Llevo jugando a videojuegos desde que era muy pequeño. Comencé cuando apenas tenía cuatro o cinco años en la ya descatalogada Game Boy Color. Desde entonces intento dedicarle un rato siempre que puedo. Hace veinte años jugar era más simple. Las compañías sacaban un juego para una consola, con una sola historia y un único pago. Hoy en día, por desgracia, la fórmula ya no funciona así. La tecnología en el mundo de los videojuegos ha crecido de manera exponencial en las últimas décadas. Hemos pasado de tener grandes armatostes para ver cómo diez píxeles se movían en pantalla, a tener un pequeño dispositivo en el que se mueven millones.
El dinero manda y, como no podía ser de otra manera, esta industria también se ha visto afectada. Antes, los desarrolladores de videojuegos sacaban su producto en una sola consola, ya que el avance tecnológico del momento no daba más de sí. Y funcionaba. Se hacía un pago único y tenías acceso a una muy buena historia con el inconveniente del escaso desarrollo de la industria, pero eso no importaba. Ahora, las empresas aprovechan la multiplataforma para sacar dinero y venderte esa misma historia dividida en cuatro trozos. Un trozo, una consola y demasiados euros gastados. Una pena.
«En algunos casos se requieren más de cuatro consolas distintas para una sola historia»
Esto llevamos viéndolo ya tiempo con los DLC. Contenido descargable que se vende por separado del videojuego y que, al principio, simplemente constaba de algún accesorio, cosmético o algo con lo que personalizar tu experiencia de juego. Ahora, las grandes marcas los utilizan para ganar dinero y venderte parte de la trama. ¿Cuántas consolas o medios tecnológicos necesito para entender una historia al completo? ¿Cuánto dinero tengo que gastar para conocer el final del juego? Ya ni entra el factor de la obsolescencia programada. Es un robo directo y descarado.
Lo mismo sucede con las series y películas. En muchos casos, requieres de varios portales de streaming (como Netflix o HBO) para poder terminar las historias de sus creadores, que justifican el uso necesario de diversas plataformas digitales para entender su excesiva complejidad. Esta tendencia por parte de los desarrolladores va en aumento y en breve, una consola de 600 euros no será suficiente para entender una historia barata.