El Espacio Cultural CajaCanarias en la capital tinerfeña, acogió durante la pasada tarde del, 26 de febrero, al artista mexicano Andrés Bosco Sodi. Participó en un diálogo moderado por Omar-Pascual Castillo, crítico y experto en arte periférico de origen cubano con motivo de la inauguración de su nueva exposición, Andares, inspirada en el poema Caminante no hay camino de Antonio Machado. La muestra podrá visitarse de martes a sábado y permanecerá en la Fundación hasta el próximo 16 de junio. La Exposición se compone de cincuenta y cinco obras en las que se mezclan lienzos y esculturas.
Bosco Sodi introdujo el origen de su «caótico» arte. Recalcó la conexión que tuvo con él desde que era niño debido a la hiperactividad, dislexia y déficit de atención que padece. Estas patologías, en vez de provocarle desventajas, causaron que el artista percibiese el arte como su propia terapia.
«Crear siempre ha sido una necesidad. Nunca dejé de hacerlo»
Bosco habló sobre sus grandes inspiraciones: las ruinas, su cultura natal y «la grotesca belleza de la naturaleza». Se sintió muy agradecido y conectado a este último elemento, ya que afirmó que «no todo el mundo es capaz de entenderlo». De hecho, su vida se desenvuelve en el ámbito rural, con cierta desconexión de lo social y además, por lo general, en la umbría. Él mismo aseguró que «crear siempre ha sido una necesidad. Nunca dejé de hacerlo».
Se considera una persona amante de la oscuridad: «La luz me pone muy nervioso». Es por ello, que algunos de los elementos fundamentales durante la exhibición de sus obras son el silencio y la tenue iluminación. Relacionó nuestros orígenes en las cuevas con la conexión innata que presentamos a ciertos elementos como el barro, material muy frecuente en sus obras.

Andrés Bosco busca la belleza de la vida a través de las imperfecciones que de forma inevitable suceden durante el proceso. Durante uno de sus múltiples viajes a Japón, país que aseguró que le cambió la vida, se apasionó por el estilo llamado wabi-sabi .
Los pinceles no forman parte de su espacio de trabajo, prefiere sus manos. Sin embargo, los numerosos tintes que compra por todo el Mundo en mercados locales son algo imprescindible en el desarrollo de sus obras.
Los andares de sus últimos veinte años
Pascual Castillo argumentó en una reflexión final «lo gratificante que es ser una persona dadora, ya que muchas veces la egolatría nos lleva a ser todo lo contrario». Respecto a Bosco Sodi, alzaba su propósito de aprovechar la única vida que tenemos para dejarla un poco mejor antes de irnos.
Bosco consiguió poner el broche de oro a este diálogo explicando de forma concreta la inspiración que le despertó Machado. Esta colección de cuadros verdes son un homenaje a su padre, fallecido desde hace algo más de ocho meses. A través de ellos el artista nos habla de la vida, la fuerza y la sabiduría.
Pese a las dificultades que le presenta su diagnóstico para enfrentarse a la poesía, Bosco Sodi elegía Caminante no hay camino como uno de los poemas que leería durante toda su vida.