Harami, bastarda. Esa es la palabra que, incluso antes de nacer, marcó la vida de Mariam, una de las coprotagonistas de la novela histórica Mil soles espléndidos, de Khaled Hosseini, que recibe su nombre por el poema Kabul de Saib-e-Tabrizi. Mariam nació en 1959 en la ciudad de Herat, Afganistán, en una aislada casita a las afueras. Allí vivía junto a su madre, quien no dudaba en que «como la aguja de una brújula apunta siempre al Norte, así el dedo acusador de un hombre encuentra siempre a una mujer». Sin embargo, la admiración de Mariam por su padre, al que solo veía una vez por semana, parecía ser inquebrantable.
Al cumplir los 15 años, su cotidianidad y percepción de la realidad dieron un vuelco tan inesperado como traumático. A partir de ese momento, durante casi dos décadas, su mundo permaneció inmóvil, solo cargado de sufrimiento silencioso. Los desastres de una guerra interminable en territorio afgano, causada por el intervencionismo de otros países y un conflicto étnico-histórico e ideológico entre la propia población, acabaron trayendo a su vida a la joven Laila, de 14 años, cuando Mariam ya tenía algo más de 30.
Tazas de té entre la violencia dentro y fuera de casa
Sus experiencias vitales son radicalmente distintas: Laila se había criado en Kabul, la capital del país, en un entorno progresista. Su padre, cuyas prioridades eran la seguridad y educación de Laila, aseguraba que «ahora es un buen momento para ser mujer en Afganistán», debido a la ocupación soviética, que comenzó el mismo día del nacimiento de Laila, y que contribuyó a la adquisición de derechos y libertades femeninas, como la escolarización. Al margen de ese razonamiento, aunque él lo tenía presente, quedaba la guerra que se libraba en el país, en la que participaban sus otros dos hijos en el bando muyahidín, y que no cesaba de acumular víctimas.
Tras la derrota de las tropas de la Unión Soviética, las imposiciones de las facciones muyahidines más conservadoras, y posteriormente la aplicación de la sharia (estrictas leyes islámicas) con la toma del poder de los talibanes, esos tiempos de avances feministas fueron arrancados de raíz.
Lo que comenzó siendo una relación de rivalidad, hostilidad, e incluso puede que odio, terminó por forjar una amistad entre las dos mujeres capaz de hacer frente a la opresión patriarcal que las quería enemigas. Mariam y Laila, cuyos destinos se unieron por la desgracia, se presentan en esta obra como una poderosa muestra de sororidad. Y así, un acto tan trivial como tomar un par de tazas de té se convirtió en una vía de escape de la violencia que asolaba sus vidas con bombas, golpes, miedo y el conocimiento del mundo solo a través de un hombre.
De refugiado a médico y novelista
En 1980, a sus 15 años, y un año después de la invasión soviética en Afganistán, Khaled Hosseini, autor de Mil soles espléndidos (2007), obtuvo asilo político en Estados Unidos. Allí estudió Medicina y, en 2003, lanzó su primera obra, Cometas en el cielo, cuyo abrumador éxito le valió su adaptación cinematográfica. En ella, narra la historia ficticia de dos padres y dos hijos afganos con un abismo social entre ellos, de su amistad, y de cómo les afecta una larga e injusta guerra, profundamente marcada por la opresión étnico-histórica.
Además, Hosseini es autor de la novela Y las montañas hablaron (2013) y el poemario Súplica a la mar (2018), este último ilustrado por Dan Williams, y cuyos beneficios están destinados a proyectos de ACNUR para personas refugiadas. El libro publicado en 2013 examina, desde cierta lejanía, las secuelas de la guerra. Trata temas como el amor, el sacrificio, el sufrimiento y el vacío de las promesas que se esconden detrás del conflicto bélico, no solo desde Afganistán, sino también una vez fuera del país, tras huir, llegando a lugares como París, Tinos y San Francisco.
Una mirada femenina afgana
En sus tres novelas, el escritor explora lo que en un principio puede parecer, básicamente, lo mismo: un Afganistán destrozado y dividido, historias de dolor y, en ocasiones, de superación. Nada más lejos de la realidad, Hosseini es capaz de ofrecer múltiples lecturas y perspectivas de la realidad, creando no uno, sino muchos relatos que no se complementan, ya que constituyen una totalidad individual por sí mismos. Todo ello, con un riguroso y detallado telón histórico que arroja luz sobre lo que es la guerra actualmente en el país de Oriente Medio.
La implicación del autor con las personas refugiadas, sobre todo afganas, va más allá de su obra. Creó la Fundación Khaled Hosseini, para la asistencia humanitaria en Afganistán; es embajador de buena voluntad de ACNUR y utiliza sus redes sociales para dar a conocer la situación de su país de origen, a pesar de residir en California desde hace décadas. Este pasado viernes, 13 de agosto, se hizo eco de su preocupación por las recientes ocupaciones talibanas. En sus declaraciones, puso especial énfasis en el caso de las mujeres, quienes, según expresó, «tienen que perder más que cualquier otro grupo».
En Mil soles espléndidos, el autor logra adquirir una mirada femenina afgana y retratar vívidamente la violencia y sufrimiento tan específicos que sufren. Con sutileza pero crudeza, las duras historias de Mariam y Laila reflejan la habilidad que Nana, la madre de Mariam, identificaba como la única necesaria para ellas: tahamul, resistir. Aunque, gracias a la fuerza acumulada tras toda una vida como harami, nutrida con el amor que le dio Laila, Mariam consigue marcar un punto de inflexión que conduce a un final agridulce, pero con cierto consuelo. Real, doloroso y esperanzador.