El Banco de Alimentos recibe 3,5 millones de kilos de comida en 2020

Solidaridad

Las cifras del paro en Canarias aumentaron en un 36,4 % en solo un año, partiendo de febrero de 2020, momento en que la Covid-19 comenzaba a tener importantes repercusiones en la sociedad canaria. No es de extrañar que a ello vaya aparejado el incremento en casi un 40 % de las personas beneficiarias del Banco de Alimentos de Tenerife. Y aunque no con un efecto paliativo total, la solidaridad y concienciación también crecieron. La comida recogida por la entidad en 2019 sumó el total de 2 708 483 kilos, un número superado con creces en 2020, que ascendió hasta los 3 498 944.

Esta organización pertenece a la Federación Española de Bancos de Alimentos (Fesbal) junto con otros 55 repartidos por el territorio del Estado. La entidad tinerfeña se inauguró en 2006 y hasta ahora no ha dejado de crecer en cuanto a comestibles recogidos, personal contratado y colaboraciones con otras compañías.

En el año 2010 se recogieron 874 902 kilos; el año pasado, se rozaron los 3,5 millones. Y es que gracias al aumento de la visibilidad del problema y de la labor que cumple la organización al respecto, cada vez más particulares y empresas deciden formar parte. Pero esta entidad sin ánimo de lucro, declarada de Utilidad Pública en 2012, no pretende quedarse ahí.

La mercancía se descarga y contabiliza a las puertas de la nave. Foto: NBDV

«La intención no es solo dar para comer, sino que tengan los medios fundamentales»


Según explica Patricia López, responsable de formación y redes sociales, «la intención no es solo dar para comer, sino que las personas sean capaces de buscar empleo y tener los medios fundamentales». A través de los planes formativos, desarrollados conjuntamente con el Servicio Canario de Empleo y negocios en los que realizar las prácticas, se imparten enseñanzas básicas útiles para la búsqueda y el desempeño de trabajos manuales. Apenas se llevaron a cabo a lo largo de 2020 a causa de la Covid-19, pero la intención es retomarlos en la mayor brevedad posible, y dirigirlos a colectivos vulnerables, sin recursos y con bajo nivel de estudios.

El Banco de Alimentos de Tenerife abarca también el resto de Islas Occidentales, mientras que el de Las Palmas se encarga de las Orientales. La entidad tinerfeña trabaja con más de 120 organizaciones a las que provee de comida, entre ellas comedores sociales, iglesias, parroquias, asociaciones de vecindad, u otras dirigidas a grupos poblacionales concretos como la infancia o la tercera edad. Con esta dinámica, se atiende a unas 33 000 personas.

No obstante, las necesidades en el Archipiélago van mucho más allá. En marzo de este año, el paro registrado ascendía a la cifra de 280 650, dentro de una comunidad ya de por sí empobrecida en relación al conjunto del país. Además, aunque el número no se puede establecer con exactitud debido a los diversos indicadores que hay, existe una importante proporción de habitantes que se enmarcan dentro del umbral de pobreza, que lo rozan, o cuya cotidianidad es vivir en la calle.

Un compromiso social


Aunque el banco no puede paliar la amplísima problemática de vulnerabilidad y necesidades de ciertos sectores, sí que puede contribuir a mejorar la vida de los colectivos a los que atiende. También, puede ser un medio que permita a la ciudadanía tender la mano de manera desinteresada. Patricia López comenta que el voluntariado es uno de los pilares que permite que todo funcione, y que aunque lo más demandado es el trabajo en almacén, «cada quien sabe hacer cosas diferentes. Se trata de ver su perfil y cómo encaja, de qué forma puede contribuir» en función de su formación. Por ejemplo, con labores administrativas, informáticas, de transporte, etc.

Aurelio Martín colabora con la entidad desde que, al jubilarse, dejó de impartir clases en la Facultad de Biología de la ULL. Trabaja junto con un grupo en el almacén, entre el que se encuentra la voluntaria Zenaida Contreras, quien decidió ofrecerse debido a su situación de desempleo. «Aquí hay mucho que hacer, y toda ayuda es bienvenida. Lo que hacemos es muy fácil, cualquiera puede venir y echar una mano a la gente que lo necesita. Estoy muy contenta de formar parte», explica.

La organización considera esencial el compromiso, y es que si bien todo el mundo tiene unas circunstancias diferentes que condicionan su grado de implicación, una vez adquirido, es cuestión de integridad cumplirlo. Por ello, existen diversas modalidades de colaboración para permitir la adaptabilidad. Por un lado, la permanente, en la que se acude uno o varios días a la semana. Por otro lado, la ocasional, participando en las grandes recogidas anuales y otras acciones especiales. Además, se cuenta con gente que cumple condena y debe realizar servicios comunitarios.

El personal voluntario usa chalecos blancos; el contratado en almacén, amarillos y el administrativo, tarjetas distintivas. Foto: NBDV

«Muchas personas se vieron obligadas a pedir alimentos por primera vez»


La consecuencia inmediata de la pandemia en el banco fue la reducción del voluntariado por miedo a los contagios, que pasó de contar con 26 permanentes en 2019 a 18 en 2020. Sin embargo, esto permitió aumentar la plantilla asalariada, ya que el nivel de trabajo no cesaba de multiplicarse. A causa del cierre de los hoteles, la cifra de productos donados experimentó un destacable crecimiento.

A ello se le sumaron las donaciones hechas por particulares, en parte a través del Telemaratón, que se realiza en colaboración con Mírame TV. El evento de 2020 estuvo envuelto de incertidumbre, pero culminó siendo un éxito. Antes se llevaba a cabo en lugares públicos concurridos, pero en su última edición se celebró dentro de la nave para cumplir con las restricciones impuestas por la pandemia.

Se trata de una de las tres grandes campañas anuales, la cual recaudó 42 992 kilos de comida, suponiendo un 130 % más respecto a 2019. Además, se añadieron 12 505 euros ofrecidos por empresas. De este modo, la atención de colectivos vulnerables pudo crecer, los cuales, a su vez, eran más numerosos que otros años debido al alarmante aumento del desempleo en Canarias. Según afirma Patricia López, «muchas personas se vieron obligadas a pedir alimentos por primera vez».

En España se tiran unos 3367 kilos de comida al día. Foto: NBDV

Cambio metodológico para dar un mismo servicio


Las otras dos operaciones son la Gran Recogida y la Operación Kilo. Esta última no pudo llevarse a cabo en 2020, ya que suele hacerse a principios de verano, y las restricciones sociosanitarias fueron muy repentinas. Sin embargo, se prevé retomarla a finales de julio a través de aportaciones en la página web y en las cajas de los supermercados colaboradores, visto el éxito del método que se usó en la Gran Recogida, hecha a finales del mismo año.

Este nuevo modus operandi implica que el voluntariado se situará en varios puntos de los negocios para ofrecer información a quienes hagan la compra, e incitarles a hacer una donación. Al finalizar, el banco comprará en el supermercado correspondiente por el valor del dinero recaudado.

En estas dos campañas, la metodología de otros años consistía en dar bolsas a la gente en los puntos de venta para llenarlas con productos. Pero el nuevo sistema fue muy efectivo, y permitió recaudar 93 674 kilos de comida en ocho establecimientos, a lo que se sumaron los 42 800 euros donados a la cuenta de la Fesbal. Además de estos supermercados, cerca de 90 empresas contribuyen mediante aportaciones monetarias, de comestibles o de bienes y servicios.

Por su parte, para facilitar las donaciones de particulares siguiendo los protocolos actuales, se han desarrollado los bonos solidarios, a través de los cuales se puede establecer una cuantía y periodicidad a voluntad. Con la posibilidad de darse de baja en cualquier momento, se fija una cantidad de dinero mensual, trimestral o anual que se empleará en la adquisición de productos.

La sociedad del despilfarro


El Banco de Alimentos de Tenerife pretende concienciar respecto a los motivos que generan las carencias, dificultades y desigualdades económicas, que se traducen en la necesidad de pedir comida. Canarias es, dentro del conjunto español, la segunda comunidad que más la desperdicia. Teniendo en cuenta que cada año se tiran a la basura 2,9 millones de toneladas en las Islas, es evidente la relevancia de dicha labor.

Asimismo, otro de sus valores fundamentales incluye el potenciamiento de la solidaridad. Y es que de nada sirven las estadísticas, el discurso político o las asociaciones si no hay una voluntad ciudadana dispuesta a tender la mano. La cobertura de las necesidades básicas de la población más vulnerable es un tema que, a priori, parece preocupar a toda la sociedad. No obstante, en la práctica, es una minoría la que está dispuesta a colaborar.

El trabajo de una sola organización no es suficiente para lograr el objetivo de acabar con el hambre. Mucho menos cuando no existe implicación y compromiso. No obstante, lo que hace el Banco de Alimentos de Tenerife supone no solo una gran ayuda, sino la diferencia entre comer o no comer para más de 30 000 personas. Eso es mucho más que un granito de arena, pero sigue sin ser todo lo que hace falta en un sistema que se nutre del empobrecimiento.

Por eso no se debe poner el peso del cambio en manos de una sola entidad sin rostro y deshumanizada. Si no, se corre el riesgo de escurrir el bulto permanentemente porque, al final, nunca es responsabilidad de nadie. En realidad, es algo que concierne a todo el mundo. Por ese motivo, es importante que, como sociedad, se genere consciencia y redes de apoyo, enmarcadas en la intención de impulsar la mejora social.

 

 

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