Angélica Riquelme y Coca Miranda, las protagonistas de la obra teatral. Foto: PULL

‘Moscas aplastadas sobre la ventana que da al bosque’, universo de metáforas

Cultura / Ocio

La obra teatral Moscas aplastadas sobre la ventana que da al bosque de la autora dramaturga Carla Zúñiga se convirtió en una fuente de reflexión para el público que asistió al Espacio La Granja de Santa Cruz de Tenerife el pasado sábado, 1 de julio, a las 20.00 horas. Durante aproximadamente cincuenta minutos, esta pieza exploró el tema de la maternidad a través de metáforas, permitiendo que la audiencia obtuviera sus propias conclusiones. El relato utilizado envolvió al público en una experiencia única y les llevó a profundizar sobre su verdadero significado.

El espectáculo comenzó con una escena en la que dos actrices avanzaban hacia el público, acompañadas por una inquietante y emotiva música instrumental. Con el transcurso del tiempo, se las observaba sufriendo en silencio, reflejando un profundo dolor y agonía. Al finalizar la pieza instrumental, una de ellas tomó la palabra y dijo: «Todo comenzó con un dolor en el pie».

Las protagonistas, entablaron un diálogo donde mezclaron elementos de la realidad con la ficción, generando un ambiente caótico. A través de esta narrativa, contaron múltiples historias que se entrelazaban y se superponían, destacando la compleja y oscura relación entre una madre y su hija. En este sentido, representaron temas como la aceptación, la culpa o el perdón.

«Por fin te convertiste en algo»


A medida que avanzó la obra, la hija relató los malos tratos que había sufrido a manos de su madre, mientras representaron visualmente su transformación gradual en un árbol de manzana. Su cuerpo se cubrió de raíces, simbolizando su carga emocional y el sufrimiento oculto. Esta metáfora reflejó cómo el dolor y las experiencias difíciles que vivió la joven, se extendieron por todo su cuerpo sin poder detenerse. La familia decidió ubicarla en el jardín, pero la madre, debido a la mala relación que tenían, expresó con auténtica alegría: «Finalmente, te has convertido en algo».

Las actrices, en su intento por contar y representar la obra de manera simultánea, experimentaron ciertas dudas acerca de cuál era la realidad en ese preciso momento. Mientras narraban los acontecimientos y se adentraban en los sentimientos de aquella supuesta joven maltratada por su familia, especialmente por su madre, a las dos les surgían flashbacks de sus propias vidas. Con todos esos recuerdos, descubrieron facetas que antes habían pasado por alto, como el hecho de haber sido abandonadas por sus propias progenitoras sin conocer el motivo. Sin embargo, continuaron con la construcción de su relato gracias a la imaginación.

Por último, una de las protagonistas, a pesar de sus interminables metáforas mientras contaba el cuento, no pudo resistirse a llorar desesperadamente porque no quería seguir interpretando. Ya no sabía lo que era real y lo que no, por lo que su compañera no hizo más que repetir: «Sigamos con la obra, lo vas a entender todo al final» pero ella no quiso seguir con la trama así que lanzó una pregunta final: «¿Qué es lo que ocurre verdaderamente en la historia?». Una pregunta que dejó a sus espectadores con un amplio abanico abierto de conclusiones.

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