El Teatro Guimerá ofreció un encuentro literario el pasado miércoles, 19 de febrero, en conmemoración de los cien años de la llegada de Miguel de Unamuno a Fuerteventura. En una jornada marcada por la intimidad y el lirismo, el exilio centenario del ensayista cobró vida a través de la danza, la melodía y los sonetos inspirados en la isla majorera. El escritor noventayochista fue el protagonista en una velada que rindió homenaje a la esencia de la Canarias de principios del siglo XX.
En torno a las 20.00 horas la interpretación musical comenzó a los pies del escenario. Con el público expectante se alzó el telón y empezó la representación. Entró por fin Unamuno, interpretado por Vicente Ayala, y estableció un diálogo íntimo y personal con la audiencia. El silencio del auditorio respondió a las palabras del dramaturgo, que reflexionaban sobre la verdad y el juicio de la historia.
«Llegué a Fuerteventura desterrado», afirmó Don Miguel. La coreografía acompañó el habla del literato en un ambiente que revelaba el arraigo hacia la cultura canaria. Quienes acudieron pudieron meterse de lleno en el paisaje árido de la Isla por medio de melodías que recordaban al folclore popular. En el fondo del decorado se proyectaron las siluetas del paraje volcánico que tantas veces protagonizó los poemas recitados en ese mismo espacio.

Dentro de la perspectiva multidisciplinar, la vestimenta de las bailarinas se mimetizó con la imagen teatral que evocaba a los vastos desiertos majoreros. «Las faldas simbolizaban la arena tan característica de la isla oriental», señaló Nacho Almenar, director de la obra.
«La isla lo va a echar de menos»
En un contexto más distendido el poeta vasco charló con la mujer que administraba su alojamiento. Una conversación en la que destacó el tono irónico, que a su vez despertó el humor entre las butacas de la sala. Mientras que el filósofo exiliado daba voz a sus pensamientos con la ayuda del verso, la paisana reflejaba el más vivo espíritu isleño.
En la recta final del drama, Unamuno apareció en escena y advirtió: «No olvidemos nunca que deberíamos tratar de ser padres del futuro, en lugar de ser descendientes del pasado». Finalmente la música y el canto despertaron la emoción y los aplausos del público.