Una vez que el asteroide entra en la atmósfera se enciende transformándose en un meteorito. Foto: PULL

Objetivo: desviar asteroides

Ciencias

El 6 de diciembre de 2016, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 30 de junio como el Día Internacional de los Asteroides, en concreto a raíz del suceso originado en Tunguska, Rusia, en 1908, en la que un bólido causó una gran explosión. Este evento sirvió a su vez como un recordatorio de que aquella amenaza que una vez acabo con la vida en la Tierra sigue allí. Por ello el Museo de la Ciencia y el Cosmos (MCC) goza de una exposición temporal informativa sobre los asteroides, que abrió sus puertas el 30 de junio y que finalizará el 12 de septiembre de este mismo año.

Tal como citó el doctor Javier Licandro, experto en cuerpos menores (asteroides y cometas) e investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), en la conferencia emitida en el propio MCC el pasado 2 de julio, la pregunta ya no es si caerán asteroides, sino cuándo. Más en concreto, convendría preguntarse si la comunidad científica está preparada para ello.

Lo que comenzó como una estela normal en la mañana del 15 de febrero de 2013, en la ciudad rusa de Chelyabinsk, terminó por ser una lluvia de meteoritos que dejaría a su paso a más de mil personas heridas e impactantes daños materiales. Sin embargo, los mayores efectos no los originaron los restos rocos, sino que las ondas de choques fueron las consecuencias más destructivas. Pero sin ser una casualidad aislada, hay antecedentes de que los bólidos suelen visitarnos con más frecuencia de lo que se piensa.

Defensas planetarias


Lo ocurrido en Tunguska y en Chelyabinsk trajo consigo la posibilidad de estudiar en profundidad estos fenómenos, cuyas consecuencias podrían variar entre simples daños materiales hasta el fin de la humanidad tal y como hoy se conoce. Así, el doctor Licandro afirma que «en los planetas, y en particular sobre el nuestro, han impactado cuerpos de diversos tamaños desde su propio origen y van a seguir impactando».

Con diversas posiciones en el Sistema Solar se pueden distinguir a los NEA, los cuerpos celestes rocosos cercanos a la Tierra, y la principal preocupación de la comunidad astrofísica. Para ello se han ideado diferentes defensas planetarias entre la que encontramos AIDA, Dart o Hera (en la que participan investigadores del IAC), cuya misión fundamental no es impactar contra el objeto, ya que esto traería consigo el desprendimiento en pequeños trozos que podrían originar más daño. Lo principal sería, a través del impulso, desviarlo de su órbita y así prevenir futuros incidentes.

Búsqueda de objetos próximos a la Tierra


El Archipiélago es un lugar afortunado para observar cualquier tipo de fenómeno astronómico; no es casualidad que los grandes telescopios se encuentren en Canarias. Gracias a su escasez de precipitaciones y sus latitudes cercanas al Ecuador, las Islas son catalogadas como un lugar ideal para la observación de estrellas, pero también tiene una participación activa con diversas misiones en el estudio y seguimiento de los asteroides, como su incorporación en la Catalina Sky Survey, un programa de investigación dirigido por el Lunar and Planetary Laboratory de la Universidad de Arizona que está especializado en la búsqueda de objetos próximos a la Tierra.

Todos estos fenómenos, que parecen ser una apología al juicio final, no son más que simples eventos desafortunados cuyas pretensiones no nacen con el fin del exterminio, ya que como diría el astrofísico Carl Sagan, «el Universo no parece ni benigno ni hostil, es simplemente indiferente».

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