José Antonio Arteaga, Conchita Piña e Isabel Delgado. Foto: G. Pacini

Especialistas reivindican a Ángel Guimerá en el centenario de su muerte

Artes y Humanidades

El Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife acogió la charla Ángel Guimerá ante la contemporaneidad este pasado sábado 15 de junio, a las 12.00 horas. El evento forma parte del programa de actividades que conmemoran un siglo de su fallecimiento. Estuvo a cargo de la profesora de Dramaturgia Isabel Delgado, del docente de la Universidad de La Laguna José Antonio Arteaga y de la cofundadora de Ediciones Antígona, Conchita Piña.

La charla empezó con una grabación de Gerardo Martín, director del grupo escénico Ángel Guimerá, realizada por el 160 aniversario del nacimiento del dramaturgo en santa Cruz de Tenerife. Se trataba de un texto en el que Guimerá hacía referencia a Canarias y su dialecto tras encontrarse con un habitante ilustre de las Islas. Tras este prólogo, Delgado explicó cómo conoció la obra del dramaturgo y su experiencia laboral en el Teatro. Además, reflexionó sobre qué tan reconocido es el autor en las Islas y si el hecho de que la gran mayoría de su obra está en catalán supone una dificultad añadida en ese aspecto.

Delgado contó que en 1990 se mudó a Barcelona, donde empezó a trabajar en el teatro y se encontró con que la gente tenía una concepción completamente distinta de la figura de Guimerá. En Tenerife le parecía «anticuada, ajena y casi irrelevante», y ahí era muy respetada y «representada por las mejores compañías».

«Era muy difícil una vinculación entre el autor y Canarias. Aquí nadie lo conocía y allí mucha gente no sabía que venía de las Islas», indicó la dramaturga. Además, recordó que hay obras o creaciones basadas en su trabajo que todavía no han llegado al Archipiélago. «Es el caso de Mar y cielo, un musical de Dagoll Dagom que aquí aún no ha sido interpretado, pese a que ya fue traducido al español», lamentó.

«Aquí solo es el nombre de un teatro»


Isabel Delgado dijo que, independientemente de reivindicar su figura, «si queremos percibir a este dramaturgo como nuestro debemos cambiar radicalmente de planteamiento, pues «mientras Guimerá es una figura muy arraigada en Cataluña, aquí solo es el nombre de un teatro». Así, entre otras acciones, pidió recuperar el Premio de Teatro Ángel Guimerá, incluir algún texto suyo en el programa de Bachillerato de Canarias, como ya ocurre con Benito Pérez Galdós, e inaugurar un área de investigación en las universidades canarias centrada en su figura.

José Antonio Arteaga, por su parte, abordó las dificultades de traer la obra de Guimerá al mundo contemporáneo debido a que está ligado a un romanticismo basado en el tremendismo, una técnica dramática que se aleja estéticamente de las sensibilidades actuales. «La gente ve un desenlace de una obra de Guimerá en teatro y le entra la risa», comentó.

Además, destacó que las obras del dramaturgo derivan del modernismo, lo que «las lastra». Hace que posean una «mayor calidad literaria», pero, al mismo tiempo, «añade al tremendismo el verbalismo». Por ello admitió que, desde el punto de vista dramatúrgico, se debía hacer «un esfuerzo importante para actualizarlas» pese a su «indudable valor literario».

Asimismo, abordó la fascinación que despertó Guimerá tanto en los fascismos europeos como en los movimientos anarquistas españoles. Tal fue la admiración por su obra que, en la Alemania nazi, la directora de El triunfo de la voluntad, Leni Riefenstahl, se encargó de llevar al cine Tiefland, una adaptación de Tierra baja de Ángel Guimerá.

Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife. Foto: PULL

Arteaga explicó que la producción del dramaturgo se puede dividir en dos grandes bloques dependiendo del contexto en el que ocurre la acción: obras rurales y urbanas. Las primeras, despertaron el interés de los totalitarismos de derecha, ya que establecían un contraste entre las personas que se asentaban para dedicarse a la agricultura y aquellas que eran nómadas por dedicarse a la ganadería.

Señaló también que «en un mundo regido por la desigualdad, donde la policía actuaba al servicio de los grandes patronos, las obras de Guimerá introducían un elemento de justicia divina». Para Arteaga ese elemento es la clave que motivó las lecturas anarquistas.  «Es algo muy trasladable a nuestro contexto actual de conflictos constantes. El teatro debe desilusionar, sí, pero también ilusionar», afirmó.

Conchita Piña, finalmente, se ofreció para que su editorial traduzca toda la obra de Ángel Guimerá al español.

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