Las palabras que definen a las Islas Canarias hoy en día es desesperación y frustración. La primera porque ya no aguantamos más en nuestras casas, queremos ver a nuestra gente cercana y poder abrazarla, deseando volver a esa rutina que tanto antes nos incordiaba. La segunda porque seguimos sin salir a la calle teniendo una situación favorable comparado con la vivida en el resto del País. Pero, ¿a qué se debe tanta prisa?
Amy L. Fairchild, historiadora especializada en Ética de Salud Pública, decía ya hace varias semanas que «esto no es no es algo que vaya a ocurrir una sola vez, podemos contar con que va a ocurrir de nuevo». El claro ejemplo de este hecho lo tenemos en lo ocurrido en China, más concretamente en Harbin, una ciudad con más de diez millones de habitantes. Tras descubrir que tres viajeros de Rusia llegaron infectados, han prohibido la entrada en las zonas residenciales a quienes no vivan allí además de anunciar la aplicación de una cuarentena de 28 días para todos los que lleguen del extranjero.
No me postulo en contra de la propuesta que Ángel Víctor Torres, presidente del Gobierno de Canarias, formuló hace unos días en la que se decía que Canarias fuese la primera comunidad en realizar el desconfinamiento, recibiendo duras críticas por parte de Ana Oramas, portavoz de Coalición Canaria en el Congreso de los Diputados. Sin embargo, sí pienso que lo correcto sería dejar un tiempo más de confinamiento, ya que sigue existiendo un cierto riesgo de contagio.
Pedro Sánchez anunció que «no vamos a recuperar de golpe toda la actividad y la movilidad». Es verdad que todos no tenemos las mismas condiciones en el hogar y que la situación se complica porque cada vez más empresas y entidades se suman a la ejecución de ERTES. ¿No piensan que sería mejor arrancar de raíz el problema en lugar de dar posibilidad a que surjan nuevos brotes?
Un cambio de opiniones un poco contradictorio
En un principio se manifestó la idea de que Canarias saliese primero como forma de experimento y la población canaria se opuso en contra manifestando que no éramos ratas de laboratorio. Ahora nos venden que estamos mejor que nadie y que la situación está prácticamente controlada al ser una de las comunidades autónomas con menos casos. Por ello, ahora estamos de acuerdo en salir los primeros y no nos damos cuenta de que todo esto sigue siendo un experimento.
El Ministerio de Sanidad ha establecido cuatro fases para la desescalada. En el caso de Canarias, las islas de El Hierro, La Gomera y La Graciosa empezarán en la primera, con la que sus habitantes podrán recuperar sus vidas y reactivar sus economías. No obstante, la hostelería y comerciantes tienen muchas dudas sobre los protocolos a seguir. Además, recuerdan que la falta de turistas hará que se mantenga inactivo el principal sector que las mantiene.
No olvidemos que el Gobierno de Canarias tiene muchos intereses en volver ya a la normalidad para así recuperar la economía con el turismo. Ya lo decía Ana Oramas: «Vivimos del turismo y de la agricultura de exportación». Hay que hacer caso a las autoridades sanitarias que, al fin y al cabo, son los que saben. Todos queremos que este virus ponga su punto y final de una vez por todas, pero no nos damos cuenta de que si no seguimos las recomendaciones se podría convertir en un punto y seguido.