Itahisa Pérez, directora académica del II Campus de Escultura de Lanzarote. Foto: C. Llanos

Itahisa Pérez: «El Campus permite al alumnado aprender de manera diferente»

Artes y Humanidades

Itahisa Pérez es profesora en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna (ULL) y directora académica de la segunda edición del Campus de Escultura, Arte y Naturaleza de Lanzarote. El evento organizado por la Institución académica y la Fundación Curbelo Santana finalizó el pasado domingo, 30 de julio, y acogió a cinco estudiantes de Bellas Artes, tres de Periodismo y una de la Escuela de Arte de Gran Canaria.

¿En qué beneficia al alumnado este proyecto? «Es una experiencia productiva y poco frecuente que permite al alumnado aprender de manera diferente. Vienen de un formato académico muy pautado que tiene que ver con su propia evolución personal. Cuando llegan a aquí aprenden a adaptarse al medio, a las condiciones y a un proyecto colectivo que abarca una serie de retos y objetivos comunes. Todo dentro de un espacio diferente en el que deben convivir de manera diferente. Se trata de una experiencia que les va a cambiar incluso su manera de concebir el arte».

¿Ha notado alguna mejora en esta segunda edición? «Por supuesto. No puedo dar detalles concretos porque más bien ha sido una sensación que se ha gestado en el escenario. El año pasado, al tratarse de la primera edición, desconocía muchas cosas como el lugar, la organización, la manera de trabajar… Pero este año ha ido todo rodado. He visto un cambio muy notable y espero que el próximo año mejore aún más».

«Siento que el equipo de trabajo ha formado una gran familia»


¿Cómo ha sido la convivencia entre el alumnado de Bellas Artes y Periodismo? «Ha sido increíble ver cómo personas de diferentes áreas se han complementado tan bien. Este año, a diferencia de la primera edición, el alumnado no ha convivido durante el curso académico sino que se ha ido incorporado desde diferentes asignaturas y siento que ha salido una gran familia. Se llevan muy bien y sé que esto no se va a quedar solo en el Campus. De alguna manera va a evolucionar. Es una experiencia inolvidable».

¿Cómo surgió la idea de la pieza escultórica de este año? «El primer día nos sentamos a debatir sobre las problemáticas de Lanzarote y concluimos que el tema de la vivienda era la idea más nombrada. El alquiler masivo a corta distancia acarrea problemas para quienes quieren quedarse temporadas mas largas o quienes quieren fomentar otro tipo de industria que no sea el turismo. Después empezamos a debatir de quién era culpa y nos dimos cuenta de que todo tenía que ver con la situación personal de cada quien. Con ese concepto planteamos un escenario utópico que tuviera que ver con diferentes maneras de ver la ciudad».

«Trabajamos con la idea de plasmar cuatro puntos de vista en la escultura»


¿Qué quieren transmitir con la escultura? «Diseñamos un módulo arquitectónico que representa los diferentes hábitats. Una de las premisas era la utilización de materiales del entorno. Trabajamos con la idea de plasmar cuatro puntos de vista. Uno en el que solo se ven troncos, otro en el que se ven las piteras, otro que solo muestra hojas de palmera y un cuarto que reúne todos los puntos de vista. Se trata de generar una ciudad que sea transformable e inmutable y que pueda ser alterada en función de la situación y perspectiva de la propia sociedad».

¿Qué dificultades se han encontrado en el proceso de creación de la escultura? «El alumnado llegó sin saber soldar y sin haber hecho antes una pieza de gran formato. La dificultad fue no conocer el material y tener que buscar acuerdos para que eso se produjera de la mejor manera. Al final cumplimos en tiempo y forma el proyecto: Detrás del tronco, se ven las palmeras«.

«La pieza escultórica también simboliza un cambio de etapa»


¿Qué sensaciones tiene una vez acabada la pieza? «Se mezclan muchas cosas. Por un lado está esa parte de gestar un proyecto desde la intensidad, en un escenario diferente y con el cuerpo al cien por cien en producción. Pero con el paso de los días las emociones están más latentes y el cansancio se nota más. A priori parece que el Campus dura solo siete días pero se trata de todo un proceso académico durante el curso universitario que culmina en esta experiencia. Hay personas que acaban una etapa de cuatro años y no saben lo qué va a pasar mañana. Eso lo noté el año pasado y lo siento este año también. La pieza también simboliza ese cambio de etapa».

¿Participará en la próxima edición del Campus? «Siempre intentaré estar involucrada en cualquier proyecto que sirva para fomentar el aprendizaje y las experiencias en el alumnado. Por supuesto que voy a estar el año que viene. En el Campus no solo aprenden estudiantes, yo también mejoro. Me voy pensando en qué cosas puedo cambiar para perfeccionar y que debo mantener para que lo bueno se vuelva a repetir».

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