostrar a través de las redes sociales lo importante que es ser como se quiere ser, tal y como él hace. Aunque no forma parte de ninguna organización que defienda los derechos de este colectivo, sí colabora con empresas y marcas que ponen gran empeño en esta causa. Y es que a pesar de dejar hace poco los estudios de diseño, sigue involucrado en el mundo del de la moda y modelaje, algo que le apasiona y lo ha convertido en un trabajo. Se describe como una persona inteligente, con timidez pero valiente y con determinación para cumplir sus objetivos.

¿Cuál ha sido su experiencia personal siendo del colectivo? «Bueno, en mi caso tardé mucho en decir mi orientación sexual. Traté de ocultarlo por mucho tiempo simplemente por miedo del qué dirán. Lo pasaba mal porque no veía el momento de cuándo diría lo que sentía. Por suerte no llegué a sufrir bullying ni cualquier tipo de acoso, sino los típicos insultos, que cuando me los decían es obvio que lo pasaba mal, pero llegó el día en el que ya no me afectaba. Yo no me identificaba con la palabra maricón, sino con la palabra gay, que es lo que soy. Esos típicos insultos, fáciles de decir, dejaron de hacerme daño el día en el que empecé a aceptarme como era».

«En ese momento me sentí libre y sin miedo de lo que me dirían porque ya tenía el apoyo de quien verdaderamente necesitaba, mi familia»


¿Ha recibido el apoyo que debería y merecía? «He tenido suerte, doy gracias a la familia y las amistades que me han tocado. Sobre todo a mi madre que fue la que habló conmigo, y con la cual tuve una larga charla que terminó en lágrimas, abrazos y en la frase «mientras yo, tu hermano y tu hermana te apoyemos, te tiene que dar igual lo que diga el resto». Sinceramente, sin esa conversación con mi madre no hubiera tenido la fuerza ni el impulso de salir del armario. Fue ahí cuando me encontré como una paloma, por fin pude respirar bien y no sentía esa presión en el pecho ni ese miedo continuo. En ese momento me sentí libre y sin miedo de lo que me dirían porque ya tenía el apoyo de quien verdaderamente necesitaba, mi familia».

¿Cuánto y cómo le afecta que todavía, en pleno siglo XXI, les sigan mirando como si fueran personas raras? «Muchísimo, por alguna razón esas personas piensan que tienen la libertad de juzgar tu vida por ser gay o pertenecer al colectivo. Que en pleno siglo XXI aún vean así al colectivo, como «raros». Creo que a estas alturas ya podemos tener claro que, sin ninguna duda, las manifestaciones del Orgullo tienen que ser como son, hay que reivindicar. Es lo único que ha conseguido que homosexuales (en mi caso) y demás que pertenecen al colectivo saliéramos adelante hasta estar donde estamos hoy, aunque todavía queda mucho camino. Ha sido la única forma de demostrar a quienes piensan que las marchas y visibilidad del colectivo se hacen porque queremos derechos especiales que no es así, no quiero ser especial. Quiero que no nos discriminen, que no me maten, que no me insulten en la calle, quiero respeto, quiero libertad. Poder ser quienes somos, sin sentir que nos oprimen, queremos ser libres».

Queda mucho que mejorar


¿Qué piensa de que haya gente que cree que la homosexualidad es una enfermedad que hay que curar? ¿Y qué le diría usted a quienes les intentan cambiar? «Durante años, se nos ha llegado a intentar convencer de que ser homosexual era una cosa mala, cuando en realidad era todo lo contrario. Eso es lo que hace que sea la sociedad la que realmente está enferma. Estoy ya muy pero muy cansado de estas situaciones, de que me digan que no soy normal por amar a quien yo quiera. A lo mejor los que no son normales y tienen problemas psicológicos serios son el resto. Tener una orientación sexual, identidad o expresión de género distinta es algo normal».

¿Cuál es su pensamiento y emociones al ver que un partido político como Vox coge fuerza en España? ¿Qué cree que refleja esto? «Sinceramente y con la mano en el pecho se me encoge el corazón al pensar cómo tantas personas pueden tener la mente tan cerrada y llena de ignorancia a pleno siglo XXI. Cómo un partido quiere deshacerse de los derechos de las personas por las que generación tras generación se ha luchado tanto por conseguir, y ya no hablo solo por el colectivo, sino también por las mujeres. El ver que tantas personas se ven reflejadas en este partido, y que están de acuerdo y comparten las mismas medidas, me parte el alma. Es muy triste».

¿Considera que España podría ser un ejemplo a seguir? ¿Cómo observa al resto de países? «No, aunque se hayan conseguido cosas, hay mucho por lo que seguir luchando. Todavía se sigue insultando, pegando y hasta incluso matando a personas del colectivo, con lo cual España no es un ejemplo a seguir en cuanto a este tema. Actualmente hay varios países en los que ser o pertenecer al colectivo LGTBIQ+ está bien visto. Dichos países como Países Bajos, Bélgica, Canadá y España fueron pioneros en decir sí al matrimonio igualitario y ha avanzado en países y regiones donde la aceptación del colectivo es bien vista. Sin embargo, todavía hay muchísimos países como Arabia Saudí, Irán, Sudán, donde aún es mal visto e ilegal, e incluso en donde pertenecer al colectivo se castiga con pena de muerte».

«La libertad y la igualdad son derechos elementales de la sociedad y deben ser siempre respetados»


Veo que muestra su personalidad a través de Instagram. ¿Tiene un objetivo? ¿Y cuando sale a la calle se muestra igual? ¿Qué siente? «La verdad es que no tengo un objetivo en concreto, sino simplemente mostrarme tal y como soy, de forma natural, espontánea, y si a raíz de eso llegan cosas y la gente se siente identificada conmigo y les sirvo de ayuda, pues bienvenida sea. A pesar de siempre estar con el pensamiento de si me va a pasar algo, o del que dirán, salgo a la calle con la cabeza bien alta. Me gusta mostrarme tal y como soy, siendo y vistiendo a mi manera, estando seguro de mí mismo, sin miedo y siendo feliz».

¿Piensa que el cambio está cerca o hay mucho que hacer todavía? ¿Y cuál cree que es el paso a seguir? «Ojalá pudiera decir que no hace falta ningún cambio, pero tristemente todavía queda un largo camino que recorrer, y tenemos la disposición de seguir luchando por un mundo donde seamos libres, por una sociedad sin discriminaciones, donde el amor no sea juzgado y sobre todo donde ninguna persona tenga miedo de ser quien es. La libertad y la igualdad son derechos elementales de la sociedad y deben ser siempre respetados. Ojalá les entre en la cabeza que no hay ni puede haber lugar en este mundo para la discriminación y el odio. En una sociedad tan dividida se nos olvida que primero somos seres humanos».

¿Qué le diría a esas personas que se sienten oprimidas y tienen miedo por el qué dirán? «Me gustaría comenzar diciendo que ojalá llegue el día en el que nadie tenga que sufrir por ser quién es. Ojalá llegue el día en el que ser del colectivo esté normalizado. Que ninguna persona tenga que vivir fingiendo ser una persona que no es por miedo a sufrir discriminación, agresiones, encarcelamientos, torturas, o ser asesinada. Les diría que sepan que hay mucha gente igual que lo supera y luego ha tenido una vida completamente normal. Puede que no lo sientan, pero que lo sepan. Es un proceso lento de aprender a no aceptar lo que el resto dice que eres, sino de averiguar lo que realmente tú eres».

 

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