La violencia machista se consolida a través de los años como uno de los grandes problemas en nuestra moderna sociedad. Se abarca desde diversos flancos a lo largo de la historia, pero una y otra vez desde el existencialismo, desde la justicia, dejando de lado la sensibilización, la educación y los medios de comunicación. Para la periodista española Ana Bernal Triviño, esta forma de enfocar el sexismo es uno de los mayores obstáculos para frenarlo.
Una charla reciente con la también docente, pone sobre la mesa el papel actual del periodismo en la defensa de los derechos humanos: una llamada de atención a aquellos medios de comunicación que eluden su responsabilidad social. Vivimos en un mundo donde nos vemos bombardeados de información cada minuto y todo aquel con un móvil tiene el poder de transmitir la realidad y de distorsionarla.
«Llevamos cinco o diez años desmintiendo lo mismo»
El periodismo es una herramienta de transformación social y es por ello que Bernal destaca la importancia de usarlo como un altavoz para las víctimas. En cambio, una parte del panorama mediático se ha convertido en un negocio que solo busca audiencia, primicia, sensacionalismo con medias verdades y datos tergiversados. En ocasiones, incluso, se trata a los abusadores de víctimas o monstruos. «No son monstruos, son hijos sanos del patriarcado», manifestó la periodista. Urge la necesidad de un enfoque humano y con perspectiva de género, una pieza fundamental si queremos dejar de invisibilizar la violencia sexista y llegar a la raíz.
Por otra parte, las redes sociales generan un acoso preocupante. La visibilidad que las plataformas ofrecen a los discursos de odio ha hecho que periodistas y activistas como Bernal Triviño se vean sometidas a ataques constantes. Debemos criticar la información que consumimos, ya que en la era de la tecnología los bulos se propagan como la pólvora. La población también tiene un papel en la construcción de una sociedad justa, que pasa por nuestro consumo de la información.
Como escribió Virginia Woolf, «las mujeres han sido espejos dotados del mágico y delicioso poder de reflejar la silueta del hombre del tamaño doble del natural». Esta reflexión resume perfectamente cómo desde muy pronto en la historia, la mujer es un reflejo mientras el hombre es el centro. Esta visión distorsionada y jerárquica se ha perpetuado en ciertos discursos mediáticos con el paso del tiempo, hasta llegar a hoy y esta crisis de credibilidad que enfrentan hoy otros medios.