El sector textil español es, hoy en día, el segundo mas contaminante del Planeta, después de la industria del petróleo. Tal y como advierte la ONU «si continuamos trabajando con el enfoque de negocios actual, las emisiones de gases contaminantes de esta industria aumentarán casi un 50 % para 2030». Tras estas declaraciones y la alerta de la población, cada vez son mas las marcas que apuestan por la sostenibilidad y modelos de negocios basados en el slow-fashion; un sistema de producción fundado en la reducción de los costes del entorno y del medio ambiente. Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de sostenibilidad?
Según la RAE, algo sostenible es aquello que se puede mantener durante un largo tiempo, sin agotar los recursos o causar grave daño al medio ambiente. Para que una marca sea considerada como sostenible debe cumplir con unos parámetros establecidos por la Asociación de Moda Barcelona.
Las empresas deben hacer uso de materiales orgánicos, sostenibles y recursos renovables. Es decir, materiales certificados bajo los estándares GOTS (Global Organic Textile Standard). Deben ser transparentes y garantizar el respeto por el medioambiente a través de certificaciones que corroboren la composición de cada prenda.
Las prácticas de ecodiseño también son un aspecto relevante. Las prendas deben estar basadas en su multifuncionalidad. Es decir, lo relevante debe ser el mantenimiento y la durabilidad de la prenda en el tiempo a través de su diseño. Asimismo, las empresas no deben olvidar la regla de las 4R: reparación y reutilización de materiales, reciclado de prendas o la disminución de residuos.
No menos importante es el packaging del producto, que también ha de ser sostenible, reciclable o biodegradable. Esta parte del proceso productivo de la prenda es una de las más contaminantes en cuanto a la generación de residuos plásticos y materiales dañinos. Una solución es sustituir los envoltorios plásticos por papel o, en su defecto, eliminar el packaging de los productos.
Cierto es que la mayoría de las producciones de los países occidentales se realizan en países subdesarrollados, como Haití, donde trabajan bajo condiciones inhumanas. Por ello, los certificados de carácter social que garanticen condiciones dignas para las personas trabajadoras, también es un aspecto a tener en cuenta a la hora de considerar una marca sostenible. Además, un punto positivo hacia la marca es que cuente con producción de carácter local de al menos un 30 % del total.
«No nos dejemos engañar por el ecopostureo»
Es importante cumplir con los estándares que caracterizan a una marca como sostenible. Cuantos más criterios cumpla la marca, más sostenible se considerará y mayor percepción de valor de marca se generará entre quienes la consuman. Es necesaria la correcta integración de los elementos medioambientales, sociales y económicos. Así, solo las marcas que hayan incorporado los tres términos podrán calificarse como tal.
Sin embargo, ¿cumplen todas las marcas que hoy en día se catalogan como sostenibles éstos parámetros? La respuesta es que no. La problemática actual reside en que muchas empresas hacen uso de la sostenibilidad como elemento de marketing y se autocalifican con una ecoetiqueta. También conocido como fenómeno greenwashing o, dicho con otras palabras, trasladan a su público, de manera consciente o inconsciente, que la marca es sostenible cuando verdaderamente no lo es.
Es cierto que en la actualidad estamos viviendo un proceso de transformación y que las marcas comienzan a considerar el elemento de la sostenibilidad, priorizando la calidad a la cantidad. Sin embargo, de esta manera, algunas veces, manipulan la percepción. Por desgracia, está en manos de quienes consumen informarse sobre el producto y los procesos productivos de la marca antes de comprar. Lo que sí podemos asegurar es que, hoy en día, ir a la moda es consumir moda sostenible.