Miles de personas en España trabajan en el pequeño comercio. Foto: T. Díaz

Más allá del seguro autónomo

Sociedad

Más de tres millones de personas en España tienen en seguro autónomo, un 1,40 % más que en el mes de marzo de 2021, lo que supone un aumento de 46 036 personas. Esta afiliación ha crecido en 325 730 (un 10,71 %), desde su cifra más baja en febrero de 2013. En Canarias el número de personas dadas de alta bajo esta figura en marzo de 2022 fue 135 094, un 4,28 % más que el año anterior. Sin embargo, los gastos que conlleva trabajar por cuenta propia es lo que más frustración genera. Los datos del Estudio Nacional del Autónomo (ENA) muestra como el 38,6 % tiene dificultades económicas, en especial en este último año. 

La cotización en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) es una lucha constante. Más del 85 % cotiza por la base mínima exigida. Además, el incremento de las cotizaciones sociales y la cuota suscita un sentimiento de tristeza en el colectivo. El hecho de que esta cuota recoja con un coste fijo y no esté ligada al volumen de facturación para los ingresos de cada mes es un tema recurrente en las pequeñas tiendas, donde cada vez son más las voces que critican la tasa. 

Las tiendas ‘de toda la vida’ no se benefician de las ganancias obtenidas para su economía, sus ingresos están estancados y los impuestos por la propia autonomía siguen aumentando. Las personas al frente de estos negocios hacen frente a una vida sustentada, sin ingresos fijos y en un futuro incierto. 

Emilia Ramallo, dueña de la Ferretería y Piensos Emilia, una de las más antiguas del barrio de Pedro Álvarez en el municipio de Tegueste, recuerda que tras el fallecimiento de su padre decidió hacerse cargo de la tienda familiar. Como sus ingresos eran escasos, en 1996 tomó la decisión de hacerse autónoma y llevar adelante el negocio junto a su madre. Con el paso de los años, Emilia ha intentado convertir su pequeño local en algo más tratando de ampliar el abanico de venta. 

La mayoría de empresas pequeñas siguen adelante pese a sus ingresos. Foto: T. Díaz

La ilusión empañada por la realidad es por lo que cada día Ramallo lucha para sobrevivir en medio de una situación de crisis que ha recortado de forma marcada sus ingresos, mientras que los gastos de primera necesidad e impuestos se mantienen y las ayudas son escasas. «¿Cuánto se cobra en una tienda?». Emilia Ramallo responde haciendo alusión a lo trabajado en el día: «No tengo un sueldo estipulado para mí porqué las cosas son complicadas, no es fácil llevar adelante una tienda por cuenta propia». En este sentido, explica que cada vez se gana menos porque se pagan muchos impuestos: «Voy trabajando con el dinero porque no me da para tanto». 

En esta línea, para Ana Delia Santana, titular del Bazar Ani y de las que más tiempo lleva a cargo de un negocio en el pueblo, la situación ha sido la misma. Sin embargo, el sentimiento por la tradición no ha cambiado. «Un día mi hermano me preguntó si quería coger el local y sin pensarlo lo hice», comenta entre risas mientras añade que «llevo 42 años con el estanco, empecé por poquito, me arriesgué y aquí sigo».

Un sueldo merecido


Además, explica que ser autónoma es cada vez más difícil. «Sí se gana, pero tienes que trabajarlo mucho. Me mantengo echándole horas y horas, y aun así, vivo de lo que vendo. Cada mes intento sacar algo para vivir y hay veces que ni lo saco», lamenta. Para ambos comercios los productos no llegan con un precio estipulado al que se tienen que ceñir, pero aun así no se gana más. Cada vez se gana menos, Ana Delia explica que «le gano poco y sí se ve afectado en los ingresos». Del mismo modo, agrega que «al ganarle poco gano poco, como vulgarmente decimos: dado por lo servido». 

Nadie dijo que trabajar por cuenta propia fuera sencillo. Para Emilia Ramallo tener a alguien trabajando en su negocio es un problema añadido: «Algunas veces sí me lo he planteado, pero no puedo porque no saco tanto dinero y no tendría un sueldo digno», opinión que también comparte Ana Delia Santana al tener que afirmar que no se ha podido permitir otro empleado porque son muchos gastos (salario, seguridad social, pagos trimestrales, tasas municipales…).

El salario mínimo de quienes trabajan por cuenta propia sigue igual a pesar de los años trabajados. Foto: T. Díaz

La inflación se ha convertido en la continua preocupación de la ciudadanía y la han calificado como un claro problema donde se ha visto afectada al pago de mayor impuestos. Los impuestos han subido al igual que la mercancía y los ingresos se han visto afectados, ya que cada vez se vende menos y las ganancias van decreciendo. «A diario se hace más caja. El año pasado hacía en un día normal una caja de 300 euros, ahora hago una caja de 450 euros y aun así no me han aumentado los ingresos porque el producto cuesta más caro y a la hora de pagar a mi proveedor se lo tengo que pagar a más».

«Es lo que me está salvando para comer»


Ramallo apunta que «la falta de medidas por parte del Gobierno está haciendo que las pequeñas empresas perdamos nuestra capacidad financiera». «A mí me afecta porque el que tiene un salario, aunque sea mínimo, gana más que yo y sabe que a final de mes lo tiene, yo no», valora Ana Delia mientras sentencia que ahora cada vez es más difícil sobrevivir: «No tenemos la misma estabilidad que el resto del mundo laboral. Esa inestabilidad es la que dificulta mis ingresos».

«Se tendría que hacer un cambio con relación al pago de Hacienda en cuanto al trimestral», declara con decisión la propietaria dela Ferretería, quien estima oportuno modificar la cuota debido a que sus ingresos son menos y la tasa sigue siendo la misma. «Es perjudicial para mis ingresos, no da ni para comer», reconoce, por su parte, Ana Delia Santana, al mismo tiempo que reflexiona sobre la paga que recibe por viuda: «Es lo que me está salvando para comer».

Ingresos insuficientes


A pesar de no tener que pagar sueldos, pero sí pagar a empresas proveedoras de los productos de la Tienda y todos los trámites de la autonomía, los ingresos no son suficientes para llegar a fin de mes. «Yo tengo la suerte de comer todos los días en casa de mi madre. Mi hermana también me ayuda un poco. Es mi respaldo. Suena un poco triste, pero sin la ayuda de mi familia, ahora mismo no podría mantener mi local abierto porque mis ingresos no me llegan», afirma Ramallo con tristeza. Igual de contundente se muestra Santana, quien enfrenta sus pocos ingresos con miedo: «Da pánico invertir en el local sabiendo que en cualquier momento lo voy a tener que cerrar porque no puedo pagarlo todo».

Más allá de tener unos ingresos bajos, llegar a final de mes con un salario mínimo incentiva la inseguridad alimentaria para comprar los productos de primera necesidad. En este sentido, Ramallo subraya que «es complicado, está siendo un año muy duro, por todo. Yo todavía doy gracias de poder seguir». La propietaria del Bazar coincide añadiendo que «gracias a que las empresas proveedoras me dejan pagar las facturas poco a poco porque si no, no podría. Hay facturas grandes que no puedo».

Emilia Ramallo define su balance económico como una gráfica: «He notado que cada vez son menos las ganancias. Antiguamente se hacía dinero, antes se trabajaba pero se ganaba. Ahora sigues trabajando mucho, pero el margen es muy poco. Yo sí noto que cada vez va más en descenso». De la misma manera, Ana Delia Santana recoge una evolución positiva ante el lado oscuro de su salario, aunque, sin duda, para ella quitar de un lado para poner en otro «me ha hecho mantenerme en el negocio, aunque sea con poquito».

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