"Hay toda una corriente europea que estudia el ruido marino y con la que colaboramos", Fernando Rosa. Foto: Cecilia G.

«Tiene una enorme trascendencia saber cómo funciona nuestro medioambiente»

Medioambiente

Fernando Luis Rosa González, profesor especializado en el área de la Teoría de la Señal y la Comunicación en el departamento de Ingería Industrial de la Universidad de La Laguna, es uno de los investigadores que participan en el subproyecto BuoyPAM de CanBio, plan ejecutado por la ULL, ULPGC y Loro Parque Fundación. El objetivo es la monitorización acústica pasiva con boyas oceanográficas para detectar el ruido que perciben las criaturas marinas.

¿Cuántas boyas hay ahora mismo en activo?  «Son dos boyas científicas. Una está puesta en la Bahía de Gando y la otra en la Reserva Marina de la Restinga, que es a la que le hemos añadido hoy algunas modificaciones y se volverá a colocar en el mar en cuanto el tiempo lo permita».

¿Cómo es su funcionamiento? «Son sistemas que flotan en el mar y que llevan la instrumentación para medir parámetros del agua e incluso del aire que se encuentra en la parte aérea de la boya. El programa desde el que las controlamos es un software libre, de creación propia, es decir, el código que lo forma puede ser modificado, estudiado y utilizado por cualquier usuario que tenga acceso. El software permite consultar en directo lo que capta la boya desde cualquier lugar».

¿Cómo influirán los micrófonos que añadieron a una de las boyas? «Pues estos hidrófobos marinos, de aspecto similar a una piedra de cuarzo, nos permitirán grabar los indicadores. Que no el sonido. Además, el sistema que está instalado en la boya hace el cálculo automático, nos ahorra muchísimo tiempo ya que son operaciones complejas con unas grandes cantidades de datos a la vez».

«Nuestro sistema pretende medir indicadores de bienestar del medio natural»


¿Cómo influye el ruido en el ecosistema marino? «El ruido es aquello que nos molesta, yo siempre prefiero hablar de sonido ambiente. El mar tiene una característica muy especial y es que transmite las ondas de sonido mucho más rápido y de forma más eficiente que el aire. Las ondas en el aire viajan a una velocidad aproximada de 340 m/s. En el mar esto se multiplica por cinco, es decir, 1500 m/s, es un kilómetro por segundo. El sonido se percibe de forma diferente dentro del mar que fuera del agua».

¿Cuántos tipos de ruido hay? «Hay tres fuentes que distinguimos entre sí; sonido natural, como es el agua de la lluvia o incluso un terremoto, que aunque parece que no, hace bastante ruido; la biofonía, sonido que producen los animales o el habla humana,  y por último la antropofonía, que es el que producen todos los desarrollos tecnológicos, es decir, las máquinas que desarrolla el ser humano como útiles para el transporte u ocio. Y esas son las fuentes de sonido que acaban entrando en el mar».

¿Cuál es el alcance auditivo de estas boyas? «El instrumento que el proyecto ha desarrollado se designa MASE (Monitor Acústico de Ambiente Sonoro y de Energía). Lo que pretende es medir el sonido en una banda mucho más ancha de lo que es capaz de oír el oído humano, ya que este alcanza 20  kilohercios, dependiendo de la persona. Esto es igual en los animales, tienen distintos hábitos de escucha y en el mar se usan las altas frecuencias».

«La boya permite escuchar lo que el oído humano no puede», Fernando Rosa. Foto: Cecilia G.

¿Cuáles son las frecuencias que pueden alcanzar estos animales? «Pueden alcanzar frecuencias de hasta 50 000 hercios, que son números muy altos. La utilizan con silbidos, sobre todo, algunos animales mamíferos marinos. Con estos parámetros, lo que tenemos que alcanzar a medir tiene que llegar hasta 86 000 hercios como mínimo y como máximo a unos 90 000».

Tienen datos recabados durante estos últimos cuatro años. ¿Qué significó la pandemia para el estudio? «Nuestro sistema no pretende medir el sonido como tal sino indicadores de bienestar del medio natural, cómo suena un determinado sitio. Durante la pandemia pudimos advertir que desaparecía totalmente el ruido antropogénico y bajaban los indicadores a unos umbrales mínimos que son los sonidos naturales, biológicos. Eso nos permitió establecer un umbral por el cual saber dónde está el ruido natural y artificial».

¿En qué nos puede beneficiar como sociedad este estudio? «Necesitamos saber para poder tomar una decisión. Por ejemplo, si puede o no usar motos de agua en determinados sitios, y ¿cómo sabemos esto? Pues lo tienes que medir, tener confianza en esos resultados y saber sacar conclusiones de los datos finales. Tiene una enorme trascendencia saber cómo funciona nuestro medioambiente y, por supuesto, el funcionamiento del sonido debajo del agua».

¿Qué les diferencia del resto de estudios en este campo? «Hemos demostrado con este sistema de boyas que el estudio que estamos haciendo se puede realizar de forma óptima y a un bajo coste de los instrumentos. Es verdad que todavía nos quedan muchas cosas que mejorar pero por ahora estamos recogiendo los resultados que esperábamos».

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