Jane Austen escribió en 1817 la última novela con la que deleitaría al Mundo: Persuasión. La historia narra la vida amorosa de Anne, que dejó escapar al amor de su vida en el pasado por haber sido persuadida por Lady Russell para rechazar su oferta de matrimonio al tratarse de un pretendiente pobre. Irónicamente, Lady Russell no se quedó en la novela de Austen y, después de más de dos siglos, numerosas personas y organizaciones han adoptado su papel y se dedican a persuadir burda y exageradamente a la sociedad.
En España, el horario de máxima audiencia o prime time se produce a partir de las 22.30 horas. Teniendo en cuenta este dato no es de extrañar que los informativos nocturnos se alarguen y duren más que en el resto de países europeos. Además, el número de anuncios también se incrementa y los programas estrella de las distintas cadenas se suelen emitir a partir de esta hora punta. Siendo una sociedad de masas, deduzco que es más fácil esperar a que estemos delante del televisor para infundir el mensaje, que hacerlo escalonadamente con menor resultado.
Con las redes sociales pasa lo mismo. Instagram y Tik Tok entran en el top 3 de aplicaciones más usadas por la adolescencia. Son plataformas multimedia en las que cualquier persona puede publicar contenido, desde una abuela que hace cerámica, hasta un niño que se graba jugando al fútbol. Vídeos de un minuto en los que nos sumergimos como si fueran un pozo sin fondo y de los que sacamos información. Veraz o no, creíble o no. La inteligencia artificial también ayuda, vemos imágenes realistas y creemos que son ciertas sin dudarlo.
«La información vende y el dinero proviene de grupos de poder que condicionan la verdad que se transmite»
Sin embargo, el problema en sí no está en el entretenimiento que estas ofrecen, sino en la información que consumimos a través de ellas y quién nos la proporciona… Si cada vez que veo el telediario hay una nueva noticia sobre presuntos atentados palestinos contra el pueblo israelí (en una guerra en la que lógicamente no hay unilateralidad), ¿no es evidente que acabaré convencida de que la sociedad musulmana, palestina en este caso, es terrorista? Peor aún, si veo en un reel imágenes de cadáveres cubiertos con sábanas en Ucrania, ¿será real o lo habrán creado intencionadamente con IA?
No es un tema sencillo, tampoco sorpresivo. Vivimos en un planeta movido por la industria. La información vende y el dinero proviene de grupos de poder que condicionan la verdad que se transmite. Cualquiera puede crear noticias, cualquiera puede opinar y cualquiera puede proyectarlo a nivel mundial. Mientras, simples mortales se sientan a ver la tele, a escuchar la radio o a leer el periódico y llevan a misa todo lo que en ellos se cuenta. Pasa con productos que las grandes marcas intentan hacerte comprar, pasa con las ideas políticas que se intentan infundir e, incluso, con temas serios y globales como lo pueden ser una guerra o una crisis.
Cada vez que me someto a la voluntad de algún medio, me pregunto si lo que dice es verdad o si sólo es una Lady Russell intentando persuadirme para alejarme del que debería ser el gran amor de mi vida, mi propia opinión. Por eso, ante la sobrecarga de información, conocida como Infodemia, la selección crítica de noticias es imprescindible.