Félix Francisco Casanova

El don de la inmortalidad

Cultura / Ocio/Literatura

Hay escritores cuyo recorrido vital suma un punto de interés a su obra, pues nos permite enfrentarnos a ella desde una posición diferente y dotando a la tarea de leer sus escritos de un cariz más entendido. Ese es el caso de Félix Francisco Casanova, poeta canario que, debido a un accidente sufrido mientras se duchaba en su casa, se quedó para siempre en la tierna edad de 19 años. Amante de la música rock, hijo de escritor, lector de clásicos y una fuerza creadora fascinante que, con 17 años, escribió la novela que me dispongo a reseñar y por la que se ganó el apodo de El Rimbaud canario por parte de la élite literaria francesa: El don de Vorace.

El protagonista del libro es Bernardo Vorace Martín, un joven librero que intenta suicidarse y descubre que posee aquello que ha buscado la humanidad durante toda su existencia: la inmortalidad. La historia girará en torno a su relación con Marta, su novia;  y David, su maestro literario. Aunque, realmente, poco importa, pues se irán sucediendo eventos inconexos que revelarán a la novela como una retahíla de frases simbólicas e imágenes surrealistas que convierten lo que podría ser una obra corriente en un enigma incomprensible al que cada cual puede sacarle un significado diferente.

Simbología e imágenes


Al caer la noche encendieron las hogueras, las bocas de los animales con sabor a cereza, trozos de carne de jabalí en los senos de una pantera, gatos borrachos besándose con el perro verde, los ancianos sibilinos eran búhos con canas.

Si nos atenemos a los elementos que componen una novela, El don de Vorace cumple con todos los requisitos. Aún así no da la sensación de estar leyendo una como dicta la convención, pues hay escenas en las que desaparecen los personajes principales y entran en acción otros que luego no tomaran parte en las acciones siguientes, reduciéndose a ensoñaciones puntuales de Bernardo Vorace, lo que dificulta saber cuando los sucesos forman parte de la realidad.

La fascinación real que emana el escrito nace de la inspiración momentánea de Félix Francisco para crear imágenes originales. Ahí radica la razón de su éxito. El escritor canario, pese a su corta edad,  no cae en la típica novatada de recordar a otros autores, sino que consigue plasmar, con sus pros y sus contras, un estilo propio cargado de fuerza. Con todo, se hace pesada a pesar de su brevedad, pero deja frases reflexivas y poéticas de gran calibre, lo que justifica su lectura.

Me muevo ágilmente como un potro salvaje con las crines mojadas por la lluvia. Me encamino al gran río. El frío en mis huesos como cirios. Toco el agua y en agua me convierto.

"Yo quiero escribir sobre el placer de dar una puñalada en una noche de lluvia, la locura del alcohol en la sangre y el miedo dulce que me reconforta”. Felix Francisco Casanova de Ayala

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