Eden Hazard luciendo la segunda equipación del Real Madrid en la temporada actual. Foto: PULL

Las aves fénix no siempre resurgen

Opinión

Eden Hazard se coronó como uno de los mejores futbolistas del mundo en 2018, año en el que firmó una brillante temporada, consiguiendo títulos como la Europa League y la FA Cup con el Chelsea, club londinense al que llegó en verano de 2012 desde el Lille. Este éxito deportivo también se prolongó con su selección, logrando una histórica tercera posición con Bélgica en el Mundial de Rusia, lo más lejos que han llegado los diablos rojos en competiciones internacionales.

Las brillantes actuaciones del extremo de la Louviére no pasaron desapercibidas por los clubes europeos más prestigiosos, y el Real Madrid apostaría por él como el principal refuerzo para la siguiente temporada. A pesar de llegar algo fuera de forma por una lesión, el madridismo se mostraba entusiasmado por la llegada del astro belga que despuntaba con sus increíbles jugadas individuales por la banda izquierda en los terrenos de juego de todo el Viejo Continente.

Tras una pretemporada un tanto decepcionante, Hazard debutaría en competiciones oficiales el 13 de septiembre de 2019, en una ajustada victoria contra el Levante, saliendo desde el banquillo y sin apenas impacto, puesto que aún no se encontraba en plenitud de forma. Sin embargo, en la fase de grupos de la Champions, el Paris Sant-Germain visitó el Santiago Bernabéu en un encuentro donde todas las miradas estaban fijadas en Hazard, ya que sería titular en su primera gran cita futbolística con la elástica blanca.

Aquella noche es recordada por muchos como la mejor actuación del belga en su estancia en el equipo merengue, mostrando grandes destellos de calidad con sus regates, los cuales recordaban a aquel desequilibrante futbolista que fue en Stanford Bridge. Todo parecía indicar que ese partido supondría el inicio de una prometedora etapa en el Madrid, pero todo se vendría abajo durante la segunda parte.

Una dura entrada de su compatriota Meunier, obligó a Hazard a marcharse sustituido y poco después, se confirmó la peor de las expectativas, una lesión en el tobillo le forzó a permanecer en el dique seco por dos meses. Este parón fue el comienzo del calvario que supuso el paso del belga en la capital española, ya que comenzó a encadenar una racha de lesiones de las que jamás levantó cabeza. Poco después del regreso vino la primera recaída, una rotura de espinilla que le mantuvo en la enfermería durante tres meses.

«No todos están preparados para jugar en el Real Madrid, y a pesar de la mala suerte con las lesiones, Hazard es el ejemplo de ello»

Luego de un largo periodo de recuperación, y el parón futbolístico provocado por la emergencia sanitaria del Covid-19, Eden Hazard comenzó su segunda temporada en el conjunto blanco con una nueva lesión en el tobillo. Durante esta misma temporada, un total de 9 partes médicos provocaron que Zidane estuviera 165 días sin contar en sus convocatorias con el belga, cuya autoestima y forma física caían en picado por la falta de continuidad. En el siguiente año la situación apenas cambiaría.

Con el retorno de Carlo Ancelotti a los banquillos, apenas participó en 21 partidos sin dejar grandes sensaciones, y a día de hoy, la situación no parece haber cambiado en exceso. Solo un gol y una asistencia en 321 minutos disputados en la temporada vigente, lo que demuestra que el técnico italiano apenas cuenta con sus servicios y prefiere apostar por la juventud de jugadores como Vinicius Jr o Rodrygo.

A quienes nos gusta el fútbol tenemos un recuerdo de Eden Hazard como uno de los jugadores más desequilibrantes y de los últimos años, capaz de ser un futbolista de los que ganan títulos y marcan la diferencia. Pero entonces, ¿cómo se explica el evidente fracaso de su etapa como madridista? La respuesta es clara: un tema de lesiones y confianza, y que no todos están preparados para soportar la presión que supone jugar en un club como el Real Madrid.

A Hazard todavía le resta un año de contrato, y hay quienes se han resignado y han tirado la toalla con él, y con razón. El rendimiento mostrado se encuentra muy por debajo de las expectativas que existieron al revelarse los 160 millones de euros que costó su fichaje. Múltiples veces se creyó en su regreso, y quizás si aquella entrada de Meunier no hubiera alcanzado su tobillo, la historia sería completamente diferente. Pero la diosa fortuna no lo contempló así, y como consecuencia de una falta de consistencia, el fénix continúa sin resurgir, y parece que nunca lo hará, al menos vestido de blanco.

 

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