El rescatador aéreo Joserra Expósito. Foto: I. A.

«Mi mayor recompensa es sacar a alguien sano y salvo del agua»

Sociedad

Joserra Expósito desempeña una profesión de altura. Desde el aire, y colgado de un cable, lleva quince años siendo rescatador aéreo en la isla de Tenerife. Forma parte del equipo del Helimer de Salvamento Marítimo, un grupo de civiles entrenados, física y mentalmente, para afrontar situaciones extremas y salvar vidas en peligro desde un helicóptero. A pesar de ser una profesión arriesgada y dura a nivel psicológico, asegura que le apasiona y no puede considerar «trabajo» a algo le da aporta tanta calidad de vida.

Fue formándose poco a poco y, sin darse cuenta, su inquietud y su estrecha relación con el mar hicieron que hoy ponga su vida en juego para salvar la de otros. Practicó Salvamento y Socorrismo desde que era muy joven, compaginándolo con el surf y la escalada, pero nunca enfocó su vida al ámbito del rescate como algo profesional. A pesar de no saber lo que le espera cada vez que sube al helicóptero, todos los riesgos que corre se ven recompensados cuando saca a una persona del mar y la lleva hasta una zona segura.

Salvamento Marítimo (Sasemar) es una entidad de rescate cuyas labores van desde la lucha contra la contaminación hasta el control del tráfico marítimo. Pero, sin duda, la más importante es la búsqueda y el rescate de personas en el mar durante las 24 horas del día y los 365 días del año. Está provista con medios marítimos y aéreos situados en puntos estratégicos a lo largo del litoral sur y oeste. Además, su personal cuenta con la colaboración de Cruz Roja y de un helicóptero del Gobierno de Canarias para las actuaciones de salvamento.

La cantidad de medios de rescate con los que cuenta la empresa debería ser suficiente como para reducir el número de ahogamientos anuales. Sin embargo, catorce personas murieron ahogadas en Tenerife durante 2019. Convirtiéndose en el segundo territorio de Canarias con más fallecidos a manos del mar, según el Informe Nacional de Ahogamientos (INA) elaborado por la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo.

Los datos demuestran que algo está fallando para que el mayor reclamo turístico sea, además, el más peligroso. Asimismo, esto deja en el aire una pregunta: ¿cuenta Salvamento Marítimo con los medios necesarios para afrontar este problema? El experto asegura que, sin duda, existen recursos suficientes como para asegurar todo el territorio. Además, si no se han incorporado nuevos es porque las peculiaridades del mar y el litoral no permitirían su efectividad.

Complicaciones en los rescates


El equipo de rescate se deja la piel en cada operación para minimizar los riesgos, pero nunca consigue tener todo bajo control. Expósito ha vivido situaciones muy duras y, con los años, ha aprendido a ponerse una coraza para distanciar su vida profesional de su vida personal. «Siempre tengo en mente que esto es trabajo. Cuando te llevas estas vivencias a casa todo se hace cuesta arriba», explica. La sucesión de incidentes ha puesto en el punto de mira la seguridad marítima de la ínsula. Incluso se ha creado una recogida de firmas para establecer una embarcación de rescate en el norte, el litoral más desprovisto de medios de salvamento.

Una embarcación más no hará que haya menos accidentes en el mar y, por ende, que se pierdan menos vidas en él. Expósito cree que el principal hándicap de Tenerife es su orografía, tener un barco de rescate en la zona norte es muy complicado, principalmente, por dos motivos: la complejidad del mar y las características abruptas del litoral.

La mayoría de las veces que una persona cae al agua lo hace cerca de la línea de costa, una zona llena de rocas y en constante movimiento por el fuerte oleaje, lo que hace que la víctima se quede aislada y sin escapatoria. En estos casos las embarcaciones no pueden proceder sin suponer un peligro, por lo que se activa la división del Helimer. El helicóptero actúa cuando la única forma de sacar a alguien del agua con vida es desde el aire.

Aunque la aeronave es capaz de adaptarse a condiciones adversas, hay otras dificultades añadidas que hacen que el tiempo juegue en contra de quien está en el agua. Cuando se produce un incidente, las llamadas al 1-1-2 suelen hacerse en un estado de estrés y nerviosismo que impide a la persona dar los datos precisos de ubicación. Para Expósito, los accidentes que ocurren sobre tierra firme facilitan la localización de la zona, pero desde el mar no siempre pueden aportarse datos que ayuden a encontrar a las víctimas.

«Recuperar un cuerpo del mar permite a los familiares dar descanso a su ser querido, esto hace que sea una pérdida menos dolorosa»


La falta de luz, las condiciones del mar, la ropa que lleva la víctima o las escasas indicaciones que recibe el equipo, hacen que se complique la misión y se tenga que rastrear gran parte de la costa. Además, el ruido ensordecedor del rotor principal del helicóptero provoca que, aunque la persona se encuentre a escasos metros, sea imposible escuchar sus gritos de auxilio. «El tiempo que pasa mientras se busca a la víctima es un factor que juega en su contra», sentencia.

El equipo aéreo es el último en ser activado en la cadena de rescate, por lo que suele enfrentarse a situaciones límite y, en ocasiones, irreversibles. Cuando no se ha podido hacer nada por la víctima, los rescatadores no bajan la guardia y la búsqueda continua hasta que se encuentra a la persona. Evitar que la víctima se pierda en el océano, y nunca pueda ser encontrada, es una prioridad. Expósito confiesa que recuperar un cuerpo del mar permite a los familiares dar descanso a su ser querido, esto hace que sea una pérdida menos dolorosa.

Inconsciencia ante la fuerza del mar


Vivir rodeado de agua tiene sus ventajas y, como es inevitable, también entraña una serie de riesgos. El rescatador considera que a pesar de lo peligroso que puede llegar a ser el mar, la sociedad no es consciente de ello. Destaca, además, que la mayoría de los rescates que ha realizado han sido a personas que caen al agua por no tomar las precauciones necesarias.

Personas que acceden a playas no aptas para el baño, pescadores poco precavidos, turistas que desconocen la zona, curiosos que buscan la foto perfecta y bañistas que se alejan del espacio habilitado para ello, son los perfiles más habituales con los que se encuentran los rescatadores. Antes de acudir a la costa se debe estudiar el territorio y tener en cuenta factores como los cambios en la marea, las corrientes, el acceso y el parte meteorológico.

«Estamos en una isla donde el mar cambia en cuestión de segundos y tiene muchísima fuerza»


Algunas actividades al aire libre, como el montañismo o el ciclismo, requieren del uso de una equipación y de determinadas medidas de seguridad. Sin embargo, Tenerife está llena de zonas acantiladas y áreas que, a pesar de no estar habilitadas para el baño, no tienen prohibido el acceso. Esto ha provocado que la costa se convierta en un área de recreo a la que cualquiera puede acudir sin tomar medidas cautelares. «Estamos en una isla donde el mar cambia en cuestión de segundos y tiene muchísima fuerza», sentencia Expósito.

En su opinión, todas las áreas en las que se permita el baño deberían contar con un servicio de socorrismo activo durante la mayor parte del día. Ya que, según el INA, en 2019 más del 80 % de los ahogamientos en espacios acuáticos se produjeron en zonas sin vigilancia. En el caso de no prestar este servicio, las playas deberían estar debidamente señalizadas y contar con carteles informativos acerca de los peligros y recomendaciones de uso.

La complacencia es la actitud más peligrosa con la que se puede actuar frente al mar, el rescatador afirma que nunca podremos estar cien por cien seguros de que no va a hacernos daño. Aunque SASEMAR ampliara su flota de medios de rescate, esta seguiría siendo insuficiente si la sociedad no se conciencia y adopta ciertas responsabilidades. El mar es un medio hostil e impredecible, incluso para aquellos que trabajan en él a diario y arriesgan su vida para salvar la de otros.

Cómo actuar ante una emergencia


Cualquier contratiempo en el mar, que ponga en peligro nuestra integridad física, es una situación extrema en la que resulta complicado mantener «la sangre fría», apunta el rescatador. Quien lanza una serie de recomendaciones sobre cómo prevenir incidentes y cómo actuar ante ellos.

En primer lugar, aconseja consultar las condiciones meteorológicas y la tabla de mareas, así como evitar las zonas de difícil acceso o en las que se desaconseja el baño. Considera de vital importancia utilizar un equipamiento apropiado, tanto ropa como calzado, para evitar caídas. Además, es recomendable informar de nuestra ubicación y no ir solos a zonas desconocidas. Prevenir es el primer paso para reducir los riesgos.

En caso de caer al mar y no tener forma de volver a tierra firme, la fortaleza mental jugará un papel esencial. Entrar en un estado de nervios hará que el cuerpo agote la energía que debe emplear para nadar y resistir el oleaje. El experto sugiere adoptar una postura que permita flotar en una zona lo más alejada posible de las rocas. Mantener la calma a la espera de los servicios de rescate es una premisa imprescindible.

Saltar al agua para tratar de socorrer a una persona en apuros es lo último que debe hacerse. La mejor opción es proporcionarle algún sistema salvavidas que le facilite el tiempo que pasa en el mar. Llamar a los servicios de emergencia (1-1-2) para informar de las coordenadas de la zona o, en su defecto, aportar la mayor cantidad de detalles posible para facilitar la labor de los rescatadores.

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