Integrantes del Comité Científico del XXIII Congreso de Estudiantes de Enfermería de Canarias: Miguel López, Alejandro Correa, Paula González, Paula Gutiérrez, Elisa Espino y Alba García. Foto: A. Smith

Un grado y seis facultades

Ciencias de la Salud

El XXIII Congreso de Estudiantes de Enfermería de Canarias finalizó este sábado 27 de abril. En estas jornadas participaron universitarios de las distintas sedes del Grado que hay en las Islas como parte del Comité Científico. Alba García fue la alumna representante de la Sección de Enfermería de la ULL; Paula González, de la Sección de Enfermería de La Palma; Miguel López, de la Escuela Universitaria de Enfermería Nuestra Señora de Candelaria (EUENSC); Alejandro Correa, de la Sección de la ULPGC; Paula Gutiérrez, de la unidad docente de Fuerteventura (ULPGC), y Elena Espino, de la unidad docente de Lanzarote (ULPGC).

En general, en los distintos centros la mayoría de estudiantes están satisfechos con su profesorado, pero en los que hay un menor número de alumnos, como en Fuerteventura, Lanzarote o la Escuela de Enfermería de La Candelaria, tienen un trato más cercano que en las facultades de la ULL o de la ULPGC, donde al haber más plazas disponibles hay una saturación que impide un aprendizaje óptimo. “Un profesor puede estar a cargo de 150 alumnos, y como ya lleva tantos años impartiendo docencia, al final se desentiende haciendo que se pierda esa calidad académica que en teoría debería ir en aumento”, afirma Alejandro Correa, de la ULPGC.

«Es alucinante todo lo que hacen los profesores por nosotros y, muchas veces, no lo agradecemos”


Por otra parte, en La Palma ocurre algo diferente a las demás sedes, pues la formación es casi completamente por videoconferencia, y también sienten que pierden cierta calidad docente por la dificultad que genera los problemas técnicos que, a veces, surgen. La mayoría de  profesores que dan clases viajan hasta allí, ajustando sus vidas para poder impartir su asignatura. “Todo eso es un estrés añadido, es alucinante todo lo que hacen por nosotros y, muchas veces, no lo agradecemos”, confiesa Paula González.

Asimismo, hay ciertas diferencias entre los docentes de las sedes. En La Laguna, los que imparten las clases llevan mucho tiempo dedicándose a ello, por lo que Alba García comenta que “hay una falta de continuidad de un profesor que siga en la práctica clínica, que sepa lo que hay ahora y que transmita esos conocimientos actualizados”. En cambio, en la EUENSC y en Fuerteventura reciben la enseñanza por parte de profesores asociados, lo que les permite aprender con otras dinámicas, les cuentan experiencias y están puestos al día sobre cómo se trabaja la enfermería actualmente.

Sin embargo, en Fuerteventura esta situación no es tan ventajosa para los estudiantes, pues al hacer los contratos de los profesores dependiendo de la jornada de su labor profesional, tienen horarios muy inestables, llegando a tener clase de mañana y tarde todos los días. Paula Gutiérrez pone como ejemplo que puede haber clase de 11.00 a 19.00 horas con una sola hora para comer, lo que llega a ser un impedimento para las personas que trabajan, pues al no poder compatibilizar su vida con los estudios tienen que coger media matricula. Además, dice, también perjudica a las personas que se quieren dedicar por completo a la carrera, ya que no consiguen estar al cien por cien en las aulas o no tienen tiempo para hacer tareas fuera de clase.

«La persona, que al final es con la que trabajamos, se pasa a un segundo plano”


En cuanto a las asignaturas, en Lanzarote y Fuerteventura están un poco descontentos debido a que quitaron una que era específica de urgencias y no tienen ninguna sobre salud mental. Además, todos los alumnos están de acuerdo en que no hay profesores que formen en cómo comunicar el problema al paciente y en que eso es algo fundamental.  “Se da importancia a todo lo que es lo técnico-científico, pero lo que es la persona, que al final es con la que trabajamos, se pasa a un segundo plano”, subraya Alba García.

En el tema de las materias hay algo que es más curioso aún, y es que los alumnos tienen muchas facilidades para hacer un traslado a Madrid, Barcelona o Andalucía, pero no pueden cambiarse o hacer las prácticas en otra isla porque los planes educativos son totalmente opuestos. Entre todos comentan que se debería plantear la necesidad de unificar los planes de estudio, ya que están en la misma Comunidad Autónoma.

Respecto a las prácticas, en los centros adscritos a la ULPGC empiezan a darlas en segundo curso, mientras que en los demás comienzan en primero. Pero estos últimos no piensan que sea un beneficio, porque realmente al entrar a la carrera es cuando se da el primer contacto, y de repente les mandan a un centro de salud sin ningún tipo de conocimiento.

En la ULPGC dan una asignatura previa de cuidados básicos en la que hacen un mes de prácticas realizando funciones de auxiliares de enfermería, pero con eso ya tienen una preparación lo que les ayuda un poco a desenvolverse en el campo y no estar perdidos.

“Como no hay contrataciones de personal, la solución es que nosotros asumamos esa carga”


Otra crítica que formulan es que en algunos centros clínicos aprovechan las prácticas para cuadrar la jornada laboral. En este sentido, denuncian que “como no hay contrataciones de personal, la solución es que nosotros asumamos esa carga”.

También existen diferencias en si los centros cuentan con los materiales y medios necesarios para la realización de las prácticas. En La Palma, Fuerteventura y Lanzarote tienen más dificultades para conseguir los elementos que necesitan, llegando en ocasiones a dejar de dar clases por su escasez. En la primera isla hay un convenio a tres, que lo llevan el Servicio Canario de Salud, el Cabildo de La Palma y la ULL, pero según Paula González, la parte del Servicio Canario de Salud no se cumple, ya que «deberían estar dando treinta mil euros al año para dotar de material a la escuela y llevan mucho tiempo sin darlo».

“Hacemos lo que se puede y los profesores dan todo y más pidiendo favores, así que mi queja va para el sistema”


En Lanzarote, la facultad es una antigua casa que la adecuaron para poder impartir clases, pero falta material en tema de laboratorio. “Por Instagram veo en que en Gran Canaria tienen muchísimas cosas que nosotros no, pero hacemos lo que se puede y los profesores dan todo y más pidiendo favores, así que mi queja va para el sistema”, asevera Elena Espino.

En cambio, tanto en la ULL y la ULPGC no se quejan del déficit de material, sino de la antigüedad de estos y de la negación por parte del Rectorado a renovarlo. “Cada año disminuyen más el presupuesto y aunque nos vean hacer las prácticas con un montón de material, la verdad es que es chatarra”, sostiene Alejandro Correa. 

En este aspecto, desde la Candelaria se quejan de las instalaciones, pues antes contaban con todo el edificio, y ahora se han quedado con un pasillo, unas cuantas aulas de las que algunas no están preparadas y un salón de actos. Miguel López comenta que las instalaciones son bastante deprimentes y no están dotadas de equipos tecnológicos. No obstante, el Hospital sí les cede material caducado o, a veces, nuevo.

Todos los estudiantes concuerdan en que si tuvieran que destacar algo de sus centros sería la labor de sus profesores, puesto que conociendo las adversidades y los límites que tienen hacen lo posible por ayudarlos en todo. Están muy agradecidos con que se hayan dedicado a sacar materias que no les correspondían adelante, dándoles la posibilidad de no quedarse sin esa formación. «Al fin y al cabo los perjudicados de todos estos fallos en el sistema somos nosotros, y el día de mañana serán todos los pacientes que cuidemos», ultima Alba García.

 

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