Moda, Chicago y los 2000. No se puede le pedir mucho más a una película para que sea adorada. El diablo viste de Prada se estrenó en 2006 y a pesar de que hayan pasado casi veinte años, sigue siendo una de las más emblemáticas de la época. Un icono dentro de las rom-coms. La estética y la evolución del personaje principal aportan fluidez y frescura al ritmo que tiene el filme, y las diferentes personalidades añaden realidad a las situaciones que se muestran en pantalla.
La actriz Anne Hathaway encarna a Andy Sachs, una joven periodista que se interesa por la política y la economía. Ella quiere llegar lejos, pero para conseguirlo tiene que comenzar como la segunda secretaria de Miranda Presley, la directora de Runway, una revista de moda que no tiene nada que ver con sus objetivos profesionales.
«El primer Get ready with me nació en la película»
El ya conocido como el primer Get ready with me (GRWM) nació en las primeras escenas de la película, en las que Andy y otras neoyorquinas se están preparando para ir al trabajo. Además, es una comparación de las diferentes rutinas que tienen en Nueva York. El desaliñado estilo de la protagonista, su desayuno lleno de carbohidratos y que coja el metro se contrapone con las otras atractivas y estilosas jóvenes que con delicadeza y facilidad se preparan para comer cinco almendras contadas y llegar al trabajo en taxi. Con solo ver el primer minuto podemos apreciar lo distantes que pueden ser las realidades de personas que viven en una misma ciudad.
A pesar de tener una forma de vestir poco estilosa para el mundo de la moda, Andy lo defiende ante todo el equipo de Runway. Tras un par de semanas yendo al trabajo despeinada, con faldas anchas y jerséis de un color elegido al azar, decide cambiar. Esta forma de vestir tiene mucha influencia en su carácter y personalidad. Cuando se da cuenta de lo mucho que puede afectar negativamente en su trabajo, comienza a vestir piezas de marca, tacones y un up-do distinto cada día. Según su novio y su mejor amiga ese cambio de vestimenta altera su personalidad convirtiéndola en una persona frívola. En realidad, este glow up resulta totalmente necesario para evolucionar y mejorar tanto en lo profesional como en lo personal.
«Andy convierte su trabajo en su prioridad»
La joven periodista está aprendiendo a trabajar en un mundo donde debes ser superior al resto para tener éxito. Por eso, ella decide ser la mejor. Esto incluye cambiar su forma de vestir, su forma de ser y poner su trabajo por delante de su vida privada. Como cualquiera que desea con ansias poder vivir de su pasión, Andy arriesgó todo lo que tenía, pero a su novio y a sus amistades no les gustó dejar de ser su prioridad. Sus seres queridos la dejaron de lado porque se estaba intentando buscar la vida.
Miranda Priestly puede ser muchas cosas malas, pero lo que sí es es exitosa. El personaje hace referencia a Anna Wintour, la editora de Vogue. Tanto en la realidad como en la ficción ella se ha creado su carrera. Ha luchado por llegar a la cima y mantenerse ahí. Es un ejemplo de superación personal que Andy cogió como inspiración. Ambas son la prueba de que el trabajo duro da sus frutos, y también hacen que te des cuenta de quién se merece estar en tu vida y quién no.
El diablo no viste de Prada, sino de chef, artista o empresario. Nate, el novio de la protagonista y cocinero; Lily, su mejor amiga y pintora; y Doug, su mejor amigo y administrativo. Miranda Priestly resultó ser el ángel de la guarda que Andy necesitaba, y su entorno, quienes la llevaban consigo a la ruina. Si una mujer con éxito y que ha llegado a ser la mejor por su cuenta es despiada, Nate, que envidia que a su pareja le vaya mejor, es un pringado. El verdadero malo de la película, al igual que en la vida, no es quien te reta a ser mejor, sino quien te arrastra a su nivel. Él es el diablo.