La lava no tuvo contemplaciones con ninguna construcción. Foto: D. Hdez.

La Palma: dos años después

Sociedad

Desde el 19 de septiembre de 2021 La Palma quedó marcada por una erupción que sacudió los cimientos de su vida. Las consecuencias han sido devastadoras, superando todos los registros geológicos anteriores y dejando una profunda huella en su historia y su futuro. Lo que comenzó como una señal de la naturaleza pronto se convirtió en una pesadilla para los habitantes de la Isla. La lava se abrió paso con una fuerza imparable, engullendo todo a su paso. En su afán destructivo, el volcán se llevó consigo viviendas, infraestructuras, servicios e instalaciones públicas.

La nueva orografía y paisaje que ha surgido de las entrañas de la tierra es irreconocible. Pueblos enteros y parajes únicos fueron tragados por la lava. Convirtiéndose La Palma en el testigo mudo de su propia tragedia. La vida social y la sensación de pertenecer a un lugar también fue arrasada, dejando un vacío desgarrador en los corazones de quienes llaman a esta Isla su hogar.

Obras en una de las viviendas que se encuentran atrapadas por la lava. Foto: D. Hdez.

Los daños a corto plazo fueron evidentes: toneladas de ceniza, la pérdida de cultivos y cosechas, y una sensación generalizada de desolación. Pero son las consecuencias a medio y largo plazo las que plantean un desafío aún mayor. La pérdida de infraestructuras, servicios, viviendas y terrenos productivos ha dejado cicatrices profundas. El futuro demográfico y económico de La Palma se vio lastrado por la sombra de la incertidumbre.

La erupción volcánica dejó una estela devastadora durante 85 días. Según los datos que ofrece el Istac, 233 casas fueron destruidas en El Paso, 965 en Los Llanos de Aridane y 147 en Tazacorte, sumando un total de 1345. Más de 7 mil personas fueron evacuadas y 2329 resultaron afectadas.

Colada de lava donde Ricardo Camacho reconstruirá su casa. Foto: D. Hdez.

A pesar de la desolación y la destrucción que dejó la erupción volcánica en La Palma, la esperanza de volver a reconstruir ha surgido entre las personas afectadas. Este es el caso de Ricardo Camacho, un vecino de La Laguna, cuya vivienda fue sepultada por la lava el 20 de octubre de 2021. Ahora, con valentía y perseverancia, es la primera persona en conseguir una licencia de obra para hacerse su nueva casa sobre la colada que casi borra del mapa su barrio.

Para él, bajo la lava quedan muchos recuerdos de su familia, su hijo, comidas, reuniones y «todos momentos positivos”. Además, desde el principio, tenía claro que quería volver a vivir en el mismo lugar: «Fui de las personas que no cayó en la especulación del suelo rústico que se produjo al finalizar la erupción».

«Es un duelo constante, pero poco a poco te vas llevando alegrías»


También , afirma que conseguir el permiso de obra no fue muy difícil, pero si ha sido largo el proceso. Sin embargo, “viendo las cosas en frío” compendió que tenía que esperar. Para poder realizar la construcción, del que será su nuevo hogar, debía de cumplir con los requisitos publicados en el Boletín Oficial de Canarias. Y así fue, diez meses después de solicitar la licencia, se la concedieron. En cuanto si ha superado la pérdida de su casa, declara que «es un duelo constante, pero poco a poco te vas llevando alegrías», como cuando supo que podría reconstruir su hogar y empezaron a trabajar las palas sobre la lava.

Por otra parte, el Gobierno de Canarias, en colaboración con el de España, que aportó 5,5 millones de euros, adquirió 104 viviendas, tanto de titularidad pública como privada, para alojar de manera temporal , durante la erupción volcánica y después, a las personas que perdieron sus hogares.

Además, la Administración autonómica optó por que se construyeran 121 residencias modulares prefabricadas con una inversión de 7,1 millones de euros. También, están compuestas por 36 unidades fabricadas en madera y 85 en forma de dos contenedores, que fueron instaladas en Los Llanos de Aridane y en un espacio urbanizable de El Paso.

«La luz naranja de la lava entraba por la ventana y nos despertaba»


Sin embargo, la erupción del volcán ha dejado en La Palma a numerosas personas en una situación de desplazamiento forzosa y ha causado estragos en los hogares y vidas de muchas personas. La alta concentración de gases cambió por completo la situación de los barrios de Puerto Naos o La Bombilla. En este último residía Sara Jiménez. El 19 de septiembre de 2021 tuvo que irse debido a la evacuación. Desde entonces, no ha podido volver a pasar ni una sola noche ahí.

Durante las dos primeras semanas de erupción, su familia encontró refugio en el hogar de la madre de la pareja de su hermana, donde tuvieron que adaptarse a un espacio limitado, que tenían que compartir entre muchas personas: «No había intimidad y el volcán no nos dejaba dormir por los rugidos y toda la noche escuchábamos la ceniza caer sobre el tejado. Incluso la luz naranja de la lava entraba por la ventana y nos despertaba».

Casa de Sara Jiménez en el barrio de La Bombilla. Foto: D. Hdez.

Después, se trasladaron al municipio de Tijarafe, pero no mejoró sus circunstancias puesto que «la ubicación de la casa era complicada», subiendo por una cuesta «pasadas las nubes, donde solo había viñas y algunas bodegas». Jiménez señala que la vivienda en sí era pequeña, con solo una habitación, una cocina y un sofá cama.

Pasados dos años, ha encontrado un lugar mejor para vivir con su madre y su hermano en el municipio de Tazacorte, sin embargo, tener a su padre lejos y verlo poco es algo que le hace sentir dolor. Para ella lo más difícil ha sido el cambio constante de un lugar a otro: «Estaba acostumbrada a tener a mis amistades cerca, a poder salir y encontrar algo que hacer en cualquier momento, ya no puedo ir al Varadero a bañarme tranquila, incluso ir al campo de fútbol para ver si hay alguien jugando se ha vuelto imposible».

«La última vez que estuve en La Bombilla fui en barco y me eché a llorar, no hay nada que extrañe más que estar allí»


Jimenez declara que no entendiende la falta de cumplimiento de la promesa del alquiler ya que les dijeron que les cubrirían los gastos cada cuatro meses. «El primero tardó muchísimo. Mi madre tuvo que abonarlo de su propio bolsillo cuando creíamos que eso ya estaba solucionado. No sé ni de dónde sacó el dinero. Han pasado cerca de ocho meses y aún no han realizado el segundo pago», subraya.

«La última vez que estuve en La Bombilla fui en barco y me eché a llorar, no hay nada que extrañe más que estar allí, con mi gente, en mi hogar, escuchando el mar. No puedo expresarlo con palabras», relata la joven. Para ella La Bombilla es su lugar favorito en el Mundo:  «Cada vez que voy, lo que más me entristece es saber que me iré sin saber cuándo podré volver. La incertidumbre es lo peor. No sé qué deparará el futuro ni qué hacer para cambiar las cosas. Estamos todas las personas del barrio agotadas de intentar hacernos escuchar».

Cementerio de Las Manchas cubierto de lava. Foto: D. Hdez.

Pero el volcán no solo destruyó viviendas, también otras edificaciones se vieron dañadas. El 25 de noviembre el Cementerio de Las Manchas fue engullido casi en su totalidad por la lava que se emitió en el centro emisor que salió al sur del principal cono. En esta infraestructura se hallaban casi 3200 nichos y el único crematorio de la Isla, utilizado por alrededor de trescientas familias al año. Respeto a la recuperación de este lugar, el alcalde de Los Llanos de Aridane manifiesta que «la gente ha hecho duelo por su fallecido más de una vez y no puede ser». Su objetivo es generar un entorno en el que las personas se sientan seguras: «Queremos evitarles el dolor a las familias y que tengan un sitio como se merece».

«La LP-212 no volverá, es imposible, no dejan construirla»


En total, el volcán provocó la desaparición de 2308 kilómetros de la carretera LP-2 y 1622 de la LP-212, dividiendo el este de La Palma entre la zona norte y la sur. En cuanto a volver a construir ambas vías, desde el Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane y El Paso confirman que tienen el compromiso de que vuelva a conectarse el Valle de Aridane con el municipio de Fuencaliente de La Palma. Sin embargo, el concejal de Urbanismo Eloy Martín expone que el trayecto que conectaba el barrio de Las Manchas con el municipio de El Paso «no volverá, es imposible, no dejan construirla por estar tan ceca del cono volcánico».

Carretera LP-212 destruida por el volcán. Foto: D. Hdez.

La Plataforma de Afectados por el Volcán de Cumbre Vieja quiere que el Gobierno de Canarias cree una Ley de Volcanes que ampare a todas las Islas. Su aprobación busca asegurar el acceso a una vivienda digna a través del derecho al realojamiento, independientemente de las decisiones políticas gubernamentales.

Además, pretende establecer medidas de reconstrucción y recuperación que abarquen tanto el ámbito social como el económico, con el fin de promover la restauración integral de las áreas afectadas. También, plantean que se brindaría de seguridad y protección a las personas afectadas por erupciones volcánicas presentes y futuras, estableciendo un marco legal que garantice su bienestar y sus derechos en situaciones de crisis.

«Vivimos aquí, no elegimos donde nacer y tampoco vamos a renunciar a nuestra tierra por los volcanes»


El concejal de El Paso, Eloy Martín manifiesta que «es necesaria esa ley». También, declara que no se debería de establecer solo para La Palma sino para el resto de Canarias: «Vivimos aquí, no elegimos donde nacer y tampoco vamos a renunciar a nuestra tierra por los volcanes».

Por otra parte, el alcalde de Los Llanos de Aridane la califica como indispensable, pero cree que a esta nueva norma se ha llegando tarde: «Si lo hubiéramos tenido antes, lo que nos ha pasado en estos momentos, todos los problemas, los tiempos perdidos o las casuísticas generales que se han dado, hubiéramos tenido algo construido para caminar sobre eso y lo que ha pasado es que no había nada».

En estos momentos, La Palma se enfrenta a una nueva época. La Bombilla y Puerto Naos siguen teniendo niveles muy altos de gases que impiden residir ahí, la LP-2 sigue bajo la lava, y las personas afectadas empiezan a rehacer sus vidas en nuevas hogares o han comenzado los tramites para vivir sobre las coladas de lava que truncaron sus vidas. La Isla Bonita ya no será igual.

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