Entrenamiento funcional, la actividad que se lleva

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El entrenamiento funcional surge de las técnicas utilizadas por los médicos en la rehabilitación de lesiones y cirugías. Su objetivo es buscar un óptimo rendimiento muscular a través de la realización de ejercicios basados en gestos de la vida cotidiana y la práctica deportiva. Es fundamental que integre todas las características del movimiento humano, dado que la actividad se basa especialmente en el trabajo de la fuerza que involucra todo el cuerpo.

Para esto, se llevan a cabo múltiples prácticas. El entrenamiento de los músculos de la columna y de los estabilizadores corporales, la velocidad, la agilidad y la resistencia son algunas de ellas. Hablamos, en definitiva, de ejercicios presentes en nuestro día a día y también en ámbitos concretos como el deportivo.

En la actualidad, el entrenamiento funcional goza de gran fama entre el público, y en la ULL no se queda atrás. Se incluye en el programa de actividades del Servicio de Deportes y Juan Carlos Díaz Conde es su monitor.  En su primer año como instructor en la Universidad de La Laguna, comenta su experiencia personal: “Yo trabajaba más la fuerza y la musculación, pero, a través de un accidente de tráfico, me encontré con el entrenamiento funcional. A partir de ahí, lo practico de forma habitual”. Resalta, además, la popularidad que dicha actividad ha tenido este curso. Las plazas son limitadas (22 en total), pero el primer día de inscripción se llenó el cupo.

Díaz Conde señala las razones de la popularidad del entrenamiento funcional. Una de ellas es la prevención y la curación de lesiones. Cada vez más, deportistas de élite practican esta actividad por sus magníficos resultados y esto acaba contagiando al resto de personas que hace deporte. Evidentemente, nadie quiere ver cortado su progreso debido a una molestia o lesión. Otra de las causas es la mejora del aspecto físico. Los ejercicios son muy intensos y permiten generar un alto gasto calórico en poco tiempo, favoreciendo así la reducción de grasa. Un gran estímulo, también, es la mejora de la movilidad general, tanto articular como muscular.

No obstante, el aspecto que más destaca el monitor es la obtención de un mejor estado de ánimo. “El estiramiento funcional es exigente pero cada uno debe ir a su ritmo. Eso sí, siguiendo unas instrucciones básicas. Yo les explico cuáles son los movimientos correctos, pero, si no pueden hacer 20 flexiones, que hagan la mitad. En definitiva, lo que cuenta es el entusiasmo y el esfuerzo. Haciendo esto de forma constante la persona lo agradecerá, sentirá el bienestar emocional”.

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